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Esencia de la mediación en las prácticas pedagógicas.


Enviado por   •  25 de Marzo de 2017  •  Monografía  •  15.828 Palabras (64 Páginas)  •  185 Visitas

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Monografía.

“La ESENCIA DE LA MEDIACIÓN EN LAS PRÁCTICAS EDUCATIVAS”

(Para una cultura de la paz)

Postítulo:

           

ACTUALIZACIÓN ACADÉMICA DE MEDIACIÓN ESCOLAR

Organizado por

Universidad Santo Tomás de Aquino. C.U.C.

Alumna:

Marta Alicia Ramos

E-meil: martaliciaramos@gmail.com

Año  2009.


La esencia de la mediación en las prácticas pedagógicas

(Para una cultura de paz)

Introducción

        Considerarse educador de la cultura de la paz, implica ser consciente de que la paz es más que la ausencia de la guerra, de la violencia. La paz es:

  • tomar como punto de partida el rechazo de toda manifestación de violencia;
  • enseñar a desarrollar las estrategias culturales necesarias para disolver el conflicto mediante procedimientos no violentos y, al mismo tiempo,
  • crear mecanismos preventivos para evitarlos.

        Todo esto desde la revisión de practicas cotidianas de tal manera que, al tomar conciencia, nos permita despertar el espíritu del diálogo, la actitud cooperativa, comprometedora que, junto a la opinión pública exigente, conforman la lógica social del consenso, posibilitando la instalación de la mediación como un estilo de vida propio de una cultura sustentada en valores como el amor, la sinceridad, el compromiso, la responsabilidad, el respeto, la tolerancia y la justicia.

        Claro esta, que para lograr esta cultura, se debe transitar un camino de transformación personal   y de estructuras sociales, por lo tanto requiere tiempo, trabajo, medios, creatividad, perseverancia, paciencia, valoración de la trascendencia de las aportaciones humildes y anónimas a los grandes procesos sociales, porque es así como  los cambios irreversibles se producen, por un lento pero constante desarrollo de la mentalidad colectiva logradas por canales, quizás ocultos a la mirada poco aguda.

No hay soluciones mágicas hay caminos por recorrer, con ojos críticos a fin de des-cubrir los mecanismos de resistencia, los mitos y dogmas vigentes, los conceptos tergiversados, adulterados, los estereotipos estigmatizados, el analfabetismo emocional, la producción e interpretación de los otros lenguajes (corporal, artístico), la forma de vincularnos, las representaciones sociales, entre otros tantos elementos implícitos en el acto comunicativo que construyen nuestra subjetividad, esa subjetividad que constituye la fuente donde se nutren nuestras prácticas cotidianas que junto con otras subjetividades, conforman el momento socio histórico que vivimos y  es bueno efectuar un análisis de ese acontecer histórico y su impacto en nuestras vidas,  como un modo de explicar la causa por la cual se hace imprescindible instalar la mediación como un estilo de vida en estos tiempos tan convulsionados por la vertiginosidad en que se produce el cambio

        Recorrer esos caminos, tras un análisis de la realidad social y su influencia en nuestra conducta, implica también un trabajo de reflexión personal de cada uno de nosotros sobre como esta conformado nuestro mundo interior para empezar a “cernir”, a purificarlo; porque como dijo Sartre “habremos de ser lo que hagamos con aquello que hicieron de nosotros”.

         Con respecto al análisis de la realidad social, considero que tiene importancia relevante nuestra vida cotidiana por cuanto es en ella donde se plasma el devenir de nuestra existencia conjugando el qué, el para qué, el cómo y el por qué de nuestra vida. Analizar  la vida cotidiana es romper los mecanismos irreflexivos comprometidos en la acción, es problematizar, preguntarse cuánto hay de verdadero o de místico en el mensaje del decir y del hacer cotidiano. Es de esta manera, a mí entender, es que bajaremos de los espacios discursivos, teóricos a los espacios reales, concretos de existencia, es decir esta escuela, estos alumnos, estos docentes,  estos padres, este contexto donde parte de nuestra vida transcurre, en lo concreto y cotidiano.  

        Es desde éste análisis que fundamentare mi propuesta en éste trabajo monográfico; porque considero que no basta ser mediadora en resolución de conflicto, ni tampoco agente multiplicador de los pasos de la mediación entre alumnos y/o docentes, sino que además de eso, considero que el mediador  debe ser promotor de  espacios de encuentro donde haya una real reflexión critica personal y con el otro, sobre lo que nos pasa, lo que sentimos, lo que  pensamos lo que  percibimos e interpretamos en nuestro cotidiano vivir.

        Desde hace siglos, no años, nos pasamos  relacionándonos desde modelos mentales cuya fuerte característica fue la proyección como mecanismo de defensa, el otro es siempre el responsable de lo que nos pasa, esta “ley” rige nuestras relaciones y nuestros pensamientos; sobre todo cada vez que estamos convencidos que nuestro punto de vista es el único y absolutamente verdadero, excluyendo o anulando al otro que es diferente, lo que ignoramos es que a lo largo de nuestras vidas somos los creadores de nuestros propios modelos mentales para representar la realidad y eso lo hacemos a través del lenguaje.

        El pensamiento con sus imágenes, sonidos y sensaciones -que constituyen las representaciones que nos hacemos de la realidad que vivimos-, a menudo crea el problema que luego quiere resolver con la misma herramienta que utilizó para crearlo: el pensamiento;  allí está el epicentro de nuestras crisis. Comprender el conflicto en su mismo origen, tomar conciencia de nuestros propios modelos mentales y sus pensamientos, fuente generativa de  nuestros estados emocionales, se torna urgentemente imprescindible. Tomar conciencia de esto es liberar la mente de presupuestos, resultando una mente abierta, curiosa, que duda de sus propias representaciones y que tiene bien  claro que solo se tiene una interpretación de la realidad. Esto es básico para que la comunicación sea eficaz; la comprensión integrada a todos los elementos propios de la mediación  ayudara a que ésta revitalice su fuerza y su direccionalidad: la comunicación asertiva y el conflicto como oportunidad de crecimiento.  

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