Estilo De Vida De Acuerdo A La Filosofia
Enviado por potterhead • 5 de Junio de 2015 • 1.268 Palabras (6 Páginas) • 210 Visitas
INDICE
INTRODUCION PAGINA 3
DESAROLLO PAGINAS 4-5-6
CONCLUSION PAGINA 7
BIBLIGRAFIAS PAGINA 7
ANEXOS PAGINA 8-9
Introducción.-
En esta actividad mi compañero y yo hablaremos sobre la cultura y el sentido de la vida en la sociedad actual de como la filosofía ha ido evolucionando y cambiando a la gente con el paso de los años. Como bien dice el tema la cultura que nos ha ido dando los muchos filósofos de la historia, muchos de ellos inventaron artefactos que hoy en día sirven de mucho en nuestra vida cotidiana, claro está que la humanidad los ha ido mejorando con el tiempo.
Todo esto del sentido de la vida nos hace hacernos una serie de preguntas a nosotros mismos y a la humanidad, como muchos filósofos hicieron pero además de solo hacer preguntas también buscaban a respuesta a esta misma, con diferentes métodos como los experimentos e investigaciones.
Desarrolló
En general, las humanidades gozan de escaso prestigio en nuestro país, si a esto el poco interés por la filosofía, nos encontramos con un panorama poco propicio para el desarrollo de un interés genuino por esta materia. “Pensar -ha dicho un filósofo alguna vez- ni consuela, ni hace feliz”. Parece la última palabra sobre el papel de la filosofía en la sociedad actual: si ya no resuelve nuestras aflicciones existenciales, ni proporciona alguna forma de felicidad, ¿qué sentido tiene para nosotros hoy en día el pensamiento filosófico? En los siguientes párrafos trataremos de resolver esta cuestión, partiendo de una premisa clara: la filosofía, los pensadores en general, ejercen una importante función social, y su labor intelectual, mayoritariamente desconocida, muchas veces incomprendida, nos parece tanto valiosa como irremplazable.
Esta justificación, defensa más bien, de la filosofía, parece, a primera vista, una tarea complicada: la filosofía, los filósofos, nunca han gozado de menor popularidad. Pensemos en el contexto educativo, por ejemplo. La filosofía como asignatura en la educación secundaria corre el riesgo continuo de desaparecer. Las clases aburren, no son populares; las materias, los textos, no se comprenden, no se leen. En el ámbito universitario, la falta de interés se refleja en la escasez de alumnos y en una apatía generalizada. Los estudiantes de hoy en día viven vidas muy ajetreadas; el tiempo nunca sobra, y las actividades –educativas, de ocio, etc.- están muy bien organizadas según unos intereses muy concretos. Leer libros de filosofía, muchas veces leer en general, no entra dentro de sus planes.
Parte de la culpa es de los profesores, y sobre todo de los propios filósofos, que se empeñan en preservar una imagen de sabio en su torre de marfil, y presentan sus ideas en un formato y en un lenguaje intencionadamente complicado e incomprensible para los no iniciados. Escribir para que no te entienda nadie no es tarea fácil, pero mucho más difícil es escribir de manera que te entiendan todos. Parece haberse olvidado que muchas veces, aunque no siempre, los discursos más simples han resultado ser los más eficaces y poderosos. En cambio, se fomenta una actitud de respeto excesivo, incluso miedo, hacia la filosofía y sus complejidades, cuando en realidad se trata de una disciplina muchas veces exigente pero también amable y agradecida.
Otro factor importante a tener en cuenta es el hecho de que la nuestra, además, es una sociedad, ya entrado el siglo XXI, eminentemente tecnológica. En este sentido, estamos siendo testigos de un cambio cultural muy importante: el paso de un dominio de lo textual a un dominio de lo visual. Como consecuencia, los libros, los textos, están perdiendo su protagonismo como vías de transmisión intelectual, y hoy en día la información se produce, transmite y comparte a través de otras fuentes y otras vías.
En una sociedad como la descrita, la filosofía parece poder desempeñar un papel harto modesto si es que puede desempeñar alguno. No es, pues, sorprendente que algunos filósofos contemporáneos los más alerta a la situación histórica, los menos resignados a conformarse (o a rebelarse) sin una causa se hayan engolfado a menudo en melancólicas comparaciones
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