Estudio Del Mito De Salomé En La Obra De Wilde Y Flaubert
Enviado por nuriamorera • 26 de Agosto de 2013 • 5.759 Palabras (24 Páginas) • 454 Visitas
“Viens-tu du ciel profond ou sors-tu de l´abîme,
Ô beauté? Ton regard, infernal et divin,
Verse confusément le bienfait et le crime,
Et l´on peut pour cela te comparer au vin.” (1)
La figura de Salomé ha servido de inspiración a múltiples artistas de diferentes ámbitos y diferentes épocas, siendo no obstante, a partir del S.XIX cuando esta figura obtuvo una mayor proliferación en sus representaciones. El presente estudio va a centrarse en las obras de Oscar Wilde (Salomé, 1894) y de Flaubert (Herodías, Tres cuentos, 1877) ocupándose de los aspectos que reactualizaron el mito de la figura bíblica y de los acontecimientos que rodearon la muerte de San Juan Bautista concretizándolos como reflejo de una época determinada, con su estética y filosofía particular.
En primer lugar es necesario une relectura de los textos bíblicos; evangelios de S.Mateo (14, 1-12) y S.Marcos (VI, 14-29), con la intención de encontrar los datos primitivos que sirvieron para construir el mito. A continuación el relato original, que dice así:
El rey Herodes había encarcelado a Juan el Bautista, profeta y precursor de Jesús, que condenaba la relación del rey con Herodías, la que había sido la mujer de su hermano Filipo. Durante una cena en honor del cumpleaños de Herodes, la joven hija de Herodías bailó ante él, que quedó muy satisfecho y le ofreció a cambio lo que ella quisiera. La muchacha fue a ver a su madre, y ésta le dijo que pidiera la cabeza de Juan Bautista. Así le pidió a Herodes la cabeza del santo en una bandeja, y éste no tuvo otro remedio que cumplir con su palabra. Mandó la decapitación de Juan cuya cabeza entregaron a la joven en una bandeja, que a su vez entregó a Herodías.
Observemos en primer lugar que no se nos cita el nombre de la hija de Herodías, sino que aparece relegada a un segundo plano a pesar de que su rol de actante es clave en la historia. Su nombre ha llegado hasta nosotros gracias a las Antigüedades judías, de Flavio Josefo (libro XVIII, capítulo 5,4): "Herodías, [...] quien tuvo una hija, Salomé; después de su nacimiento, Herodías [...] se divorció de su esposo mientras aún estaba vivo, y se casó con Herodes, hermano de su esposo por línea paterna, él era tetrarca de Galilea; pero Salomé se casó con Herodes Filipo [...] ".
En el Nuevo Testamento no obstante, aparece una mujer llamada Salomé, seguidora de Jesús, así como en los evangelios apócrifos: en el evangelio de Tomás, encontrado en Nag Hammadi, entre los discípulos de Jesús se cita a dos mujeres: María Magdalena y Salomé. También es mencionada en el controvertido evangelio secreto de Marcos y en el antiguo evangelio de los egipcios. Insistimos en que estas dos figuras no deben confundirse, ya que la discípula de Jesús y la princesa, por lo menos en principio, no se corresponden, es más, ciertos estudios teorizan sobre la posibilidad de considerar a la Salomé discípula como la madre de Santiago el mayor y Juan el evangelista.
Volviendo a nuestro comentario de la muerte de San Juan en los textos canónicos, Salomé como personaje parece no tener ni identidad, ni voluntad propia; es un instrumento en manos de su madre. Herodías la utiliza para un fin concreto, para alcanzar sus intereses. No se nos dice si Salomé vivía en el palacio, o cual era su relación previa con el rey, en el caso de que la hubiera habido. Su intervención consta de dos momentos: la danza y la petición de la cabeza de S. Juan. La danza fascinadora es el vehículo para hipnotizar al rey, para “distraerle”, en la petición se concluye el malvado plan de Herodías y el destino fatal de Juan.
En los dos evangelios se explicita que la joven pregunta a su madre qué es lo que debe pedir. Es Herodías pues, la mujer diabólica y manipuladora que perseguía la muerte de S. Juan, y Salomé como pura prolongación de su madre, el medio para conseguirlo. El evangelio de Mateo nos cuenta que el rey no daba muerte al bautista por miedo a las represalias del pueblo, que le consideraba un profeta, sin embargo, en Marcos, este dato cambia. Herodes sentía respeto hacía el profeta: “Herodes lo respetaba sabiendo que era un hombre recto y santo, y lo protegía. Cuando lo oía, quedaba muy perplejo, pero lo escuchaba con gusto.” (Mc 6; 19-21).
Por una razón u otra, el rey manda la decapitación de Juan en contra de su voluntad y a causa de su esposa, que habría conseguido sus propósitos. La razón para ello es no faltar a su palabra: “El rey se entristeció mucho, pero a causa del juramento y de los comensales no quiso desairarla” (Mc 6; 26). En Mateo (Mt 14; 9) son las mismas palabras que se hacen eco de la tristeza de Herodes. No se dice si Salomé conocía la identidad de S. Juan, ni qué opinión le merecía, ni si le había visto en alguna ocasión. Es Herodías quién se otorga la plena autoría del crimen, a través del engaño acometido a su marido.
El tema de la atracción de Herodes por la hija de Herodías permanece bastante velado, indicándose simplemente en el texto que la danza de Salomé “agradó” y “gustó” mucho a Herodes y a los comensales. Ninguna descripción física de la princesa, ni de su baile, ni ninguna adjetivación explícita una atracción sexual hacía ella. Pero es el lenguaje de los evangelios un lenguaje bastante primitivo, sobrio, escueto y sutil que demanda leer entre líneas. Hay que señalar que en Marcos el episodio está más desarrollado; cuando Herodes le dice a Salomé que le pida lo que quiera y él se lo dará, éste insiste llegando a ofrecerle “la mitad de su reino”, lo que nos da una pista de hasta dónde ha podido llegar el entusiasmo por la joven bailarina.
Este episodio del Nuevo Testamento funciona como advertencia a los acontecimientos que se van a desarrollar posteriormente; Jesús comienza a verse amenazado hasta ser juzgado y condenado a muerte; de Salomé y Herodías en cambio, no se nos vuelve a hablar. Es este un episodio aislado y breve en el conjunto de la Biblia, el cual paradójicamente ha suscitado un enorme interés por parte de diferentes artistas, dando origen a numerosas rescrituras y otras representaciones artísticas que lo elevan a la categoría de mito, transformando la figura bíblica en uno de los mayores ejemplos de arquetipo femenino de femme fatale.
Hagamos un pequeño repaso de los diferentes textos literarios con el tema central de Salomé y la muerte de S. Juan Bautista para ocuparnos luego y más exhaustivamente en Herodías de G. Flaubert y Salomé de O. Wilde, que ocuparan el centro de este estudio. Hemos elegido tres obras capitales de la literatura francesa, que si bien no son las únicas en esta lengua que desarrollan la figura de Salomé, y menos aún en la literatura universal,
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