“Evaluando el proceso de evaluación en educación básica”

“Evaluando el proceso de evaluación en educación básica”

El análisis de la Evaluación de los aprendizajes abre un panorama de la realidad que se vive en la educación en nuestro país; tal parece que lo importante para el sistema educativo nacional son los resultados que se obtienen en la pruebas estandarizadas que sustentan los estudiantes una vez al año, pues con frecuencia se alude a ellos y se manifiesta como preocupación elevar los resultados en dichas mediciones.

Y es que aún con las reformas educativas emprendidas, con metodologías nuevas y con formatos “sencillos” para verificar la “calidad educativa” en las estadísticas oficiales (una mayor absorción de alumnos en educación básica y un índice de aprobación –que no de aprendizaje-), se identifican fuertes debilidades en los conocimientos y sobre todo, en las habilidades, aptitudes y valores de los alumnos, pareciera dejarse de lado los logros y dificultades que enfrentan estos últimos en sus procesos formativos y más aún la relación de éstos con los desempeños de los docentes.

La evaluación de los aprendizajes es una oportunidad para darse cuenta de los logros y dificultades de los alumnos, pero sobre todo de las propias del ejercicio docente, pues si bien los primeros deben ser el centro de lo que ocurre en el aula, según lo señala el Plan de Estudios 2011 de Secundaria y lo ratifica el Nuevo Modelo Educativo 2017; es el maestro quien debe guiar y generar situaciones para que se mejoren los procesos y resultados de aprendizaje. Es a este último a quien corresponde conocer al grupo con el que está trabajando, los propósitos y contenidos de la asignatura que imparte y con base en ello planear y desarrollar actividades que contribuyan al logro satisfactorio de los aprendizajes esperados, es decir, desarrollar la mediación pedagógica.

Si bien tanto en los Planes de Estudios (de Secundaria 2011 y de Educación Básica 2017) se prescriben criterios, formas y recursos para la evaluación, en la realidad, es incipiente el concepto y más aún el uso adecuado que se hace del mismo por parte de la mayoría de los docentes e instituciones. En muchos casos, ante los requerimientos de autoridades se limita a otorgar el número que se considera adecuado para valorar el desempeño de los alumnos o en el mejor de los casos a revisar (sin tener la certeza de qué ni para qué) los procesos y evidencias de aprendizaje.

Ante esto, al reflexionar, me di cuenta que evaluar solamente se ha vivido en muchos de los casos como un proceso administrativo y ése no es su papel. Se ha dejado de lado la evaluación de los aprendizajes, limitando con ello la posibilidad de promover la reflexión e interpretación sobre los procesos de enseñanza y aprendizaje. La evaluación debe estar al servicio de quien aprende, sin ninguna duda y su fin debe ser fuente de aprendizaje primordialmente. La evaluación debe desempeñar funciones esencialmente formativas con carácter participativo; es decir, no sólo evalúa el maestro sino también los alumnos y evalúan ambas partes.

...