Exposición De Motivos

Dos acontecimientos influenciaron mi decisión de organizarme para producir más y mejor: primero, la separación de mis padres, y, luego, la pérdida del empleo de mi padre. Me encontré, entonces, como cabeza de familia, colaborando con mi mamá, una maestra de preescolar, en el mantenimiento del hogar, terminando mis estudios de secundaria y trabajando en el comercio informal. No obstante, debido a mis escasos ingresos, me vi obligado a cambiar de ocupación.

Afortunadamente, de mi padre había aprendido a mantener y reparar todo en mi casa. Desde niño cambié bombillos, lijé y pinté listones de madera, usé la podadora manual, limpié y pulí, lavé y brillé. Además, vendí desde barajitas del béisbol hasta frutas de nuestro jardín, té frío, limonada y tortas que ayudaba a confeccionar. Siempre obtuve mi propio dinero para gastos extras y me las ingenié para ahorrar. A temprana edad, tenía libreta de ahorros y llevaba mis cuentas (entradas y salidas) en un cuaderno.

Por su parte, mi madre me asignó uno de los carros viejos de la familia. La convencí de traspasar el vehículo a mi nombre y autorizar su reemplazo por una camioneta mediana de carga. Le expliqué que formaría una pequeña empresa de mantenimiento y reparaciones menores en casas y jardines, con la cual resolvería problemas sencillos y cotidianos de amigos, vecinos y otros residentes, en especial de amas de casas, cuyos maridos carecían de tiempo y energía para atenderlos.

Entre mis tíos, había un abogado, varios ingenieros y dos administradores. Todos se interesaron en el proyecto y me ayudaron a constituir legalmente la empresa, diseñar la parte operativa y técnica y entender el aspecto financiero y de los impuestos. Lo más difícil consistió en reunir el capital para el inicio: mis ahorros y un pequeño préstamo bancario, conseguido con el aval de uno de mis tíos, obraron a mi favor. Así nació “Manos Amigas, SRL”.

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