Fragmentos de la Epístola a Belardo
Enviado por huachos • 18 de Septiembre de 2014 • Informe • 516 Palabras (3 Páginas) • 315 Visitas
Según Guillermo Lohmann Villena, su nombre real era María de Rojas y Garay (1594-1622). Con certeza se debe afirmar la teoría de Lohmann debido a sus fundamentos biográficos así como tomando en cuenta la Epístola a Belardo publicada en 1621. Huérfana, provenía de dos familias inquisidoras ilustres que fundaron la ciudad de León (antiguo nombre de Huánuco). Fue pupila seglar del beaterio de las Agustinas Recoletas de Lima, donde recibiría una estricta y amplia formación renacentista. María de Rojas se exclaustraría en 1617, para no contraer matrimonio. Falleció en 1622, poco antes de que llegasen al Perú las primeras copias de La Filomena de Lope de Vega.
Fragmentos de la Epístola a Belardo[editar]
Tanto como la vista, la noticia
de grandes cosas suele las más veces
al alma tiernamente aficionarla,
que no hace el amor siempre justicia,
ni los ojos a veces son jueces
del valor de la cosa para amarla:
mas suele en los oídos retratarla
con tal virtud y adorno,
haciendo en los sentidos un soborno
que los inflama a todos
y busca luego aficiosos modos,
con el que pueda entenderse
el corazón, que piensa entretenerse,
con dulce imaginar para alentarse
sin mirar que no puede
amor sin esperanza sustentarse.
Al fin de éste, donde el Sur me esconde
oí, Belardo, tus conceptos bellos,
tu dulzura y estilo milagroso;
vi con cuánto favor te corresponde
el que vio de su Dafne los cabellos
trocados de su daño en lauro umbroso
y admirando tu ingenio portentoso,
no puedo reportarme
del descubrirme a ti, y a mí dañarme.
Mas ¿qué daño podría nadie hacerme
que tu valer no pueda defenderme?
Y tendré gran disculpa,
si el amarte sin verte, fuera culpa,
que el mismo que lo hace,
probó primero el lazo en que me enlace,
durando para siempre las memorias
de los sucesos tristes,
que en su vergüenza cuentan las historias.
Esto mi voluntad te da y ofrece
y ojalá yo pudiera con mis obras
hacerte prendas de mayor estima:
mas donde tanto se merece,
de nadie no recibes, sino cobras
lo que te debe el mundo en prosa y rima.
He querido, pues viéndote en la cima
del alcázar de Apolo,
como su propio dueño, único y solo,
pedirte un don, que te agradezca el cielo,
para bien de tu alma y mi consuelo.
No te alborotes, tente,
que te aseguro bien que te contente,
cuando vieres mi intento,
y sé que lo harás con gran contento,
que al liberal no importa para asirle,
significar pobrezas,
pues con que más se agrada es con pedirle.
Versos cansados, ¿qué furor os
lleva a
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