Gobernabilidad Y Democracia
Enviado por JimmyH • 20 de Agosto de 2014 • 2.181 Palabras (9 Páginas) • 173 Visitas
Curso: Análisis Político y Gobernabilidad
MGPP U. Chile.
Profesor: Guillermo Campero
GOBERNABILIDAD Y DEMOCRACIA
(Enero 2013).
I. GOBERNABILIDAD
a) Gobernabilidad es una noción genérica que se refiere a la capacidad del Estado, particularmente el Poder Ejecutivo, de lograr que la sociedad y las instituciones funcionen conforme a sus fines de manera razonablemente estable. Es decir, que opere un “orden” político, social, y económico que se sostenga en el tiempo.
b) Con todo, gobernabilidad, así entendida puede darse en distintos tipos de regímenes políticos. Una dictadura puede asegurar gobernabilidad.
c) En consecuencia, se trata, en este curso de responder a la pregunta de cómo se genera gobernabilidad en un régimen político democrático, lo que introduce condiciones específicas a éste tipo de régimen. Régimen que corresponde a la experiencia histórica, social y cultural de occidente y que se expande posteriormente a otras latitudes (con las dificultades y contrastes propios que surgen de tradiciones sociales y culturales muy diferentes y diversas)
II.- GOBERNABILIDAD Y DEMOCRACIA
a) Para ello hemos propuesto una perspectiva conceptual o hipótesis que, pensamos, puede colaborar a responder tal interrogante.
b) La primera formulación de dicha perspectiva es proponer que la Democracia es un producto histórico y no sólo una “idea” académica. Esto es, resultado de luchas sociales y reflexión conceptual sobre ellas.
c) Así entonces construimos nuestro “triángulo”:
a. La democracia funda su origen en el poder social y no en el poder sagrado. Por ello es fruto de la razón y no de la revelación
b. Tal poder social se expresa en la “soberanía popular”, que es su manifestación.
c. Sin embargo, la democracia como cualquier régimen político u orden social, requieren capacidad de producir progreso, lo que supone necesidad de generar riqueza (o capacidad de acumulación, como se diría antes)
d. Estos tres componentes se relacionan entre ellos de diferentes maneras en las distintas sociedades, dando lugar a un “balance” entre ellos que nunca es estático, sino histórico.
En ciertos momentos puede predominar un componente sobre otro.
Así podemos observar situaciones en que el racionalismo domine, dando lugar, por ejemplo, a poderes tecnocráticos que se imponen sobre la soberanía popular y rigen la economía sin consideración de las aspiraciones de la gente.
O, situaciones en que predomine la soberanía popular, como eje de la conducción social, subordinando al conocimiento y a las reglas de la economía; entonces estamos en un escenario del tipo de los “populismos”. Lo que dice “el pueblo” es la voz de Dios. No importa si se sustenta o no en conocimiento racional y en bases económicas reales.
Y, también, situaciones en que el crecimiento o la acumulación sea el componente dominante, generando un economicismo que desprecia la voluntad popular y el conocimiento racional que puede ofrecer alternativas que incluyan dimensiones sociales y políticas que deban asociarse al crecimiento para otorgarle sentido.
Aún más, tanto el poder tecnocrático, como el populismo o el economicismo, pueden y a menudo es lo que ocurre, “construir” una teoría o conocimiento que aparece como racional y que les dé fundamento conceptual. Esta es la situación más peligrosa porque entonces el predominio de uno de los componentes aparece fundado en la razón.
e) De modo entonces, que la construcción de la Democracia, sea precisamente buscar permanentemente “balances virtuosos” entre los tres componentes.
Estos balances virtuosos, implican que cada componente opere como contrapeso del otro. Esto es, que el poder racionalista que otorga el conocimiento esté limitado por la soberanía popular y ésta por aquel y, a la vez, que las reglas de la de la economía sean reconocidas y limiten el voluntarismo popular y las racionalizaciones sin fundamento económico real.
f) Por ello, la construcción de la Democracia es un proceso permanente, de búsqueda histórica de tales balances virtuosos. Y, por lo mismo no se puede establecer un sólo tipo de democracia par4a sociedades diferentes, cuyos balances serán diversos conforme a su cultura política, sus capacidades de recursos económicos, su fortaleza institucional, su autonomía mayor o menor en el contexto internacional, su capital de conocimiento, etc.
g) Lo fundamental, en conclusión, es que la construcción de la democracia es un producto histórico en permanente elaboración y, que su característica ineludible es configurarse como un tipo de régimen político en que lo esencial es asegurar, tanto como sea posible, la limitación del poder que derive de la supremacía de un componente sobre otro y, por tanto, del poder que determinados grupos o categorías sociales busquen imponer al resto.
Ello no implica que en determinados períodos históricos algún componente prevalezca sobre el otro, sea por razones de dar prioridad a configurar instituciones representativas sólidas, sea por priorizar requerimientos de crecimiento sin los cuales esas instituciones podrían carecer de sustento y legitimidad; sea porque resulte necesario acumular densidad de conocimiento y calificación de capital humano, etc. Pero, lo que desfigura la construcción de la democracia es el predominio permanente o de largo plazo de un componente y del poder de una categoría social asociado a ese componente, sin capacidad de contrapeso por el resto de la sociedad y las diversas otras categorías sociales.
III. DESAFÍOS DE LA DEMOCRACIA
a) En la búsqueda de este “balance virtuoso” la historia social e intelectual de occidente encuentra dos grandes desafíos:
i) Cómo armonizar la igualdad y la libertad.
Ambos son históricamente valores permanentemente buscados por las sociedades.
Para razonar sobre ello, hemos propuesto la hipótesis que el fundamento del poder social es el individuo o la persona y que este delega parte de su autonomía (o libertad) en la comunidad social a fin de garantizar aquellas condiciones que aseguren el ejercicio de aquellas libertades que no puede lograr por sí mismo.
Así, lo colectivo, la comunidad, recibe un mandato de poder de la persona con ese fin.
El Estado es la expresión más genuina de ese colectivo o comunidad. Su papel es generar reglas iguales para todos, pero también oportunidades para todos, de manera que la libertad esté asegurada.
Si no hay condiciones básicas
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