Grecia Comida Y Historia
Enviado por malositayanez • 17 de Mayo de 2015 • 3.395 Palabras (14 Páginas) • 174 Visitas
Introducción
Europa constituye un extenso y diverso conjunto territorial, en el que se observan manifiestas disparidades y evidentes analogías en sus estructuras agrarias. Entre aquellas, las derivadas de las propias condiciones naturales, que permitirían diferenciar tres dominios ecológicos y agrarios: el atlántico, el continental y el mediterráneo. Entre éstas, las que surgen de una prolongada historia y cultura comunes, que hacen de este territorio el ámbito de predominio de la explotación familiar agraria, con todas sus connotaciones e implicaciones.
Si en Europa se observan rasgos comunes, éstos se ven más claramente aún en los países de la Unión Europea, por cuanto esas afinidades suma la de ser objeto de una política agraria común (de la que trataremos más adelante), que tiende a homogeneizar las estructuras agrarias nacionales de los países miembros. Sin embargo, al margen de las políticas agrarias nacionales específicas, se manifiestan unas tendencias evolutivas coincidentes, que surgen de las exigencias de la coyuntura internacional. Así, en toda Europa se asiste a un proceso de modernización, de tecnificación, de especialización productiva y, lo que es más importante, de redimensionamiento de las unidades de explotación, obligadas a producir con economías de escala.
No obstante, las herencias del pasado, en lo referente a la estructura de la propiedad y de las explotaciones, pesan enormemente y constituyen un serio freno a la modernización y capitalización, sobre todo de las unidades más pequeñas, a pesar de que los gobiernos nacionales tiendan a conseguir unas estructuras más racionales, con explotaciones medias o grandes, que hacen inviables a una buena parte de las tradicionales. Este fenómeno afecta más a los países más agrarios del sur de Europa, que todavía deben de reducir mucho sus niveles de empleo agrario.
La agricultura europea es muy compleja, como corresponde a un continente de antigua civilización, con múltiples influencias culturales, que se desarrolla sobre un espacio diverso y fragmentado. Si el clima y el relieve aportan las claves de la especialización productiva regional, éstas no se comprenden sin el curso de la historia, que ha ido materializando unos espacios agrarios diversificados a escala continental, regional y comarcal. Pero estos paisajes agrarios están cargados de múltiples factores disfuncionales como su excesiva fragmentación, con unas explotaciones demasiado pequeñas y divididas; fenómeno potenciado por la excesiva población agraria.
• UN ESPACIO AGRARIO DIVERSO: POTENCIAL ECOLÓGICO E HISTORIA
El potencial ecológico europeo
Europa es un espacio que, desde el punto de vista fisionómico, es un espacio abierto, con una gran articulación costera, afectado mucho por las influencias marinas, lo que le otorga unos caracteres mixtos, entre lo continental y lo oceánico, aunque con grandes diferencias a escala regional y comarcal.
En su configuración morfoestructural se puede diferenciar la Europa caledoniana y herciniana, por un lado, y la alpina, por otro. El primero de estos dominios, que engloba a Europa central y septentrional, presenta unos macizos casi llanos por la erosión, con algunos enclaves, como el Macizo Central francés, los Vosgos o la Selva Negra, rejuvenecidos en algunos sectores, que delimitan extensas cuencas sedimentarias. Así se forma la gran llanura central europea, formada por materiales del Cuaternario y Terciario sobre los que se disponen otros de origen glaciar también cuaternarios. Estas grandes llanuras se han prestado a un fácil laboreo, ya desde tiempos remotos, aunque muchas veces han necesitado un previo acondicionamiento.
Por otro lado, el sector meridional constituye la Europa alpina y subalpina, donde, durante el Terciario, se crearon unas formas de relieve profundamente contrastadas, con potentes cordilleras (Alpes, Pirineos, Cárpatos, Béticas…), depresiones subalpinas (Guadalquivir, Ebro, Po…) o cuencas sedimentarias (Meseta española), también explotadas desde muy antiguo.
Los aspectos climáticos, por otra parte, ejercen un papel decisivo. La mayor parte de los países europeos se sitúan en la zona templada del planeta (latitudes entre los 36 y 58 grados norte), abierta a influencias marítimas, que introducen un factor atemperante y de humedad, con un gradiente que pierde valor de oeste a este. Se configuran, así, tres dominios climáticos diferentes: el oceánico, el continental y el mediterráneo. El primero, en la zona más occidental de Europa, se caracteriza por las abundantes precipitaciones, escasa oscilación térmica y poca insolación, con lo que aquí predominan los prados y la ganadería. Hacia el interior se atenúan las precipitaciones, aumenta la oscilación térmica y se pasa rápidamente al dominio continental, mientras el sur europeo, con temperaturas más elevadas y aridez estival, es el dominio del clima mediterráneo, en el que los regadíos y secanos representan dos modalidades de aprovechamiento agrario muy diferentes.
b) La modificación de las estructuras agrarias en Europa
El estudio histórico de los paisajes agrarios, entendidos casi como sinónimos de estructuras agrarias, en Europa occidental ha tenido un gran eco y desarrollo, por cuanto la Geografía tradicional cultivó principalmente la rama agraria. Así, resultan ciertamente muy importantes las herencias recibidas del pasado y el papel que juegan en la actualidad.
Hasta el siglo XVIII, los asentamientos rurales como forma de poblamiento y la agricultura como actividad eran ampliamente dominantes en Europa, con unas características regionales bien definidas que se habían ido decantando a lo largo de una lenta y prolongada evolución en el tiempo, partiendo de unas determinadas condiciones ecológicas. Las profundas transformaciones vinculadas al proceso de industrialización y crecimiento económico han supuesto desde entonces una drástica modificación de este panorama, tanto por lo que se refiere a la importancia relativa de la actividad agraria en la producción y el empleo totales, como por los cambios morfológicos, funcionales y sociales que han tenido lugar en el mundo rural.
En primer lugar, una parte más o menos relevante, según los casos, del espacio rural europeo ha cambiado su uso, generalizándose una cierta reducción del terrazgo agrícola a favor de otros usos alternativos que comprenden desde la reforestación o la creación de nuevas infraestructuras, a viviendas, industria dispersa, etc., hecho particularmente importante en las áreas próximas a los grandes centros urbanos.
A la pérdida de terrenos de labor, principalmente en espacios marginales y periurbanos, le ha acompañado un retroceso muy superior de la población activa agraria, con importantes volúmenes migratorios en dirección a
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