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HISTORIA DE SINALOA


Enviado por   •  10 de Octubre de 2013  •  Tesis  •  11.031 Palabras (45 Páginas)  •  358 Visitas

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INTRODUCCIÓN’

Sinaloa es una entidad donde la belleza aflora en cada rincón y a cada instante, porque Sinaloa vive en armonía con la naturaleza.

Situada entre la serranía y planicie costera del noroeste mexicano, Sinaloa posee, entre otras maravillas naturales, un riquísimo litoral, integrado mayoritariamente en el Golfo de California, lo que permite contar con bahías como la de Teacapan, con islas como la de Los Pájaros, con puertos como el de Topolobampo y con playas como las de Mazatlán, todos centros turísticos relevantes.

Sinaloa también sobresale por su prosperidad, gracias a la vida que le dan sus ríos, lagunas y mar, aunque en ello tienen mucho mérito sus habitantes, que han sabido aprovecharlos. Sin embargo, el progreso no ha hecho desaparecer sus costumbres y tradiciones, sino al contrario, ha afianzado el deseo por preservarlas, lo mismo que a su entorno natural.

Sinaloa propone a sus visitantes una aventura ecológica, una agradable experiencia en los sitios o monumentos históricos, y recorrer y admirar aquellas poblaciones como Concordia, Copala y Cosalá, donde aún persiste ese "sabor provinciano" tan buscado y añorado en sueños idílicos por los habitantes de las grandes ciudades, para finalmente encontrar esa puerta que conduce a las enigmáticas Barrancas del Cobre, a través de un recorrido por ferrocarril.

Todo esto y más es lo que usted encontrará al recorrer Sinaloa a través de este trabajo

ANTECEDENTES’

HISTORIA DE SINALOA

Según registros arqueológicos, los indígenas habitantes del actual estado mexicano de Sinaloa, pertenecieron a la cultura prehispánica mesoamericana. Los rasgos compartidos con los nayaritas, determinan que el municipio de Guasave, Sinaloa, era la frontera norte de Mesoamérica. Así, las comunidades de este lugar fueron el contacto con las tribus del norte.

El asentamiento más antiguo se encuentra en el actual territorio de Chametla. Su existencia se ubica en el año 300 de nuestra era, y se conformaba de una sociedad dedicada a la pesca, a la agricultura en terrazas a la orilla del mar, y a sepultar a sus difuntos en cementerios.

Seiscientos años después, una refinada cultura que practicaba además la cacería y la alfarería, y se vestía de gamuza y algodón, habitó en la actual Culiacán. Sus herramientas principales eran el arco y flecha, la macana y el escudo; además, colocaban a sus muertos dentro de ollas de barro.

Entre 700 d.C. y 1,200 d.C. floreció en Nayarit y Guasave, Sinaloa, la cultura del llamado Complejo Aztatlán; de la cual se han encontrado hermosas muestras de cerámica y alfarería en onix, barro y alabastro.

Una vez pasado el esplendor de esta cultura, los indios totorames se asentaron en Aztatlán. Estos eran una cultura sedentaria practicante de la agricultura, pesca y recolección de sal para su propio consumo y para utilizarla en el comercio con otros grupos. Diestros artesanos, elaboraban objetos de perlas, plumas y caracoles. Sin embargo, muy poco se sabe de su sencilla organización política y casi nada de su religión.

Por la misma época Culiacán era habitado por la cultura tahue, quienes sí estaban organizados en barrios y manejaban el poder económico y social de forma hereditaria. Al igual que los totorames, practicaban la agricultura, pesca, recolección de frutos, de sal, practicaban la alfarería y no eran violentos.

Otros grupos de la zona incluyen a los cahitas, guasaves, achures, acaxees y xiximes, estos últimos dos habitaban en la sierra.

En 1529 y después de fundar los actuales estados de Michoacán, Jalisco y Nayarit; Nuño Beltrán de Guzmán, decide emprender una expedición hacia el noroeste del país. Al llegar a Sinaloa, comienza el acostumbrado recorrido de reconocimiento de los grandes pueblos indígenas para decidirse a fundar la villa de San Miguel, lugar desde donde controlaría todo el territorio. Sin embargo la ubicación de tal villa no duró mucho y pronto fue reubicada a la actual capital del estado, la ciudad de Culiacán.

A pesar de las altas expectativas que los colonizadores tenían de este territorio, para conformar otra gran Nueva España, las cosas resultaron muy diferentes. Uno de los primeros y más grandes obstáculos que tuvieron que superar fueron las grandes epidemias que los mismos colonizadores propagaron entre los nativos, cuyas defensas biológicas desconocían los virus europeos. Así, entre 1535 y 1536, las poblaciones totorames y cahues se redujeron en más del 90%. Ante la falta de suficiente mano de obra que sacara adelante a los establecimientos españoles, el siglo XVI terminó para Sinaloa con unos cuantos asentamientos pobres y aislados.

Con la llegada de la Independencia, las familias de criollos “notables” que en Sinaloa y en Sonora gozaban de los mayores privilegios y control de la tierra se vieron aún más beneficiados, ya que el nuevo gobierno independiente de la nueva nación mexicana era débil, lo que les permitió tomar el control absoluto de la vida política y económica de ambos estados. En 1824, Sonora y Sinaloa se conforman oficialmente en el Estado Interno de Occidente.

A partir de mitad del siglo XIX la guerra entre liberales y conservadores propició un cambio aún más grande en la sociedad mexicana. Con la aplicación de los principios del Plan de Ayutla a la llegada a la presidencia del liberal Juan Álvarez, el dominio de los “notables” se vino abajo. La llegada de la constitución de 1857 en donde se retiraba el derecho a la propiedad de inmuebles a toda la Iglesia Católica provocó la furia de las altas jerarquías eclesiásticas, quienes presionaban al pueblo para no reconocer tal afrenta ya que enfrentarían la excomunión.

Después de la Guerra de Reforma durante el mandato del presidente Benito Juárez, los mexicanos debieron enfrentarse a la invasión del imperio francés. Y en 1864, en Sinaloa, el gobernador Antonio Rosales y un ejército de 400 soldados derrotaron a las tropas invasoras, en la batalla de San Pedro, hasta hoy recordada como símbolo de la derrota del enemigo. Aunque en realidad, el sitio del sur del estado por parte de los soldados europeos y el terror que esparcieron sobre numerosas poblaciones sinaloenses duró hasta noviembre de 1866, cuando el emperador decide retirarse del país.

Estos últimos acontecimientos dieron pie al nacimiento del sentimiento nacionalista en el noroeste del país. Sonorenses y Sinaloenses luchando por un objetivo común, el viaje hasta la capital para defender la patria, desarrollaron la identidad mexicana en estos estados hasta entonces “independientes” de la vida de la joven nación.

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