Hacia Una Arquitectura

“HACIA UNA ARQUITECTURA”

LE-CORBUSIER

En este libro Le Corbusier impregna sus ideas sobre cómo debería ser la arquitectura para mejorar las condiciones en la vida del hombre. Nos habla sobre los roles de el ingeniero en contra del arquitecto, pero busca conjugarlos como una unidad de apoyo mutuo y a la vez da tres consejos a los arquitectos para formar una buena arquitectura.

Primero, Le Corbusier nos dice que los ingenieros logran la armonía de la construcción inspirados en las leyes del universo como la física y esto les permite tener un constante desarrollo; en cambio también nos dice que los arquitectos crean un orden basado en su espíritu; por lo que ordenan las formas y la relación entre estas que resultan en la belleza. Por lo tanto, los arquitectos serían para él los creadores de las sensaciones y de los sentimientos que llegan al espectador y hacen que este perciba la belleza del proyecto.

Le Corbusier habla de la arquitectura como una primera necesidad del hombre, la cual va evolucionando conforme éste descubre nuevas herramientas y desecha las anteriores, para él está renovación evita el “desgaste de la salud moral”. Sin embargo crítica la falta de renovación de su época, que sus congéneres no reemplazaban las casas por nuevas y se enfermaban viviendo en ellas, como lo expresa en el siguiente argumento: “Nuestras casas nos desagradan; huimos de ellas y frecuentamos los cafés y los bailes; o nos congregamos, taciturnos y agazapados, en las casas, como animales tristes. Nos desmoralizamos”.

Por lo tanto, el arquitecto debe pensar en la renovación y soltarse de la enseñanza del pasado. Le Corbusier critica a las grandes escuelas de arquitectura de su época que se basan en cosas obsoletas y no se renuevan constantemente: “No tenemos ya dinero para sostener los recuerdos históricos, debemos ya lavarnos”. Para él la vida ha cambiado y todo sigue igual, nada evoluciona y eso estanca la arquitectura.

Más adelante Le Corbusier da tres advertencias a los arquitectos para el diseño. La primera es sobre el Volumen, que lo define como lo que percibes, el proyecto y sus formas en sí. Recomienda las formas primarias pues para él son bellas y admira ejemplos del pasado como las pirámides, la cúpula de Brunelleschi, el Panteón, etc., donde encuentra armonía en las formas geométricas. Y basado en ese concepto de lo primario y lo geométrico dice que las fábricas norteamericanas son una primicia de su tiempo.

Luego, como segunda advertencia está la Superficie, definida como la envoltura del volumen. Podríamos traducirlas como la fachada que para él está geometrizada por las directrices y bisectrices, sin embargo, se enfrenta a que sus colegas se guíen según él en el programa para hacer la fachada y por ello el resultado presentaba un volumen “agujereado por las necesidades del destino”.

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