Hermosura
Enviado por ingriddsusanaa10 • 8 de Abril de 2013 • 3.019 Palabras (13 Páginas) • 333 Visitas
RESUMEN DE LA OBRA DE UNAMUNO: NIEBLA
En el primer capítulo se nos habla de Don Augusto Pérez, un hombre singular y cotidiano, que un día de lluvia sale a la calle para pasear. A partir de ahí, se fija en una mujer que caminaba por enfrente y la sigue hasta llegar a un portal donde se encuentra la portera de su correspondiente edificio, Margarita. Augusto, había quedado fascinado al ver aquella hermosa mujer, y le preguntó todo lo que pudo a la portera sobre la vida de la otra mujer: ella se llamaba Eugenia Domingo del Arco, daba clases de piano, vivía con sus tíos, porque era huérfana y vivía en la avenida de la Alameda, nº 58.
Ya en el segundo capítulo, Augusto vuelve a su casa donde es recibido por su criado Domingo, que le llama de señorito. Durante toda la mañana quédase en su gabinete donde fantaseó sobre la mujer en la que se había fijado: cómo se llamarían sus hijos de apellido, cómo harían la boda..., en fin, que ya había vendido veinte pieles de oso y todavía ni siquiera los había cazado. Se quedó un poquito dormido y luego despertó al tiempo que tomó su almuerzo. Regresó a su gabinete donde se puso a escribir una carta a la mujer que todavía no conocía. Al término, regresó a la Avenida donde vivía Eugenia y se cruzó con ella sin darse cuenta de ello, aunque ella sí se fijó en él. Ignorante, Augusto se dirigió al portal de Eugenia, donde se volvió a encontrar con Margarita, la portera, a la cual le siguió preguntando cosas acerca de la vida de Eugenia. Augusto se enteró de que ya tenía otro pretendiente, al cual decretó su lucha por conquistarla.
En el tercer capítulo, Augusto marcha al casino donde se encuentra con su amigo Víctor y donde se disponen como todos los días a jugarse la tradicional partida de ajedrez. Pero hoy, no es un día normal, porque Augusto se distrae meditando sobre Eugenia y multitud de cosas más, mientras juegan al ajedrez ambos dos. Augusto, sin embargo, es un filósofo conspicuo, que le gusta mucho el ajedrez y el propio maestro de su amigo Víctor. Éste último le nota algo raro a su amigo, el cual le pregunta qué le pasa. Augusto le relata todo acerca de la mujer de la que se ha enamorado y que él ni siquiera conoce. Víctor dice conocerla, y al terminar la partida, con victoria de éste, éste dice en tono guasón el nombre de Eugenia con diminutivo.
Adentrándonos en el cuarto capítulo, vemos cómo Augusto regresa a su casa meditando sobre los diminutivos y la niebla del amor, en el que llega a la conclusión de que la vida es una niebla y que no se conoce nada que no se haya querido antes. Llega a casa, se mete en su cuarto y empezó a pensar sobre el matrimonio entre Eugenia y él.
Muchas noches, solían jugar Augusto y su criado Domingo una partida al tute. Una noche de aquellas, durante la mitad de la partida, Augusto, ante la atenta mirada de la mujer de su criado (la cocinera Liduvina), le preguntó cosas acerca de su matrimonio, llegando a la conclusión de que es más fácil casarse que ser casado. Augusto, mencionó a su madre, que le dijo antes de morir que debía traer a casa una mujer que viviera con él y supiera llevar bien los negocios de la casa. Y luego comenzó a hablar sobre su Eugenia, la cual era conocida también por su cocinera Liduvina. Más tarde acudió a su cama donde se acostó con la intención de soñar con Eugenia.
El quinto capítulo comienza con el despertar de Don Augusto tras oir al chaval que traía La Correspondencia. Estuvo un poco pensando sobre su Eugenia y luego marchó a la calle. Se dirigió hacia el edificio donde vivía y se encontró con Margarita la portera, con la que estuvo charlando. Ésta le comunicó que ella ya tenía novio, pero muy valiente, prometió vencerle para conquistar a Eugenia. Tras la conversación entre ellos dos, Augusto marchó a la alameda, con la intención de refrescar sus pensamientos. Estuvo recordando la juventud y la forma de ser de su madre y muchas de las cosas que ella le decía antes de morirse. Augusto mencionaba la gran cantidad de cosas que aprendió con su difunta madre. Tras estos pensamientos melancólicos, vio un arbusto moverse misteriosamente, acudió a él y vio un pobre cachorrito que recogió para llevárselo, porque le daba mucha lástima. Lo llamó Orfeo.
En el sexto capítulo, Augusto se dirige a la casa nº 58 donde vivía Eugenia, estuvo un poco meditando cuando de pronto, se asomó una mujer por el balcón que, intentando colgar la jaula de su pajarito, desafortunadamente, se le cayó. Augusto la recogió y entró en casa de dicha mujer invitada por ella misma a tal fin. Esta mujer, llamada Ermelinda, era la tía de Eugenia casada con Don Fermín, hombre anarquista y de personalidad contradictoria, que defendía la mayoría de cosas que en aquellos tiempos eran una barbaridad. Augusto se presentó a ambos, y se quedaron hablando sobre Eugenia y la buena pareja que formarían Augusto y ella. Don Fermín y Ermelinda, su mujer, querían que su sobrina se casara con él porque Augusto era un hombre de gran capital.
El capítulo séptimo, según mi opinión, es algo melancólico, porque en él Augusto trata de descifrar el misterio de la vida y la eternidad después de la muerte aludiendo a la vez al amor que tiene con Eugenia. Piensa que ya es un hombre que tiene un fin concreto en la vida, conquistar a su amada, algo que antes no tenía. Cree que el amor que tiene desembocado con Eugenia es como una lluvia bienhechora, suave, que sirve para regar la cosecha que no ha podido ser regada durante semanas. Todo esto lo piensa teniendo en manos a su cachorrito Orfeo, con el que conversa.
En el octavo capítulo, Augusto marcha a casa de los tíos de Eugenia e invitado por ellos para conocer a su amada. Estuvieron un rato charlando sobre la formación de las parejas amorosas, cuando de pronto sonó el timbre y entró Eugenia. Augusto no paró de contemplar aquellos majestuosos y brillantes ojos. Conversaron sobre cada uno (si a Eugenia le gustaba la música, que no era así, donde trabajaba...) hasta que empezaron a hablar sobre la hipoteca, lo cual hizo enfadar a Eugenia que se metió en su cuarto, porque era muy baja. A pesar de todo, Augusto estaba más feliz que antes al haber conocido tan enorme hermosura, y declaró ante los tíos de Eugenia que haría lo posible por conquistarla. Se fue a casa donde fue recibido por su cachorrito. Entró y se quedó hablando con Liduvina, su criada, la cual le notó una buena cara.
Un día después, en el noveno capítulo, Eugenia se dirigió a un cuchitril donde se encontraba su novio Mauricio, al cual le dio conocimiento de la existencia de Augusto, el cual iba detrás de ella. Eugenia decía que no le soportaba. Además, estuvieron charlando sobre lo económicamente mal que iban
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