Historia De Las Cosas

La economía ha sido siempre el motor que pone en funcionamiento a las sociedades, aún desde nuestros orígenes, un simple trueque podía determinar los inicios de una relación comercial entre oferente y demandante que se mantiene vigente hasta nuestros días.

Desde los inicios de la humanidad el hombre reconoció al planeta como la fuente primaria de los suministros que serían necesarios para su supervivencia y es en ese momento que reconoce la vital importancia que tiene la explotación de los recursos naturales y minerales para el desarrollo de la sociedad. No obstante esa sociedad de la que hablamos unos cuantos miles de años atrás, estaba conformada por individuos cuyas necesidades eran las más básicas que el ser humano podía tener: alimentos, vestido y vivienda.

En esta sociedad inicial podían convivir en perfecta sinergia el planeta con sus habitantes, ya que estos no tomaban más de lo que pudiesen consumir y empleaban sistemas tan artesanales que la obtención de los recursos no suponía daño alguno para el medio ambiente. Esto sin entrar en materia que la mayoría de las culturas de la época comprendían su total dependencia de la tierra y la alababan hasta el punto de convertirla en una deidad.

No obstante era de esperarse que el ser humano con toda su complejidad evolucionara y desarrollara sociedades tan intrincadas como él y donde la competencia y el liderazgo formarían parte fundamental. Ese crecimiento trajo consigo que las tres necesidades básicas que comentamos en un principio ya no fueran las únicas que el hombre tratara de satisfacer, ya los alimentos en sí mismos no eran suficientes, ya la ropa no sólo era para abrigo y las viviendas ya no eran para protección, y nace la necesidad más grande que acompaña al ser humano hasta la actualidad: la de superarse a sí mismo.

Y es esta necesidad la que lo impulsa a la revolución más grande de todos los tiempos, la industrial. Con el descubrimiento del petróleo como el combustible indispensable para el motor de la humanidad, es cuando la industria, la tecnología y la economía se transforman en lo que conocemos hoy en día.

Surge una sociedad globalizada en la cual las necesidades son cada vez más complejas hasta el punto en que los productos y servicios son prescindibles y cada vez más fáciles de reemplazar y desechar. Nuestro consumismo desmedido ha convertido a la industria en un depredador de los recursos del planeta, que no para ni un segundo y que olvida que este es finito y que va a llegar el momento en el que ya no se logre satisfacer la demanda.

El problema se agudiza cuando incluimos la variable de costos. Para ser competitiva en el mercado una organización compite entre otras cosas, con los precios. Con contadas excepciones, los individuos se ven atraídos a un producto por su funcionalidad en la mayoría de los casos el factor determinante para tomar

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