IDENTIDADES Y RESISTENCIAS: Detonantes De La Violencia En El fútbol1
Enviado por lutriled • 8 de Septiembre de 2014 • 2.442 Palabras (10 Páginas) • 243 Visitas
Resumen
El deporte no es sólo un reflejo de la sociedad, es parte integral y activa de la
misma, una parte que puede ser usada como un medio para reflexionar sobre el
devenir social. El espectáculo futbolístico es apropiado por la juventud aficionada
como aquel medio de escape a la cruel realidad a la que muchos están sometidos
por el modelo neoliberal, por lo que un joven puede llegar a plantearse el dilema
de cómo puede ser posible que un gobierno que poco le ofrece para mejorar su
calidad de vida, disponga de cuerpos policiales tan bien dotados para reprimirlo y
subyugarlo al momento en que se encuentra realizando una de las pocas
actividades que le dan sentido a su vida: el fútbol. Sus desconciertos y sus odios
reprimidos se manifiestan en la vehemencia con la que enfrentan al despiadado
representante del Estado en los estadios: el Escuadrón Móvil Antidisturbios
(ESMAD).
1
Este trabajo es resultado de la investigación empírico-documental sobre el movimiento ACAB en las barras
bravas de Medellín, realizada durante el segundo semestre del 2010 en la materia el Oficio de Investigar,
pregrado en sociología, con la asesoría de la docente Andrea Lissett Pérez, Universidad de Antioquía. 2
El fútbol comparte con la religión, la política y la economía, la condición de ser una
de las actividades humanas que más fanatismo y oposición presentan si se las
toma como tema en una discusión. Como reza el adagio popular, “no hables mal ni
de mi dios, ni de mi presidente, ni de mi equipo de fútbol”2
. Y es que este
fanatismo unido a la defensa de la identidad de una hinchada –factores
exacerbados sobre todo en las denominadas “barras bravas”– es el motor que
mueve las pasiones para que los sujetos que las integran reaccionen ante
situaciones de éxito o fracaso, alegría o decepción (Alabarces, 2000). El hecho
significativo es que muchas de estas reacciones, por parte de una fracción
reducida de hinchas, implican la manifestación de la violencia física o verbal, la
cual guarda una relación directamente proporcional a la idea que cada individuo
tiene del fútbol en sus vidas: bien sea éste una de las fuentes de sentido o
significación para ellos o quizá la única.
Pero el deporte no se limita en el fanatismo, es también construcción de identidad
en el mundo social. El deporte no revela valores sociales encubiertos, es un modo
mayor de su expresión. El deporte no es un reflejo de la sociedad sino una parte
integral de la misma, una parte que puede ser usada como un medio para
reflexionar sobre la sociedad. El deporte, en suma, tiene la capacidad de suplir
una cantidad de funciones: “definir los límites establecidos de comunidades
políticas y morales, asistir en la creación de nuevas identidades sociales, dar
expresión a ciertos valores y actuar sobre ellos, y servir como un espacio
contestatario para grupos opuestos” (Alabarces, 2000: 214). En esta interpretación
de las funciones sociales del deporte se resaltan dos que fortalecen mi idea de las
causas de la violencia en el fútbol: la creación de nuevas identidades sociales y el
uso como espacio contestatario para grupos opuestos.
2
Adagio de la cultura popular colombiana. 3
La generación de identidad es una de las funciones más notables del deporte;
sobre todo en el balompié, el cual goza de gran reconocido a nivel mundial. En el
hincha es realmente en quien descansa un verdadero sentido de pertenencia por
el equipo al que sigue. Este es un sentido de pertenencia desprovisto de intereses
económicos y de apoyos condicionales. En cambio, el continuo mercado e
intercambio de jugadores, los cuales cuentan con un tiempo nada prudente para la
creación de sentido de pertenencia por su continuo traspaso entre clubes, los hace
ver como “traidores” por la fanaticada; ante los intereses egoístas de empresarios
y directivos que ven cada Club como una fuente inmensa de rentabilidad en el
mercado del futbol –boletería, publicidad, patrocinio y modelaje–. En la misma
dirección, empresarios televisivos ocupados en maximizar sus ganancias y
periodistas corruptos y parcializados, involucrados en negocios de transferencias.
De ahí que “las hinchadas se perciben a sí mismas, desmesuradamente, como el
único custodio de la identidad; como el único actor sin producción de plusvalía
económica, aunque con una amplía producción de plusvalía simbólica” (Alabarces,
2000: 216). En resumidas palabras, el hincha toma el papel de propietario
simbólico del equipo, constituyéndose como único doliente de sus fracasos y
verdadero merecedor de sus victorias.
Algunos actos violentos pueden explicarse como la defensa de esta identidad
privilegiada, de un territorio, de un imaginario simbólico (y a veces real).Existen
tres clases de identidades. En primer lugar, la construida por los hinchas
militantes: individuos pertenecientes a las barras tradicionales que cuentan con
una historia propia y con una organización administrativa producto de sus largos
años de permanencia. En segundo lugar, la de aquellas personas que solo asisten
a ver los compromisos por pura pasión y afición por el espectáculo futbolístico, sin
pertenecer a una barra específica y sin tener una relación emocional fuerte por un
equipo en particular o, si la tienen, involucran poco de su estado afectivo luego de 4
una victoria o una derrota. Y, por último, está la identidad constituida por las
denominadas “barras bravas”, de la cual se trata en este ensayo.
Cuando se les pregunta a los hinchas militantes –y a aquellas personas que son
solo espectadores– por los actos violentos que empañan el espectáculo deportivo,
sus respuestas son ambiguas:
ponen como responsables directos a actores institucionales (la policía, la dirigencia
deportiva); entienden las medidas represivas como parte de un complot destinado a
saquear la pasión futbolística y entregarla como mercancía a la industria del espectáculo.
En ese sentido, los hinchas (militantes y sólo espectadores) se entienden compartiendo
con aquellos que señalan como ‘violentos’ (‘barras bravas’) la defensa común de un
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