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Importancia De La Complejidad De Los Problemas Ambientales


Enviado por   •  31 de Marzo de 2014  •  2.544 Palabras (11 Páginas)  •  466 Visitas

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SESIÓN 1 PRODUCTO 1

IMPORTANCIA DE LA COMPLEJIDAD DE LOS PROBLEMAS AMBIENTALES Y SU VINCULACIÓN CON LA EDUCACIÓN AMBIENTAL

Jorge Ortiz Jarillo

OIJJ600202SI7

SEC. GRAL. “20 DE NOVIEMBRE”

La complejidad ambiental

Es innegable el consenso general de que existe una problemática ambiental. Es innegable también que esta problemática es multidimensional y multifactorial y por lo tanto compleja. La complejidad de la problemática ambiental, desborda los campos disciplinarios de cualquier ciencia o estudio que pretenda abordarlos desde su muy particular área y darle una posible solución.

En la problemática ambiental se entrecruzan no solo procesos ecológicos y biológicos, sino también económicos, sociales, tecnológicos, culturales, éticos, estéticos, etc. Todos ellos intervienen en dicha problemática y, por tanto, nos imponen la habilidad para tratar de comprender dichos procesos e interrelacionarlos entre sí.

Por otro lado, la complejidad de los problemas ambientales esta entrelazada dentro de otra más compleja red de problemas que aquejan al mundo. La problemática ambiental es, a su vez, producto y síntoma de estos problemas mundiales, para trastocarse en causa y signo de otros problemas que adquieren también expansión mundial.

La problemática ambiental nos obliga a incorporar a los procesos de construcción y, en nuestro rol docente, de transmisión de conocimiento analítico, una dimensión de complejidad multidimensional que intente aprehender los procesos dinámicos de una realidad siempre cambiante.

Hoy más que nunca debemos de ser humildes, comprender que nuestro pretendido entendimiento de nuestra área o asignatura, es insuficiente para conocer y mucho menos transmitir la problemática ambiental y el cuerpo de conocimientos diversos que se han generado a partir de esta problemática. Nadie puede dar lo que no tiene. Para poder transmitir conocimientos complejos primero hay que aprender a adquirirlos.

No se trata de criticar a la ciencia y la técnica, sino de apropiarnos de los conocimientos científicos y técnicos –básicos al menos- junto con aquellos conocimientos, también básicos o importantes, que la economía, la política, la antropología, la ética, la estética, la pedagogía y la propia experiencia individual y colectiva generan. Esta pretensión renacentista si bien suena utópica debe quedar como eso; una pretensión que como individuos podemos alimentar y trabajar en alcanzarla, aunque nunca lo logremos, en el transcurso de nuestra existencia personal.

Pero esta necesidad de incorporar y utilizar la noción de complejidad a los procesos de construcción y transmisión de conocimiento está preñada de peligros. Si no buscamos un método de abordaje de esta realidad compleja que proceda de esta misma realidad, podríamos perdernos en una maraña ecléctica, desordenada y abigarrada de conocimientos, opiniones y subjetividades que nos impidan verdaderamente conocer los procesos que llevan o producen la problemática ambiental, confundiendo las causas con los efectos, lo importante con lo secundario, lo social con lo individual y viceversa. Y, en esta medida, incapacitarnos para poder entrever las propuestas o soluciones viables que alivien primero, y resuelvan después los graves problemas ambientales de nuestro tiempo.

La naturaleza es altamente compleja. El método científico es una poderosa herramienta que se ha forjado penosamente a través de muchos siglos para comprenderla. Pese a todas las críticas infundadas que se le puedan hacer, producto más de la incomprensión de este método que de su realidad, es lo mejor que tenemos para explorar y entender la naturaleza. Podría ser que en el futuro la humanidad en otro nivel histórico de relaciones y conocimiento conciba otro método más eficaz pero, por ahora, sería suicida y estúpido para cualquier nación y a la larga para la humanidad, no apoyar la investigación científica buscando fuentes alternativas de sabiduría que, sin ser confrontadas por los procesos naturales mismos, desemboquen en pura charlatanería y superstición.

Diversidad cultural y educación ambiental

Lo anterior está lejos de significar que exista un cuerpo de conocimiento unitario y totalitario producto de la ciencia como plantean algunos intelectuales, existen infinidad de conocimientos no producidos por el método científico que, empero, no por ello dejan de tener concordancia, a su modo, con la realidad.

Las diversas experiencias de la humanidad a lo largo de su historia en ambientes diferenciados y bajo contextos diversos, ha generado la riqueza de la diversidad cultural que, pese a las tendencias homogeneizadoras del modo de producción capitalista que impera a escala planetaria, aún podemos observar y admirar.

Estas diversas culturas no son producto de una pretendida preferencia espiritual que cada pueblo o etnia escogiera para sí y para diferenciarse de las demás, sino que son producto de las relaciones que estos pueblos han establecido entre sí, con otros pueblos y con el entorno natural. Disfrazados de creencias o costumbres, son las maneras de sobrevivencia de los grupos humanos con su entorno natural y social y, en consecuencia, la expresión ideológica pero práctica de su éxito para persistir en el tiempo.

Esta diversidad cultural está compuesta de diferentes conocimientos ambientales y, por tanto, de variados saberes de educación ambiental. Cada pueblo, o si queremos hablar griego; cada etnia, profesa y transmite diferentes formas de educación ambiental a sus miembros. Conocimientos y formas de comportarse frente a la naturaleza y sus recursos que les permiten o garantizan su propia supervivencia.

Por eso mismo no es posible hablar de una educación ambiental, si no de múltiples educaciones ambientales a lo largo de la historia y del espacio humano. Rescatar estas pedagogías ambientales, va más allá de un simple conservacionismo cultural, se impone como nuevas o redescubiertas formas de entender los procesos naturales y el aprovechamiento de sus recursos. Desperdiciar o despreciar estas enseñanzas y conocimientos diversos del ambiente es negarnos la oportunidad y el derecho de nuevos y enriquecedores aprendizajes que, pueden incluso, ser económicamente redituables.

Nuevamente hay que prevenirnos de los peligros; así como no podemos dar la espalda a la ciencia “occidental”, tampoco podemos abrazar como un todo y de manera acrítica la diversidad cultural a grosso modo. Dentro de las tradiciones y costumbres de los diferentes grupos humanos, coexisten la sabiduría y la ignorancia, los conocimientos valiosos y las supersticiones, el entendimiento y el oscurantismo. Apreciar en su justo valor la diversidad cultural, es la mejor manera de conservar

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