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Iniciativa


Enviado por   •  27 de Mayo de 2013  •  472 Palabras (2 Páginas)  •  231 Visitas

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El resultado del pacto es “un cuerpo moral y colectivo compuesto de tantos miembros como votos tiene la asamblea”, y es este principio debería ser el que constituya dicha idea. El Soberano, por tanto, corresponde a la totalidad de miembros de la asociación y encauzará la acción que nacerá de este cuerpo (la totalidad) y que podrá plasmarla mediante muchos pactos. Hay que destacar la relación entre los Súbditos (sometidos a las leyes) y el Soberano, ya que los primeros se encuentran comprometidos frente al Soberano y respecto de otros particulares que al igual que ellos se encontrarán integrados en el pacto. Así pues, se debe entender el cuerpo político (Soberano) como el conjunto integrado por todos los miembros que forman parte del pacto, y por lo tanto no podrá ir contra sus intereses, a pesar de que una persona de manera individual puede “creer” que sus intereses difieren de los da la comunidad. Por ese motivo, se necesita que exista un compromiso que sea plenamente garantizable por el resto de los ciudadanos. Ya que resulta insolidario pretender disfrutar de los derechos del ciudadano (participantes de la autoridad soberana) sin acarrear con los deberes del súbdito. Si estos intereses individualistas triunfaran supondrían la muerte del cuerpo político.

El resultado de este pacto, y el abandono del estado de naturaleza, es el estado civil, en el cual, aunque se hayan tenido que renunciar a las prerrogativas del estado de naturaleza (perdiendo la libertad natural), se ganará la libertad civil y la propiedad de todo cuanto posee.

Libro II: Capítulos 1 – 12

Rousseau plasma con precisión un principio básico de su gobierno en la siguiente frase: “sólo la voluntad general puede dirigir las fuerzas del Estado según el fin de su institución, que es el bien común”. Es ese acuerdo, de todos, el principio que debe regir la acción del Estado. Un Estado, en donde la meta debe ser el bien común, no el particular, ni la realización individual, lo que al fin y al cabo derivaría en diferencias.

El ejercicio de esta voluntad, es decir la soberanía, no podrá ser nunca enajenada, en tanto en cuanto que es el pilar fundamental sobre el que se sostiene la sociedad. Del mismo modo, como dicha soberanía es general y corresponde a un cuerpo único, conformado por la totalidad de las voluntades encarnadas en una común, es además indivisible. Esta voluntad general de la que habla Rousseau siempre debería perseguir la utilidad pública. Sin embargo, el pueblo puede ser engañado, y a través de artimañas podría adoptar decisiones que le perjudicara, ya que es obvio que de otra manera no lo haría. El

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