Integración en comunidades.

IDENTIDAD

Definida en un sentido estricto, la identidad empieza cuando un organismo es capaz de auto-reconocerse y de atribuir determinados rasgos, conductas y consecuencias de las acciones, a sí mismo (Melucci, 1982). Pero ese sentido de identidad viene precedido, en la ontogénesis y en la filogénesis, por un reconocimiento del otro, que parece anterior, o más primario, que la construcción de una identidad propia.

En los niños, antes de que surja un sentido del yo, que acabará por conformar una memoria auto-biográfica (Nelson 1996) hay un reconocimiento del otro. Podríamos decir, por tanto, que la identidad tiene su origen en el juego de relaciones con los otros, que acaba por conformar una identidad cuando el yo y mi circunstancia orteguianos  son interpretados como una entidad propia que se extiende en el espacio (mis producciones también soy yo).

M. Carles. (2011). La identidad de la Psicología de la Eduación. En La identidad en la Psicología de la Eduación(11-12). España: Narcea.

En su libro, La construcción social de la realidad, Berger y Luckman establecieron una diferenciación entre socialización primaria y secundaria. La socialización primaria corresponde al desarrollo básico de la identidad personal y social de individuo. La socialización secundaria es la adquisición del conocimiento específico de roles, estando estos directa o indirectamente arraigados en la división de trabajo. 

C. Armando. (2006). Introducción a la Psicología Social. Costa Rica: EUNED.

La identidad es un todo indisociable, pero cuenta con numerosos referentes: territorial, de género, de opción sexual, étnico, religioso, lingüístico, cultural, etc. Por eso la identificación es múltiple, lo que quiere decir que se pertenece simultáneamente a varias esferas y comunidades, concediéndose prioridad a una u otra faceta según las circunstancias, las necesidades y los objetivos.

Es importante destacar el relevante papel que desempeñan los otros en la construcción de la propia identidad. Por una parte, lo que decide que un individuo pertenezca a un determinado grupo es esencialmente la influencia de los demás, tanto la de los iguales, que quieren apropiarse de él, como la de los antagonistas, que tratan de excluirlo. Y por otro lado, identificarse con los semejantes y aproximarse a los que nos aceptan, supone alejarse de los diferentes y alejarse de quienes nos rechazan.

No es posible la construcción de una identidad (conocimiento y autoaceptación) sin la oposición –muchas veces conflictiva- de una alteridad u otredad (reconocimiento y aceptación de los demás). Dicho de otro modo, solo podemos afirmar la existencia de un yo en la medida en que seamos capaces de contraponernos a los otros.

R. Francisco. (2008). Identidad y Ciudadanía: Reflexiones sobre la construcción de identidades. Barcelona: Zero.

INTEGRACIÓN

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