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LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA Y SU INCIDENCIA EN EL FORTALECIMIENTO DE LA DIVERSIDAD CULTURAL


Enviado por   •  5 de Abril de 2016  •  Ensayo  •  1.413 Palabras (6 Páginas)  •  361 Visitas

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LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA Y SU INCIDENCIA EN EL FORTALECIMIENTO DE LA DIVERSIDAD CULTURAL

Es innegable el papel que juega la educación universitaria en la inclusión social y el desarrollo de ciencia y tecnología que a su vez son clave para un desarrollo sostenible en el mundo[1].

La educación universitaria representa la llave para que la humanidad pueda luchar en un frente común contra las crisis que amenazan su supervivencia; partiendo desde las casas de estudio, en cuyas aulas los universitarios repasamos la idea de dejar de ser nacionales de nuestros países para convertirnos en ciudadanos del mundo, porque tal como afirmaba Alfonso Reyes: “La única manera de ser nacional consiste en ser generosamente universal, pues nunca la parte se entendió, sino el todo” (Fuentes, 2012).

Sin embargo a lo largo del mundo en muchas y muy importantes universidades no son pocos los que quieren afirmar su personalidad asumiéndose como un “todo” sin entender que son una “parte” de un todo mayor que reclama una cierta e importante integración de esa “parte”. Las tendencias que existen en las casas de estudio entre la autoafirmación y la integración son parte del mundo social en general, vistas en el microcosmos de la universidad que a su vez forma parte del macrocosmos de la sociedad.

Dicho lo anterior no podemos dejar de recordar uno de los axiomas referentes a la correspondencia, plasmado en el legendario libro del Kybalion[2]: “Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba”. Y sustentado posteriormente por varios científicos entre ellos el reconocido astrofísico Carl Sagan[3] y otro importante físico austriaco Frityof Capra (Capra, 1975).Traemos a colación este principio, porque nos puede ayudar a comprender la mística social en la que están inmersas las Instituciones de Educación Superior (IES).

Es precisamente el motivo de este ensayo, entender la posición holística[4] de las miles de mentes que conforman la diversidad cultural de una universidad y la diversidad cultural que un conjunto de universidades aportan a una sociedad, así, en esta línea comprender que una sociedad solo es una de cientos que conforman nuestra aldea global, pero uno de los átomos creadores radica en la vida cotidiana de las IES.

  1. Tendencias integradoras y tendencias autoafirmadoras

La estabilidad de cualquier sistema vivo o social depende de un equilibrio de fuerzas de tendencias opuestas, esta polaridad no es un precepto metafísico, sino una realidad científica.

En el campo social que es el que nos ocupa; las fuerzas que balancean la ecuación son las tendencias integradoras y las autoafirmadoras. Las primeras se definen como: “la expresión dinámica de su carácter de todo” y las autoafirmadoras significan que: “cada parte debe afirmar su personalidad, pero al mismo tiempo la parte ha de someterse a las exigencias del todo” (Koestler, 1974)

La diversidad cultural no es otra cosa que el equilibrio de las fuerzas mencionadas en el párrafo anterior, es decir es una liga que debe ser lo suficientemente elástica para mantener a salvo la individualidad del ser, pero manteniéndolo conectado con “el todo” rector. Ese equilibrio virtuoso es lo que busca la universidad, entendida como una institución que construye, gestiona, enlaza, intercambia y fertiliza diversos saberes y conocimientos

La universidad fue concebida como un centro de docencia en donde: “(estudiantes) autores religiosos, juristas, economistas, fisiólogos, químicos, geólogos, e historiadores, deben ir tranquilamente juntos, como compañeros de viaje, en sus respectivas líneas de especulación, investigación y experimentación” (Newman, 1976), esta idea de John Henry Newman no hace más que reforzar la afirmación de que la unidad de la raza humana es, para la Universidad y para los académicos, un ideal y un hecho.

  1. Se prohíbe prohibir

París, Marzo de 1968; en la universidad parisina de Nanterre se comenzaba a gestar un movimiento que iba a impregnar a los jóvenes a lo largo del mundo (Bartra, 1996), incluso detrás de la cortina de hierro que desde hacía 20 años había caído desde Stettin en el báltico hasta Trieste en el adriático.

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