LA MAYOR CUALIDAD DE UN MÉDICO.

Alumno: Jorge Alejandro Pamplona Tobón        

Asignatura: Introducción a la Medicina I            

Docente: Dr. Ricardo Posada Saldarriaga

Facultad: Medicina – Semestre I

LA MAYOR CUALIDAD DE UN MÉDICO

El ser médico trasciende más allá de lo que un diploma pueda decir, de los conocimientos que día a día se forjan en las aulas y los laboratorios, es mucho más que atender a un paciente cuando éste lo solicite. Pensaría yo, que un médico no es quien más conceptos afiance en su mente, un médico es aquel, que es capaz de conectarse con el mundo, de darse cuenta que está tratando con personas que al igual que él, sienten, pero que en cierta medida se encuentran supeditados a su accionar. Así, es como se empieza a develar a la luz del médico y de la sociedad, que su quehacer, perceptiblemente, girará en torno a los demás, y entonces se comienza a especular que la característica esencial de un médico debe ser el entendimiento y la empatía con el otro, sin embargo, allí hay un punto de inflexión ya que de la empatía no vive el médico, es decir, se puede entender perfectamente al otro, me puedo poner en sus zapatos y darme cuenta de sus necesidades, y aun así hará falta, aquello que llamaré la energía potencial que moverá el mundo del profesional y que debe ser vital en ésta área de la salud, y es así como se concibe la mayor cualidad del médico, la cual llamaré simple y llanamente “pasión”.

Si, pasión. Podrá sonar muy corriente y genérico, hablar de que la pasión debe mover al médico en su accionar, y muchos dirán, sin equivocarse, que es una cualidad general en cualquier profesión, pero, sin querer desvirtuar ningún otro saber científico ni humanístico, la pasión del médico debe ir más allá de los límites conceptuales, es más que el vivo deseo de hacer algo, es plasmar ese deseo en el diario vivir, en el quehacer profesional y en la vida en general. El médico debe amar con vehemencia su arte, defender los ideales del juramento hipocrático hasta que sus fuerzas se lo permitan, hacer lo posible y hasta lo imposible por el otro, para el médico no deberían existir límites en cuánto a ayudar al otro signifique, y para que esto sea llevado a cabo cabalmente es necesario el establecimiento de una base sólida, capaz de soportar todos los retos que el “ser médico” acarrea, y esto se traduce en nada más y nada menos, que, en la ya mencionada pasión, cualidad inherente a cualquier individuo, pero que debe ser recordada en cada momento por el profesional de la salud.

La pasión es el aliciente del médico, afirmaría yo, y sin temor a equivocarme que médico sin pasión es equivalente a un río sin agua, es decir, allí está marcando su cauce con todo lo necesario para llevar a cabo sus funciones “naturales”, sin embargo, carece de ese elemento fundamental que moverá y alentará cada una de sus acciones, aquello que lo debe caracterizar y lo va a incitar a enamorarse de su labor, de los demás, del mundo en general.

Finalmente, pasión concebida como la mayor cualidad del médico, si es entendida desde el correcto punto de vista, permitirá el pleno desarrollo de las demás cualidades, capaces de forjar a un profesional íntegro, ya que la pasión es la energía vital que me mueve a realizar cualquier acción con entusiasmo, ganas y todas las energías posibles, que se traducen en el correcto ejercicio de una labor. Además de esto, permite el garantizado goce y disfrute de lo que hacemos, porque cuando se hacen las cosas por gusto y por satisfacción personal, es totalmente verídico que de allí vendrán los mejores resultados, capaces de cambiar vidas y de contribuir paso a paso a la construcción de un nuevo mañana. La pasión lo es todo, y lo demás vendrá por añadidura.

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