LA MENTIRA- ¿La mentira es necesaria en la sociedad?

La mentira

¿La mentira es necesaria en la sociedad?

El objetivo de este ensayo es dilucidar si los efectos que la mentira tiene en la sociedad son favorables, para concluir confirmando o invalidando nuestra tesis acerca de que la mentira es necesaria en la sociedad, porque puede beneficiar y fortalecer las relaciones sociales e interpersonales si su finalidad es positiva.  

Primeramente, es fundamental para realizar nuestro análisis, el precisar que la mentira es una forma de eludir la realidad y, por tanto, la responsabilidad que implica afrontar la realidad sobre algo^[1]. Frecuentemente escuchamos frases como “nunca hay que mentir”, “mentir está mal”, pero ¿nos hemos planteado si puede ser que la mentira en ciertos casos no sea mala? ¿Podría ser que a veces mentir está bien? Decidimos no mentir porque estamos convencidos de que está mal hacerlo, o porque los otros nos dicen que está mal? ^[2]

Generalmente, la mentira se asocia con la maldad, con el hecho de esconder algo y con la infidelidad. Sin embargo, las “mentiras blancas o piadosas”, que no son más que afirmaciones falsas dichas con una buena intención o que se dicen para no herir a los otros, son aprobadas. Pero, esta dualidad nos conduce a preguntar ¿cuál es el límite entre la “mentira mala” y la “mentira piadosa”?^[3]

La respuesta a estas preguntas inevitablemente depende de la posición en que nos encontremos. Es decir, de que si somos los que engañamos o los engañados y de nuestra propia perspectiva. Por ello, en algunos casos, el calificar una mentira como mala o piadosa dependerá del modo de pensar; de la personalidad; de los valores y hasta de la cultura de cada uno, mas no de la mentira en sí misma con sus causas y efectos. Por consiguiente, resulta un tanto difícil lograr una opinión objetiva sobre la mentira.

No obstante, considero que existen circunstancias en las que resulta innegable afirmar que la mentira es necesaria en la sociedad pues de no utilizarla podrían surgir mayores conflictos. El problema es cuando se convierte en un hábito patológico o cuando con ella se quiere lograr una finalidad malsana, cometer un delito o perjudicar a alguien.

Es innegable que, como dice el Dr. House, un popular personaje de la serie de televisión que lleva su nombre, todos mienten y es que esta acción puede surgir espontáneamente o premeditadamente.

El psicólogo y psiquiatra austríaco, Alfred Adler dijo que “Una mentira no tendría sentido si la verdad no fuera percibida como peligrosa”. Ello nos induce a aceptar que ante un daño mayor es preferible mentir, lo cual significa que la mentira también puede conllevar un beneficio; una bondad o un buen propósito. De ahí la clasificación de mentiras “malas” y “mentiras piadosas o buenas”, que sirven para calmar; evitar mayores daños emocionales, materiales o humanos; consolar, esperanzar, fortalecer o animar.

Lo razonado nos permite afirmar que la mentira tiene dos caras, pero una de ellas nos demuestra que es necesaria para la sociedad cuando provoca beneficios para el engañado o cuando es inevitable en nuestras relaciones sociales e interpersonales para evitar males o sufrimientos mayores que podrían causar un daño irreparable, arruinar una vida, causar un incidente peligroso, etc. La otra, nos muestra la ruindad del ser humano contrapuesta a la caridad, a la misericordia y bondad de quien no miente precisamente en beneficio propio.

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