LA METILACIÓN DEL ADN Y SU RELACIÓN CON EL CÁNCER.
Enviado por Xaireth • 12 de Mayo de 2016 • Resumen • 2.027 Palabras (9 Páginas) • 221 Visitas
REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA[pic 1][pic 2]
UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL LIBERTADOR[pic 3][pic 4]
INSTITUTO DE MEJORAMIENTO PROFESIONAL DEL MAGISTERIO
COORDINACION LOCAL DE INVESTIGACION Y POSTGRADO[pic 5]
ACHAGUAS, ESTADO APURE
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Facilitador: | Maestrante: |
San Fernando, Marzo de 2016
Desarrollo histórico de la orientación
De acuerdo a los postulados de Bisquerra (1996), en los orígenes de la actual orientación, a partir de los años 30, encontramos el término guidance como un concepto globalizador que incluía cuestiones relativas a la salud, religión, tiempo libre, familia, amigos, escuela y trabajo. A su vez, el término vocational guidance, se concebía como el proceso de ayuda individual para la elección de una ocupación. En tal sentido, Santana (2007), refiere otro término, también vinculado a la expresión orientación, que es el concepto de counseling; se refiere a la relación de ayuda de naturaleza más afectiva y personal, menos vinculada al ámbito escolar.
Desde la perspectiva de los autores mencionados, estos postulados fueron el punto de partida para el modelo que se empleó entre 1930 y 1960, debido al aumento de la población estudiantil y al desarrollo de nuevas teorías psicológicas por el papel cada vez más imperante de la Asociación Americana de Psicología, “American Psychological Association (APA)”, cuyo protagonismo sigue vigente. No obstante, actualmente se considera que existe una sola orientación, a pesar de que dentro de dicha unidad se incluyen conceptos y significados ligados a su evolución histórica, que ha ido definiendo sus áreas de intervención principales: la orientación vocacional y profesional; la orientación en los procesos de enseñanza y aprendizaje; la atención a la diversidad; la orientación para la prevención y el desarrollo humano.
En este orden de pensamiento, se considera que la orientación vocacional fue la primera que surgió históricamente de la mano de los filósofos clásicos, siendo Sócrates el primero que destacó la importancia del conocimiento de uno mismo. Platón, por su parte, se centró en la necesidad de determinar las aptitudes de los individuos y Aristóteles completó sus postulados propugnando el desarrollo de la racionalidad para que las personas pudieran elegir actividades u oficios relacionados con sus capacidades e intereses.
En la Edad Media, tanto Santo Tomás de Aquino como Ramón Llull se preocuparon por el desarrollo de las potencialidades humanas y porque cada individuo enfocara su desempeño en consonancia con sus capacidades y preferencias. En el Renacimiento, Paracelso estudió el impacto de los factores de personalidad y edad y enumeró siete reglas básicas para orientar la vida. De esta etapa también cabe destacar la figura de Juan Huarte de San Juan, quien elaboró el primer trabajo de diagnóstico en orientación. Este autor defendía el carácter hereditario de las capacidades, aunque no despreciaba la influencia del ambiente y la educación en ellas.
Elementos básicos que permiten determinar un concepto de orientación.
Desde el surgimiento de la orientación, diversos autores se han encontrado con la dificultad para definirla en función de sus objetivos y campos de acción. Son muchas las definiciones surgidas, a lo largo del siglo XX que abarcan una amplia gama de perspectivas a las cuales no ha estado ligada siempre la educación y, por ende la función docente. De acuerdo con Martínez (1998), el concepto de orientación, sus funciones y el modo de planificarla fueron, desde el comienzo, imprecisos, problemáticos y, con frecuencia, contradictorios. Según este, autor, la orientación ha sido tratada desde diversos enfoques, que constituyen elementos para determinar algunas definiciones, en función de la perspectiva que se siga: como proceso que ayuda a la persona a tomar decisiones vocacionales, como forma de asesorar al individuo para la resolución de problemas personales y/o sociales, como sistema o modelo de intervención que brinda asistencia al sujeto, y, más recientemente, como eje transversal del currículo, presente en los actos que emprende el docente en el contexto escolar y extraescolar.
Dada la complejidad de lo que este término encierra, la comprensión del mismo exige recurrir a una diversidad de fuentes y perspectivas que ayuden a una aproximación para su definición. Por ello, es necesario realizar una exhaustiva revisión y análisis del significado, funciones, principios, áreas o dimensiones de la orientación, con el fin de comprender la conceptualización de la orientación y especialmente en el área educativa. Al respecto, Bisquerra & Álvarez (1998) sugieren que el discurso sea analizado desde los siguientes niveles: histórico, teórico, conceptual, prescriptivo, descriptivo, normativo y crítico.
De tal manera, el análisis, desde el punto de vista histórico, permite asumir su evolución, comprender el presente y entender el futuro desde una perspectiva más amplia, retomando las fortalezas y disminuyendo las debilidades en relación con los nuevos enfoques y posturas acerca de la orientación. Lo conceptual plantea la necesidad de establecer acuerdos acerca del uso del lenguaje, pues en el campo de la orientación existen diversos enfoques, teorías, modelos y tendencias, de las cuales se han derivado conceptos y términos que no siempre son utilizados con el mismo sentido, lo que obliga a definir con precisión los términos utilizados.
El nivel prescriptivo implica formular propuestas y recomendaciones para el diseño de programas, basados en resultados de investigaciones psicopedagógicas, en teorías y modelos de intervención de probada eficacia, y la opinión de los expertos. El nivel descriptivo tiene como objetivo describir lo que se está haciendo, por cuanto contempla las experiencias de orientación en los centros educativos o en una comunidad, estudios de casos, entre otros, es decir los hechos y fenómenos, tal como suceden. El análisis normativo se fundamenta en instrumentos legales y en elementos que prescriben los especialistas, que sirven de patrón y/o referencia para el proceso orientador. Por último, la reflexión crítica, de la práctica de la orientación en este caso, es un factor decisivo para la mejora de la propia praxis. Las discrepancias entre lo normativo (deber ser) y la práctica (ser) puede llevarnos a un discurso crítico, orientado a una postura constructiva que, en última instancia, contribuya a la mejora de la orientación.
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