LA ORACIÓN FÚNEBRE DE PERICLES (470 AC - 399 AC)
Enviado por armando12 • 10 de Septiembre de 2012 • 548 Palabras (3 Páginas) • 513 Visitas
LA ORACIÓN FÚNEBRE DE PERICLES (470 aC - 399 aC)
reconstruída por Tucídides
La mayoría de mis predecesores
en este sitio
nos ha dicho que es honesto
pronunciar algunas palabras,
exigidas por la ley
durante el entierro de aquéllos
que han muerto en batalla.
...Pero cuál fue el camino
por el que llegamos a nuestra posición;
cuál es la forma de gobierno
que permitió volver más evidente
nuestra grandeza;
cuáles los hábitos nacionales
a partir de los cuales ella se originó;
éstos son los problemas máximos
que intento dejar en claro,
antes de proseguir con el panegírico
de todos estos muertos.
Pienso que el tema es adecuado
para una ocasión como la presente
y que ha de resultar ventajoso
escucharlo con atención
tanto por los nativos como por los extranjeros.
Nuestra constitución no copia leyes
de los estados vecinos.
Más bien somos patrón de referencia
para los demás,
en lugar de ser imitadores de otros.
Su gestión favorece a la pluralidad
en lugar de preferir a unos pocos.
De ahí que la llamamos democracia.
...
Abrimos nuestra ciudad al mundo.
No les prohibimos a los extranjeros
que nos observen
y aprendan de nosotros,
aunque ocasionalmente los ojos del enemigo
han de sacar provecho de esta falta de trabas.
Nuestra confianza
en los sistemas y en las políticas
es mucho menor que nuestra confianza
en el espíritu nativo
de nuestros conciudadanos.
En lo que se refiere a la educación,
mientras nuestros rivales
ponen énfasis en la virilidad
desde la cuna misma
y a través de una penosa disciplina,
en Atenas vivimos exactamente como nos gusta;
y sin embargo nos alistamos de inmediato
frente a cualquier peligro real…
… Pero con estos puntos
no finaliza la lista de los motivos
que causan admiración en nuestra ciudad.
Cultivamos el refinamiento sin extravagancia;
la comodidad la apreciamos sin afeminamiento;
la riqueza la usamos en cosas útiles
más que en fastuosidades,
y le atribuimos a la pobreza
una única desgracia real.
La pobreza es desgraciada
no por la ausencia de posesiones
sino porque invita al desánimo
en la lucha por salir de ella.
…
Nuestros hombres públicos
tienen que atender
a sus negocios privados
al mismo tiempo que a la política
y nuestros ciudadanos ordinarios,
aunque ocupados en sus industrias,
...