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LA POLITICA


Enviado por   •  30 de Diciembre de 2014  •  1.961 Palabras (8 Páginas)  •  159 Visitas

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EL CONCEPTO DE LO POLÍTICO

El concepto del Estado presupone el concepto de lo político. De acuerdo con el lenguaje que hoy se utiliza, Estado es el status político de un pueblo organizado dentro de un espacio territorial delimitado. Con ello se ha dado solamente una perífrasis, no una definición conceptual del Estado que tampoco es necesaria aquí en dónde se trata de la esencia de lo político. Podemos permitirnos dejar abierta la cuestión de qué es esencialmente el Estado; si es una máquina o un organismo, una persona o una institución, una sociedad o una comunidad, una empresa o un colmenar, o hasta una "serie fundamental de procesos". Todas estas definiciones e imágenes contienen cantidades demasiado grandes de interpretación, determinación, ilustración y construcción y, por lo tanto, no pueden constituir un adecuado punto de partida para una exposición simple y elemental. De acuerdo a su sentido semántico y como fenómeno histórico el Estado es la condición especial de un pueblo, y a saber: la condición determinante dado el caso decisivo y por ello, frente a los muchos status individuales y colectivos imaginables, el status a secas. Más por el momento no se puede decir. Todas las demás características de este conjunto abstracto — status y pueblo — obtienen su sentido a través del caracter adicional de lo político y se vuelven incomprensibles cuando se malinterpreta la esencia de lo político.

Es raro hallar una clara definición de lo político. La mayoría de las veces la palabra es empleada sólo en un sentido negativo, a modo de contraste contra muchos otros conceptos, en antítesis como política y economía, política y moral, política y Derecho; y, dentro del Derecho, política y Derecho Civil, etc. [9]. A través de estas confrontaciones negativas y frecuentemente también polémicas, es muy posible — dependiendo del contexto y de la situación concreta — que se pueda describir algo satisfactoriamente claro. Sin embargo, esto todavía no constituye una determinación de lo específico. En general lo "político" es equiparado con lo "estatal" o, al menos, se lo relaciona con ello. [10] El Estado aparece, pues, como algo político; y lo político como algo estatal — evidentemente un círculo insatisfactorio.

En la literatura jurídica especializada se pueden encontrar muchas de esas circunlocuciones de lo político las que, en la medida en que no tienen un sentido polémico-político, pueden entenderse como emergentes del interés práctico-técnico en la resolución jurídica o administrativa de casos individuales. Adquieren significado a partir del hecho de presuponer sin cuestionamientos a un Estado preexistente, dentro de cuyo marco se mueven. Así, por ejemplo, en el régimen de asociaciones existe jurisprudencia y literatura relacionadas con el concepto de la "asociación política", o de la "congregación política". [11] Más allá de ello, la praxis del Derecho Administrativo francés ha intentado instituir un concepto de móvil político ("mobile politique") con cuyo auxilio los actos "políticos" de gobierno ("actes de gouvernement") se deberían diferenciar de los actos administrativos "apolíticos" y podrían sustraerse del control jurídico administrativo. [12] [13]

En el fondo, esta clase de definiciones concurrentes a las necesidades de la práctica jurídica buscan tan sólo un asidero práctico para delimitar los fenómenos reales que surgen en el interior de un Estado y en su práctica jurídica. No tienen por objeto una definición genérica de lo político entendido en términos absolutos. Por ello es que les es suficiente establecer su relación con el Estado o con lo estatal, siempre y cuando el Estado y las instituciones estatales puedan ser supuestas como algo obvio y firme. También aquellas definiciones conceptuales genéricas de lo político que no contienen más que una referencia al Estado — o que implican una expansión conceptual del mismo — resultan comprensibles, e incluso científicamente justificadas, en tanto y en cuanto el Estado posea el monopolio de lo político; es decir: en la medida en que el Estado sea realmente una magnitud clara, unívocamente determinada, y contraste con los grupos y a las cuestiones no-estatales que, precisamente por ello, resultarán "apolíticas". Éste ha sido el caso allí en dónde el Estado no reconoció a una "sociedad" como antagonista (p.ej. en el Siglo XVIII) o, por lo menos, se situó como un poder estable y diferenciable por sobre la "sociedad" (como en Alemania durante el Siglo XIX y hasta entrado el Siglo XX). [14]

Por el contrario, la ecuación estatal = político se vuelve falsa y engañosa en la misma medida en que el Estado y la sociedad se compenetran mutuamente; en la medida en que todas las cuestiones otrora estatales se vuelven sociales y, viceversa, todas las cuestiones "tan sólo" sociales se vuelven estatales, tal como sucede necesariamente en una colectividad democráticamente organizada. En un caso así, las áreas que hasta ese momento habían sido "neutrales" — religión, cultura, educación, economía — pierden su "neutralidad" en el sentido de que dejan de ser no-estatales y no-políticas. El Estado total sustentador de la identidad de Estado y sociedad — un Estado que no se desinteresa por ningún rubro y que potencialmente abarca a todos los rubros — aparece como contra-concepto polémico, opuesto a estas neutralizaciones y despolitizaciones de importantes rubros. En él, por consiguiente, todo es político, al menos en cuanto posibilidad, y la referencia al Estado ya no está en condiciones de fundamentar un caracter diferenciador específico de lo "político".

La evolución va del Estado absoluto del Siglo XVIII, pasando por el Estado neutral (no-intervencionista) del Siglo XIX, hasta el Estado total del Siglo XX. (Cf. Carl Schmitt "Der Hüter der Verfassung" [El Guardián de la Constitución] — Tübingen 1931 — págs.78-79). La democracia tiene que abolir todas las diferenciaciones y despolitizaciones típicas del Siglo XIX liberal y, junto con la oposición Estado — Sociedad (= político contra social), también debe dejar de lado las contraposiciones y separaciones que esa oposición tenía en correspondencia con la situación del Siglo XIX. Vale

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