LA VIDA, EL PRIMER DERECHO HUMANO
Enviado por Astrid Borrero • 10 de Diciembre de 2015 • Apuntes • 1.604 Palabras (7 Páginas) • 253 Visitas
LA VIDA, EL PRIMER DERECHO HUMANO Gabriel Limodio1 Desde el año 2000, se han presentado en el Congreso Nacional más de 40 proyectos de ley de despenalización del crimen del aborto. Esta fuerte presión para la legalización de una conducta que importa dar muerte a una persona en las etapas iniciales de la vida ha suscitado un fuerte debate. La Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica Argentina quiere realizar un aporte en favor de la defensa y promoción del reconocimiento ético-jurídico del derecho a la vida de cada persona humana. Diversas causas inciden en una creciente desvalorización del bien jurídico vida humana. Una cosmovisión antropológica reduccionista y materialista, que tiende a convertir a la persona humana en mero material biológico disponible, junto con una pérdida del carácter relacional de la vida humana en virtud de un individualismo radicalizado, que mina las bases de la convivencia y debilita los deberes de justicia hacia el otro como prójimo que también nos ha sido confiado, generan un clima cultural que debilita fuertemente el carácter absoluto del derecho a la vida. En tal contexto, se abren camino iniciativas que privan a unos seres humanos del primer y fundamental derecho humano, el de la vida. Sólo el reconocimiento de la inviolable dignidad de cada vida humana, con independencia de su sexo, caracteres o accidentes, brinda bases sólidas a la convivencia social. Cuando tal derecho pierde su carácter absoluto, las relaciones dejan de estar regidas por las exigencias de la justicia, que señalan el deber de dar a cada uno lo suyo y en primer lugar de garantizarle el respeto a la vida, y se adentran en las arenas movedizas del relativismo donde todo es negociable y donde termina rigiendo la ley del más fuerte. En este sentido, la presente publicación se inicia con un artículo del Pbro. Dr. Víctor M. Fernández, Rector de esta Universidad Católica, publicado en el diario La Nación, quien presenta un marco de reflexión sobre las cuestiones en juego ante el tema del aborto y los dinamismos sociales que subyacen en torno a la defensa de la vida humana. Luego se recogen trabajos de investigación de profesores y jurístas vinculados con la Facultad que abordan diversas dimensiones del problema. En una primera parte, se incluyen estudios generales sobre la ilegitimidad del aborto procurado y su carácter de crimen gravemente injusto contra la persona por nacer. Además, se publica el documento elaborado por el Foro UCA Vida y Familia que constituye un sintético resumen de los argumentos sobre la injusticia del aborto, como así también una declaración de esta Facultad sobre el pretendido “derecho al aborto”. En la segunda parte, se presenta un exhaustivo análisis del derecho a la vida y el aborto en el sistema jurídico argentino. Se consideran con detenimiento la Constitución Nacional, los Tratados Internacionales de Derechos Humanos, el Código Civil y las Constituciones Provinciales, abordando con abundantes argumentos jurídicos e incluso con antecedentes históricos la coherencia del sistema normativo en algunos puntos centrales: el reconocimiento de que comienza la existencia de la persona en el momento de la concepción, la intrínseca dignidad de cada ser humano, el derecho a la vida como primer derecho humano, absoluto e inexcepcionable. Consecuentemente, se concluye en torno a la inconstitucionalidad de la despenalización o legalización del aborto en todas sus formas. Confiamos en que esta obra ayude a mantener firme un sistema jurídico que defienda y promueva la vida de cada persona, reconocida y respetada en su única e irrepetible individualidad, como unidad de cuerpo y alma abierta a la trascendencia y, por tanto, merecedora de una dignidad inalienable.
I.1. La defensa de los que tienen menos poder Publicado en el Diario LA NACION Miércoles 18 de agosto de 2010 Un feto corre el riesgo de ser menospreciado, como sucede con todo lo pequeño y aparentemente inútil. Pero la realidad es más que las apariencias. La biología afirma que el óvulo fecundado no es la suma de un óvulo y un espermatozoide. Es un ser humano nuevo, original, distinto del padre y de la madre. La genética indica que el ADN del óvulo recién fecundado contiene todas las características que tendrá ese humano adulto. Es exactamente el mismo que será cuando crezca. Sólo necesita que no le impidan desarrollar su potencialidad. Por eso, desde el instante de su concepción le corresponden los derechos de la persona humana, principalmente el derecho inviolable a la vida. Si el justificativo para eliminarlo es su incompleto desarrollo, esto concede plenos poderes a los fuertes para eliminar a los menos desarrollados. De hecho, en la colonización de América algunos se sentían autorizados a matar a los indígenas porque no parecían plenamente humanos. Recordemos a los nazis, cuando señalaban razas de menor calidad que se podían destruir. Igualmente, hay quienes invitan a eliminar a los discapacitados porque no están completamente desarrollados. Pero no son los desarrollados los que deciden quién es humano y quiénes no tienen derecho a la vida. Aquí entramos en el núcleo del asunto, que nos invita a no ser superficiales con el tema del aborto. Pensemos a fondo. Si sólo tiene derechos el ya “desarrollado”, ¿con qué argumento sólido podremos otorgar un carácter indiscutible a los derechos humanos de los más débiles? La defensa de la vida humana requiere fundamentos inquebrantables y jamás sujetos a discusión, para asegurarnos de que no se repetirán las diversas barbaries del siglo pasado. El único modo de establecer estos fundamentos firmes es sostener que la vida humana es sagrada siempre, desde su gestación hasta la muerte natural. 6 LA VIDA, PRIMER DERECHO HUMANO De otro modo, los inteligentes y poderosos encontrarán hábilmente excusas para eliminar al que molesta por considerarlo menos desarrollado: a los deformes, a los “negros” de las villas, a los ancianos, a los “bolitas”, a los dementes, a un árabe sospechoso, etcétera. Si lo miramos desde la óptica de los derechos de las mujeres, resulta indispensable afirmar que es tan valiosa la vida de la mujer adulta embarazada como la vida de su niña indefensa que está tratando de nacer. ¿Puede esa mujer adulta decidir libremente sobre la vida de esa otra mujer frágil que lleva en su vientre, sólo porque todavía está poco desarrollada? En cualquier política sana, quien tiene poder defiende especialmente a los que tienen menos poder. Por eso, aun por “coherencia progresista”, el aborto no puede presentarse como una solución. Reconozco que también es incoherente que alguien rechace el aborto y al mismo tiempo se desentienda de los marginados o sostenga terribles guerras preventivas. Hay mucha hipocresía, sí. Pero no se la hagamos pagar a los inocentes. Aquí cuenta algo que nos ennoblece inmensamente: esa pasión por la dignidad humana que se ve en una madre que lucha contra todo por la vida de un hijo discapacitado, mientras otros secretamente piensan que esa vida es inservible. O la pasión de quien busca preservar la vida de los indígenas de la selva, que supuestamente no aportan nada a la sociedad. O esa sublime obsesión de los médicos que batallan contra la muerte para salvar a una anciana de 90 años, aunque sólo sea para retenerla entre nosotros unos meses más. Ellos perciben que toda vida humana es infinitamente valiosa y debe ser cuidada, más allá de su desarrollo, más allá de su utilidad, más allá de toda circunstancia molesta. Lo mismo vale para ese milagro en gestación, para ese nuevo ser humano que lucha por crecer en el vientre de su madre. Quién sabe si será otro Einstein o una nueva Teresa de Calcuta. No importa si brotó por una violación o por un encuentro de enamorados. Es él, es único, y tiene derecho a estar aquí. Una sociedad que decide eliminarlo para evitar otros problemas se coloca en situación de riesgo. Una madre que dio a luz a un hijo discapacitado, por más que sufra por eso, entiende que la solución no está en asesinar al niño. Las respuestas siempre tendrán que buscarse en otra parte, no en la muerte. En algunos lugares se tolera que alguien aborte cuando prevé que el niño nacerá discapacitado. Entonces, ¿qué argumento bien sólido quedará para no eliminar también a un discapacitado que ya nació? El nacimiento no establece una diferencia esencial, no traza una línea clara entre una vida no humana y una vida humana. ¿Qué le agrega el hecho de salir del vientre? Un niño no comienza a ser humano como por arte de magia cuando es dado a luz, ni cuando pasa la barrera del tercer mes de gestación. Pretender determinar hasta qué momento de su desarrollo alguien puede ser eliminado sería considerarse Dios. Pero no lo planteo como una cuestión religiosa, sino como un sano humanismo. La situación de muchas mujeres pobres que han sido violadas es dramática. No suelen tener el apoyo que les hace falta para enfrentar su angustia. Necesitan amplia ayuda y mucho acompañamiento para llevar adelante un embarazo no deseado, aunque sea para que finalmente puedan entregar a su niño en adopción. Pero no somos solidarios con una víctima creando otra víctima. La solución no se encuentra enfrentando a una mujer con esa vida frágil gestada dentro de ella, como si fuera un simple grano o un tumor. ¿Acaso ese pequeño tiene la culpa de lo que pasa, como para convertirlo en una variable de ajuste? En un lugar donde las cosas se resuelven así, se produce una relativización de la vida que introduce en los subterráneos de la sociedad un frívolo desprecio por la dignidad humana. Esto finalmente se traduce en una incapacidad para reconocer al otro, que alimenta un oscuro dinamismo de degradación social. Mejor levantemos la mirada.
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