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LA ÉTICA: SE LA ENSEÑA, O SE LA APRENDE VIVENCIALMENTE?


Enviado por   •  23 de Noviembre de 2012  •  Trabajo  •  2.448 Palabras (10 Páginas)  •  380 Visitas

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IX CONGRESO NACIONAL DE FILOSOFÍA

UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRUJILLO

Facultad de Educación y Ciencias de la Comunicación

04 al 09 de agosto de 2003

Ramón R. Abarca Fernández

¿LA ÉTICA: SE LA ENSEÑA, O SE LA APRENDE VIVENCIALMENTE?

1. PRENOTANDA

Las graves confusiones, con las que nos enfrentamos al inicio del milenio, alimentan una concepción del mundo y del hombre expresada en un materialismo cada vez más sofisticado y más radical. Muchos sostienen que todas las esferas de la realidad responden a simples procesos físico-químicos. Y a pesar de la evolución de la ciencia, seguimos pensando que todo se reduce a materia y movimiento local, a un mecanismo que no se distingue de lo que el hombre mismo puede fabricar. (Reduccionismo: C. S. Lewis sobre <<Naturaleza>>, http://www.sedin.org/propesp/)

Entonces, cómo se da nuestro propio conocimiento?. De manera invulnerable, Husserl y la fenomenología demostraron que el conocimiento humano no consiste en procesos psico-físicos de nuestra mente. Pues, en la mente no hay procesos, sino actos; no existe algo así como un recinto de internos fenómenos psíquicos –al que llamamos “mente”- que transcurrirían en paralelo a los externos fenómenos físicos.

En los laboratorios de las universidades norteamericanas, constituye una especie de broma el animar a alguien para que pida una subvención pública o privada para realizar una investigación en inteligencia artificial, porque es un campo en el que se ha prometido mucho y no se ha producido casi nada. Y, sin embargo, cada vez está más extendida la idea de que nuestro cerebro es una especie de potentísimo ordenador, al cual se pueden reducir todos los procesos mentales.

2. EL CULTO AL ESPÍRITU

Pero, ¿A qué se debe que hayamos perdido el sentido del espíritu? Parece haberse incorporado, a nuestra visión del mundo, el lema: “la fuerza viene de abajo”, de la estructura material y básica, que condiciona la superestructura más o menos adjetiva y evanescente, donde acontecen los fenómenos de tipo cultural o “espiritual”. Pensar así, equivale a ser marxista o materialista sin saberlo. Por ello hace gracia ver cómo a materialistas resabiados se les llena la boca hablando de “la caída del muro de Berlín”. (Alejandro Llano, Diagnóstico cultural del tiempo presente, http://www.arvo.net/includes/documento.php?IdDoc=4732&IdSec=450)

Goethe decía (en él se inspira Nietzsche y en general los “filósofos de la sospecha”): “gris es la ciencia y verde el árbol de la vida”. El espíritu es de un gris tristón y desvaído “el último humo de una realidad que se apaga”, diría Nietzsche, el cuerpo resplandece con sentimientos, emociones, perspectivas y visos siempre nuevos. El materialismo de esta época es un corporalismo: culto al cuerpo. Los corporalismos son la new age, la meditación trascendental, el yoga y demás orientalismos. (Alejandro Llano, Programa para ser Rebelde, http://www.udep.edu.pe/bolcapella/capinf91.html)

La ética y el auténtico “culto al espíritu” no puede separarse del culto a Dios; de lo contrario, degenera en corporalismos cada vez más ambiciosos, porque se acaban atribuyendo al cuerpo aquellas características del espíritu que todavía no se han disipado del todo. Según José María Escrivá, es preciso materializar la vida sobrenatural, que es justamente lo contrario de “espiritualizar” la materia.

Por tanto, debe afirmarse vivencialmente la primacía del espíritu sobre la materia. Y este sentido de la realidad y eficacia del espíritu debemos reincorporarlo a la vida diaria, al común vivir y sentir de las personas, hasta en los detalles aparentemente más intrascendentes: desde decir “adiós” en lugar de “venga”, hasta redescubrir el profundo sentido espiritual de la alimentación humana; desde añadir “si Dios quiere” al formular un proyecto o previsión, hasta defender las tradiciones cristianas.

3. REEDUCAR EL GUSTO

En este terreno tan pantanoso, hay lo que podemos llamar “límites invulnerables del ethos social”. Será difícil decir la verdad siempre, como llegar a mentir siempre o casi siempre, porque así la sociedad se disolvería. La corrupción sexual también registra efectos de rebote, que es preciso utilizar con habilidad.

Ahora bien, el trabajo eficaz es siempre el positivo al apuntar a la recuperación de los clásicos: de esas obras artísticas y literarias podría decirse lo contrario de lo manifiesto en las producciones actuales; pues es muy raro encontrar representaciones o relatos escabrosos (todo se muestra con naturalidad: basta pensar en la Biblia, en El Quijote, en Shakespeare, ¡en Quevedo!, o en la serenidad de los desnudos que aparecen continuamente en la pintura y escultura clásicas). Se exige una re-educación del gusto, de hacer nuevamente agradable lo bello y lo bueno, y repeler lo soez y desvergonzado. En este campo no es improcedente cultivar un sentido de la excelencia.

Evidentemente, hay que consumir, porque de lo contrario uno se muere o malvive. Pero poner en el consumo el núcleo de la vida es una estrategia mortal. Los lujos de ayer se redefinen como necesidades de mañana, decía Daniel Bell en “Las contradicciones culturales del capitalismo”. Y si la economía actual busca la expansión indefinida del consumo, es que se trata de una economía mal pensada, humanamente deplorable.

La sobriedad es elegancia del espíritu y aquí entran de lleno las viejas virtudes morales, que hoy parecen redescubrirse. Solo con vivir la justicia distributiva se evitaría gran parte de los males del consumismo, enfermedad social corrosiva y epidémica. La difusión de la labor de las ONGs asistenciales (y honradas), el fomento del voluntariado y la promoción de una cooperación internacional mucho más eficaz son acciones que van en buena dirección. Se busca llegar, por todos los medios posibles, a una situación en la que la riqueza común sea compatible con la austeridad personal, sin que los consabidos indicadores económicos hagan sonar sus apocalípticas señales de alarma. (José Antonio Alcázar, Libertad y Consumo: una respuesta educativa, http://www.nalejandria.com/00/colab/libertad_y_consumo)

Schumacher, en “Lo pequeño es hermoso”, señala que la virtud necesaria hoy es la sobriedad.

4. EL VALOR COMO VIVENCIA

“Todo el mundo se ha preguntado alguna vez en qué consiste el Valor, por qué y para qué se le puede necesitar. El Valor es aquello que hace posible que las personas puedan ser capaces de superar todos, o parte, de los miedos que le atenazan, es uno de los valores en que los antiguos códigos caballerescos se apoyaban, pero hace ya mucho tiempo

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