LOS MOTIVOS DEL LOBO
Enviado por diana_pachon2 • 30 de Agosto de 2012 • 1.032 Palabras (5 Páginas) • 599 Visitas
LOS MOTIVOS DEL LOBO
El varón que tiene corazón de lis, alma de querube, lengua celestial, el mínimo y dulce Francisco de Asís, está con un rudo y torvo animal, bestia temerosa, de sangre y de robo, las fauces de furia, los ojos de mal: el lobo de Gubbia, el terrible lobo, rabioso, ha asolado los alrededores; cruel ha deshecho todos los rebaños; devoró corderos, devoró pastores, y son incontables sus muertes y daños.
Fuertes cazadores armados de hierros fueron destrozados. Los duros colmillos dieron cuenta de los más bravos perros, como de cabritos y de corderillos.
Francisco salió: al lobo buscó en su madriguera.
Cerca de la cueva encontró a la fiera enorme, que al verle se lanzó feroz contra él. Francisco, con su dulce voz, alzando la mano,
al lobo furioso dijo: ¡Paz, hermano lobo! El animal contempló al varón de tosco sayal;
dejó su aire arisco, cerró las abiertas fauces agresivas, y dijo: ¡Está bien, hermano Francisco!
¡Cómo! exclamó el santo. ¿Es ley que tú vivas de horror y de muerte?
¿La sangre que vierte tu hocico diabólico, el duelo y espanto que esparces, el llanto de los campesinos, el grito, el dolor de tanta criatura de Nuestro Señor, no han de contener tu encono infernal?
¿Vienes del infierno? Te ha infundido acaso su rencor eterno
Luzbel o Belial
Y el gran lobo, humilde: ¡Es duro el invierno, y es horrible el hambre! En el bosque helado no hallé qué comer; y busqué el ganado, y en veces comí ganado y pastor.
¿La sangre? Yo vi más de un cazador sobre su caballo, llevando el azor al puño; o correr tras el jabalí, el oso o el ciervo; y a más de uno vi mancharse de sangre, herir, torturar, de las roncas trompas al sordo clamor, a los animales de Nuestro Señor.
Y no era por hambre, que iban a cazar. Francisco responde: En el hombre existe mala levadura. Cuando nace viene con pecado.
Es triste. Mas el alma simple de la bestia es pura.
Tú vas a tener desde hoy qué comer.
Dejarás en paz rebaños y gente en este país. ¡Que Dios melifique tu ser montaraz!
Está bien, hermano Francisco de Asís. Ante el Señor, que todo ata y desata,
en fe de promesa tiéndeme la pata. El lobo tendió la pata al hermano de Asís, que a su vez le alargó la mano.
Fueron a la aldea. La gente veía y lo que miraba casi no creía.
Tras el religioso iba el lobo fiero, y, baja la testa, quieto le seguía como un can de casa, o como un cordero.
Francisco llamó la gente a la plaza y allí predicó.
Y dijo: He aquí una amable caza.
El hermano lobo se viene conmigo; me juró no ser ya vuestro enemigo, y no repetir su ataque sangriento.
Vosotros, en cambio, daréis su alimento a la pobre bestia de Dios. ?¡Así sea!, contestó la gente toda de la aldea.
Y luego, en señal de contentamiento, movió testa y cola el buen animal, y entró con Francisco
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