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La Acción Comunitaria Desde El Trabajo Social


Enviado por   •  26 de Agosto de 2012  •  3.167 Palabras (13 Páginas)  •  872 Visitas

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1. Aproximación a las bases teóricas y epistemológicas del trabajo social comunitario.

La intención de los autores en el capítulo que a continuación vamos a desarrollar es la abrir un diálogo y un debate acerca de los actuales desafíos y dificultades con los que se enfrenta hoy en día la acción comunitaria orientada desde la disciplina y profesión del trabajo social. Pretendemos construir algunas respuestas y nuevas preguntas al porque, al para quien y al como, entendido todo ello como ejercicio que nos remite a los núcleos fundantes, significativos y articuladores del trabajo social comunitario.

No podemos detenernos aquí a analizar con detalle el trabajo social comunitario desde una perspectiva histórica (Lillo y Roselló, 2001, Báñez, 1998), pero tampoco debemos obviar que la naturaleza y los objetivos del Trabajo Social Comunitario están incardinados a aquellos que son propios del Trabajo Social (Twelvetrees, 1998). El mismo origen, desarrollo y evolución del trabajo social está vinculado con la acción comunitaria, a partir de la existencia de diferentes experiencias de ayuda que se han sucedido a lo largo de la historia en el ámbito de la comunidad1. El trabajo social comunitario fue reconocido como método propio de la profesión de Trabajo Social en el año 1947, en la Conferencia Nacional de Servicio Social de los Estados Unidos (Torres,

1987). En el año 1962 la Asociación Nacional de Trabajadores Sociales Norteamericanos lo consideró como un ámbito práctico y de actuación del Trabajo Social. En definitiva, toma diferentes significados e interpretaciones, como uno de los tres métodos de intervención clásicos, junto al individual y grupal o más recientemente

1 De las cuales podemos destacar, los pueblos cooperadores impulsados por Robert Owen, pasando por el Settlement Movement, los consejos de bienestar de la comunidad, hasta los programas de desarrollo comunitario, entre otros, todos ellos citados por Lillo y Roselló, 2001).

como un proceso dialógico dentro del continuum metodológico individuo-grupo- comunidad (De Robertis, 1994). Desde esta última visión más holística y desde una lógica de proceso, donde se establece una clara imbricación entre lo colectivo y lo individual como dimensiones que entran en diálogo y/o en conflicto y se influencian unas a las otras2. El trabajo comunitario se considera como un enfoque propio e intrínseco del trabajo social, que incluso desde el debate más reciente se está planteando en qué medida puede constituir este espacio profesional por si mismo, una

especialización: la del trabajador social comunitario.

Lo que nos interesa remarcar e introducir a partir de aquí, es la idea de que trabajar con y desde la comunidad es una oportunidad y al mismo tiempo una exigencia para poder re-pensar este espacio social fundamental para el trabajo social. Ello requiere de una mirada analítica y crítica respecto de las bases teóricas, conceptuales, epistemológicas y metodológicas construidas desde esta disciplina, al mismo tiempo que debe permitirnos una necesaria aproximación interdisciplinar, como base de diálogo y de retroalimentación mutua. Varias son las razones que justifican esta actualización crítica. Por un lado, los cambios a los que estamos asistiendo tanto a nivel macro como a nivel microsocial, aluden a grandes y pequeñas transformaciones que están modificando el con-texto, es decir, la morfología, la cartografía y la sintaxis de aquello que podemos denominar como espacio social. Por otro lado, estas transformaciones tienen una influencia y/o impacto no solo en las formas y estilos de vida, sino especialmente en las relaciones, en las formas de con-vivencia y condiciones de vida, modificando el rostro y las miradas entorno a la cuestión social. Por último, las distintas experiencias que se han venido impulsando y desarrollando durante estos últimos años desde la perspectiva comunitaria nos invitan a poder de-construir y re-pensar nuestras fuentes, concebidas como referentes teóricos, conceptuales, epistemológicos y metodológicos. Se trata de poner en práctica el continuum acción-reflexión-acción, o como diría Eduardo Menéndez, intentar construir un marco de interpelación, diálogo y coherencia entre nuestras ideas y discursos, intenciones y prácticas de forma inter y transdiciplinar. Situar la acción comunitaria como espacio y objeto de estudio y de intervención, a nuestro modo de entender, también supone una oportunidad para poder construir

puentes o anclajes que nos permitan la retroalimentación de saberes entre el ámbito

2 Desde este enfoque y/o visión holística de la realidad, se explica la interrelación entre la dimensión colectiva del individuo y la dimensión individual presente en toda intervención comunitaria.

profesional y el ámbito académico desde cada una de las disciplinas. En este sentido, al final de este trabajo vamos a exponer una experiencia que nace y se desarrolla desde este espíritu y significado de anclaje y de retroalimentación entre ámbitos.

Al igual que sucede en otras disciplinas afines dentro de las Ciencias Humanas y Sociales, cuando se trata de designar la acción comunitaria, desde el trabajo social se han utilizado diferentes vocablos: desarrollo comunitario, intervención comunitaria o organización de la comunidad entre otros. Sin entrar a fondo en el debate acerca del propio concepto de comunidad, nos parece necesario resaltar la ambigüedad que conlleva el propio concepto. Se trata de un concepto polisémico y complejo del cual penden muchos otros conceptos que se utilizan como sinónimos de este. Esta complejidad conceptual como lúcidamente resalta Jordi Sancho, se muestra por un lado, como unidad simbólica discursiva y formalizadora de un espacio profesional, pero al mismo tiempo, paradójicamente se identifica como poco operativa. El concepto de comunidad no representa por si mismo ninguna realidad objetiva, sino que obtiene su

significado a través del uso en un entorno social concreto3. En realidad la comunidad

nos remite a un modelo ideal de sociedad inexistente, y por ello alberga un significado entre paradisíaco y utópico. Pero por otro lado, también hace referencia al interés y/o intención por recuperar un mundo, que se vive en la mayoría de los casos, en proceso de desintegración y/o desafiliación. En definitiva, este vocablo nos remite a la expresión de un malestar y al mismo tiempo a un sentimiento de amenaza, de posible destrucción de los vínculos societales, en relación con el modelo de sociedad hegemónico, que es básicamente capitalista, mercantilista

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