La Amistad

A lo largo de nuestras vidas, logramos grandes cosas, terminamos nuestros estudios, nos enamoramos, casamos, tenemos hijos, y tantas cosas que nos pueden suceder. Así como hay alegrías, tenemos también grandes momentos de tristeza y decepción, cuando sacamos una mala calificación, una decepción amorosa, la muerte de un pariente, entre otras cosas; es parte de la vida, tener buenos y malos momentos, porque no saber lo que se viene es lo que la hace más interesante.

Cuando nos sucede algo bueno, todos nos sonríen, vemos cómo todas las personas de nuestro alrededor halagan nuestros actos, y en nuestros triunfos están allí tratando de recibir, algo que por mérito y esfuerzo es nuestro. Sin embargo, cuando nos equivocamos, y tenemos a todos en nuestra contra, esas personas, desaparecen, y no sabemos a dónde fueron a parar, porque no son capaces de apoyarnos en los momentos difíciles, y tú, solo y sin nadie, tendrás que afrontar esa gran barrera que Dios te ha puesto.

Es hermoso el sentimiento que tenemos cuando nos sucede algo bueno, pero es más hermoso aún, tener a alguien con quien compartir esa alegría. Qué triste es, cuando la suerte no está de nuestro lado, pero es más triste no tener a alguien que comparta nuestra pena, y haga hasta lo imposible, para ayudarnos y hacernos sentir mejor. Esa gran persona, ese ser que siempre estará a nuestro lado, se llama “amigo”.

“La amistad es un alma que habita en dos cuerpos; un corazón que habita en dos almas”, lo dijo Aristóteles. El buen amigo no abandona en las dificultades, no traiciona; nunca habla mal de él, ni permite que en su ausencia sea criticado, porque sale en defensa. Amistad es sinceridad, confianza, compartir penas y alegrías, animar, consolar, ayudar con el ejemplo.

Muchas veces creemos que todas las personas que nos rodean son nuestros amigos, pero en realidad no lo son, pues “amigos de verdad son escasos, quien ha encontrado uno, a encontrado un verdadero tesoro”. Para que haya verdadera amistad es necesario que exista correspondencia, es preciso que el afecto y la benevolencia sean mutuos, si es verdadera, la amistad tiende siempre a hacerse más fuerte: no se deja corromper por la envidia, no se enfría por las sospechas, crece en la dificultad. Entonces se comparten con naturalidad las alegrías y las penas.

Alberto Moravia nos dice “La amistad es más difícil y más rara que el amor. Por eso, hay que salvarla como sea”. Hay tantos casos en que personas pierden grandes amigos, por confundirlos con amor, o también se da el caso en que buenos amigos se separan porque uno de ellos se ha enamorado, y dedica más tiempo a la persona que él ama, que a su amigo. Sin embargo, debemos recordar los verdaderos amigos, aunque no estén juntos físicamente, siempre habrá un cielo que los una.

Aprendamos a diferenciar a los conocidos, de nuestros verdaderos amigos, porque personas podemos conocer miles,

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