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La Bella Y La Bestia


Enviado por   •  25 de Noviembre de 2013  •  1.492 Palabras (6 Páginas)  •  295 Visitas

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Había una vez un hombre muy rico que tenía tres hijas. De pronto, de la noche a la mañana, perdió casi toda su fortuna. La familia tuvo que vender su gran mansión y mudarse a una casita en el campo.

Las dos hijas mayores se pasaban el día quejándose por tener que remendar sus vestidos y porque ya no podían ir a las fiestas. En cambio la pequeña, a la que llamaban Bella por su dulce rostro y su buen carácter, estaba siempre contenta.

La bella y la bestia

Un día su padre se fue a la ciudad a ver si encontraba trabajo. Cuando montó en su caballo, preguntó a sus hijas qué les gustaría tener, si él ganaba suficiente dinero para traerles un regalo a cada una. Sin apenas pensarlo, las dos hijas mayores gritaron:

-Para mí un vestido precioso.

-Y un collar de plata para mí.

Con su candorosa voz, Bella murmuró:

-Yo solamente quiero que vuelvas a casa sano y salvo. Eso me basta.

Su padre insistió:

-¡Oh, Bella, debe de haber algo que te apetezca!

-Bueno, una rosa con pétalos rojos para ponérmela en el pelo. Pero como estamos en invierno, comprenderé que no puedas encontrarme ninguna.

-Haré todo cuanto pueda por, complaceros a las tres, hijas mías.

Diciendo esto emprendió la marcha a todo galope.

En la ciudad, todo le fue mal. No encontró trabajo en ninguna parte. Los únicos regalos que pudo comprar fueron frutas y chocolate para sus dos hijas mayores, pero no consiguió la flor para Bella. Cuando regresaba a casa, su caballo se hizo daño en una pata y tuvo que desmontar.

De repente se desató una tormenta de nieve y el desgraciado hombre se encontró perdido en medio de un oscuro bosque.

Entonces percibió, a través de la ventisca, un gran muro y unas puertas con rejas de hierro forjado bien cerradas. Al fondo del jardín, se veía una gran mansión con luces tenues en las ventanas.

-Si pudiera cobijarme aquí... No había terminado de hablar cuando las puertas se abrieron. El viento huracanado le empujó por el sendero hacia las escaleras de la casa. La puerta de entrada se abrió con un chirrido y apareció una mesa con unos candelabros y los manjares más tentadores.

Miró atrás, a través de los remolinos de nieve, y vio que las puertas enrejadas se habían cerrado y su caballo había desaparecido.

Entró. La puerta chirrió de nuevo y se cerró a sus espaldas.

Mientras examinaba nerviosamente la estancia, una de las sillas se separó de la mesa, invitándole claramente a sentarse. Pensaba...

"Bien, está visto que aquí soy bien recibido. Intentaré disfrutar de todo esto."

Tras haber comido y bebido todo lo que quiso, se fijó en un gran sofá que había frente al fuego, con una manta de piel extendida sobre el asiento. Una esquina de la manta aparecía levantada como diciendo: "Ven y túmbate." Y eso fue lo que hizo.

Cuando se dio cuenta, era ya por la mañana. Se levantó, sintiéndose maravillosamente bien, y se sentó a la mesa, donde le esperaba el desayuno. Una rosa con pétalos rojos, puesta en un jarrón de plata, adornaba la mesa. Con gran sorpresa exclamó:

-¡Una rosa roja! ¡Qué suerte! Al fin Bella tendrá su regalo.

Comió cuanto pudo, se levantó y tomó la rosa de su jarroncito.

Entonces, un rugido terrible llenó la estancia. El fuego de la chimenea pareció encogerse y las velas temblaron. La puerta se abrió de golpe. El jardín nevado enmarcaba una espantosa visión.

¿Era un hombre o una bestia? Vestía ropas de caballero, pero tenía garras peludas en vez de manos y su cabeza aparecía cubierta por una enmarañada pelambrera. Mostrando sus terribles colmillos gruñó:

-Ibas a robarme mi rosa ¿eh? ¿Es ésa la clase de agradecimiento con que pagas mi hospitalidad?

El hombre casi se muere de miedo.

-Por favor, perdonadme, señor. Era para mi hija Bella. Pero la devolveré al instante, no os preocupéis.

-Demasiado tarde. Ahora tienes que llevártela... y enviarme a tu hija en su lugar.

-¡No! ¡No! ¡No!

-Entonces te devoraré.

-Prefiero que me comas a mí que a mi maravillosa hija.

-Si me la envías, no tocaré un solo pelo de su cabeza. Tienes mi palabra.

Ahora, decide.

E1 padre de la chica accedió al horrible trato y la Bestia le entregó un anillo mágico. Cuando Bella diera tres vueltas al anillo, se encontraría ya en la desolada mansión.

Fuera, en la nieve, esperaba el caballo, sorprendentemente curado de su cojera, ensillado y listo para la marcha. La vuelta a casa fue un calvario para aquel hombre, pero aún peor fue la llegada cuando

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