La Belleza Que Robé
Enviado por • 6 de Mayo de 2014 • 425 Palabras (2 Páginas) • 165 Visitas
"Bastara decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mato a María Iribarne, supongo que el proceso de todos, y que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona"
La conocí un primero de marzo -Ella era tan preciosa como un ángel, no, ni un ángel se podía comparar con tal belleza-Ella iba caminando frente a mi, por una calle muy transitada, sin siquiera notar las miradas apreciativas que recibía. Pensé en mil formas de hablarle, invitarla a salir, cortejarla. Pero claro, no lo haría. ¿Porque? Bueno primero yo era el chico tímido, reservado, para nada atrevido. Pero había algo en ella, que me tentaba a serlo, a ser ese chico que nunca fui, así que después de darle muchas vueltas al asunto, apresure el paso hasta caminar a su lado, ella volteo y sonrió, no pude evitar devolverle la sonrisa, ella era... perfecta. -Hola- La palabra salió de mi boca antes de que pudiera detenerla. -Hola- Dijo con picardía Eso me sorprendió, no podía creerlo, ella estaba coqueteando conmigo. -Tienes un nombre? Que les cuento, una cosa llevo a la otra, pronto estábamos saliendo. Todo era perfecto como ella. Teníamos citas, comíamos helado, íbamos al cine. Le conté que era pintor, que pintaba paisajes, personas y todo tipo de cosas que fuesen hermosas. Yo había hecho una pequeña fortuna vendiendo mis cuadros. Conocí a su familia, la cual era muy agradable y humilde. Cuando podía llevaba alimentos a su casa para su familia. Todo estaba yendo demasiado bien. O al menos eso creía yo. Le propuse pintarla, pintarla desnuda. Creo que la agarre con la guardia baja, ella se negó, alegando que era demasiado pronto. ¿Cómo? ¿Como ella podía decirle a alguien como yo? ¡Que no! Calme mi temperamento y lo deje pasar, me dije a mi mismo que eventualmente ella aceptaría solo necesitaba más confianza. 2 meses más tarde lo intente de nuevo. Y ella... se negó de nuevo. También menciono algo acerca de ella terminando conmigo. Esa fue la gota que derramo el vaso. ¿Cómo se atrevía a dejarme? Esta vez mi temperamento no aguanto. Sin pensarlo me lance a por ella, la estrelle con brutalidad contra un cuadro. Ella sangraba pero seguía siendo hermosa, la golpee un par de veces, ella se veía más que perfecta. La amordace, desnude y amarre. Me dispuse a pintarla. Tal cual ella estaba, con sogas, mordaza y todo. Termine mi cuadro y llore, llore porque ella ya no era tan hermosa, ella ya no respiraba, ella había muerto y yo le había quitado su belleza.
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