La Ceguera
Enviado por lillanysbb • 4 de Junio de 2014 • 619 Palabras (3 Páginas) • 171 Visitas
la ceguera
Se iluminó el disco amarillo. De los coches que se acercaban,
dos aceleraron antes de que se encendiera la
señal roja. En el indicador del paso de peatones apareció
la silueta del hombre verde. La gente empezó a cruzar
la calle pisando las franjas blancas pintadas en la capa
negra del asfalto, nada hay que se parezca menos a la
cebra, pero así llaman a este paso. Los conductores, impacientes,
con el pie en el pedal del embrague, mantenían
los coches en tensión, avanzando, retrocediendo,
como caballos nerviosos que vieran la fusta alzada en el
aire. Habían terminado ya de pasar los peatones, pero
la luz verde que daba paso libre a los automóviles tardó
aún unos segundos en alumbrarse. Hay quien sostiene
que esta tardanza, aparentemente insignificante, multiplicada
por los miles de semáforos existentes en la ciudad
y por los cambios sucesivos de los tres colores de
cada uno, es una de las causas de los atascos de circulación,
o embotellamientos, si queremos utilizar la expresión
común.
Al fin se encendió la señal verde y los coches
arrancaron bruscamente, pero enseguida se advirtió
que no todos habían arrancado. El primero de la fila de
en medio está parado, tendrá un problema mecánico,
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se le habrá soltado el cable del acelerador, o se le agarrotó
la palanca de la caja de velocidades, o una avería
en el sistema hidráulico, un bloqueo de frenos, un fallo
en el circuito eléctrico, a no ser que, simplemente, se
haya quedado sin gasolina, no sería la primera vez que
esto ocurre. El nuevo grupo de peatones que se está
formando en las aceras ve al conductor inmovilizado
braceando tras el parabrisas mientras los de los coches
de atrás tocan frenéticos el claxon. Algunos conductores
han saltado ya a la calzada, dispuestos a empujar al
automóvil averiado hacia donde no moleste. Golpean
impacientemente los cristales cerrados. El hombre que
está dentro vuelve hacia ellos la cabeza, hacia un lado,
hacia el otro, se ve que grita algo, por los movimientos
de la boca se nota que repite una palabra, una no, dos,
así es realmente, como sabremos cuando alguien, al fin,
logre abrir una puerta, Estoy ciego.
Nadie lo diría. A primera vista, los ojos del hombre
parecen sanos, el iris se presenta nítido, luminoso,
la esclerótica blanca, compacta como porcelana. Los
párpados muy abiertos, la piel de la cara crispada, las
cejas, repentinamente revueltas, todo eso, cualquiera
lo puede comprobar, son trastornos de la angustia.
En un movimiento rápido, lo que estaba a la vista desapareció
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