La Comunicacion En La Familia
Enviado por perlisceci • 4 de Noviembre de 2013 • 1.989 Palabras (8 Páginas) • 260 Visitas
La comunicación en familia
Javier Rodríguez
El papel del lenguaje
Las personas se relacionan a través de la comunicación que se hace mediante
el lenguaje ayudado por los gestos, los movimientos del cuerpo. El lenguaje es
el primer sistema de señales que emplea el hombre para relacionarse con su
medio y para aprender lo que le rodea. El niño, desde la más temprana edad,
aprende a identificar los primeros sonidos y su significado y distingue el tono
con el que se le habla. Hacia los nueve meses, sabe si sus padres están
enfadados o le tratan con afecto y cariño. El aprendizaje del lenguaje es un
paso previo e indispensable para el aprendizaje de la lecto-escritura y supone
la forma de tomar conciencia de todo lo que se aprende del entorno en el que
se vive.
Además del lenguaje, el hombre cuenta con gran cantidad de mecanismos para
manifestarse que le permiten ponerse en contacto con los demás: los gestos,
las miradas, la expresión del rostro... Estos elementos ponen de manifiesto
actitudes, sentimientos, predisposiciones y motivaciones que permiten una
comunicación interpersonal trascendente. Desde los primeros momentos de la
vida, el bebé capta la intensidad del afecto, aprecia si se le aguanta o se le
abraza; valora el tono afectivo de la mirada del adulto cuando le acerca un
juguete. También ocurre esto entre las personas adultas y entre los miembros
de una familia.
El lenguaje está limitado por los conocimientos de cada uno, es social; sin
embargo, los símbolos son personales, inagotables. La posibilidad de combinar
ambos lenguajes (verbal y gestual) implica comunicación.
El diálogo, otra forma de comunicación
Cuando sólo se usa el lenguaje verbal (difícil, pues en la práctica nunca
aparece desligado del gestual) hablamos de diálogo. Se dan dos formas
extremas de diálogo: por exceso o por defecto. Ambas, provocan
distanciamiento entre padres e hijos. Hay padres que, con la mejor de las
intenciones, procuran crear un clima de diálogo con sus hijos e intentan
verbalizar absolutamente todo. Esta actitud fácilmente puede llevar a los
padres a convertirse en interrogadores o en sermoneadores, o ambas cosas.
Los hijos acaban por no escuchar o se escapan con evasivas. En estos casos,
se confunde el diálogo con el monólogo y la comunicación con el
aleccionamiento.
El silencio es un elemento fundamental en el diálogo. Da tiempo al otro a
entender lo que se ha dicho y lo que se ha querido decir. Un diálogo es una
interacción y, para que sea posible, es necesario que los silencios permitan la
intervención de todos los participantes.
Junto con el silencio está la capacidad de escuchar. Hay quien prescinde de lo
que dice el otro, hace sus exposiciones y da sus opiniones, sin escuchar las
opiniones de los demás. Cuando sucede esto, el interlocutor se da cuenta de la
indiferencia del otro hacia él y acaba por perder la motivación por la
conversación. Esta situación es la que con frecuencia se da entre padres e
hijos. Los primeros creen que estos últimos no tienen nada que enseñarles y
que no pueden cambiar sus opiniones. Escuchan poco a sus hijos o si lo hacen
es de una manera inquisidora, en una posición impermeable respecto al
contenido de los argumentos de los hijos. Esta situación es frecuente con hijos
adolescentes. Estamos ante uno de los errores más frecuentes en las
relaciones paternofiliales: creer que con un discurso puede hacerse cambiar a
una persona.
A través del diálogo, padres e hijos se conocen mejor, conocen sobre todo sus
respectivas opiniones y su capacidad de verbalizar sentimientos, pero nunca la
información obtenida mediante una conversación será más amplia y
trascendente que la adquirida con la convivencia. Por esto, transmite y educa
mucho más la convivencia que la verbalización de los valores que se pretenden
inculcar.
Por otro lado, todo diálogo debe albergar la posibilidad de la réplica. La
predisposición a recoger el argumento del otro y admitir que puede no coincidir
con el propio es una de las condiciones básicas para que el diálogo sea viable.
Si se parte de diferentes planos de autoridad no habrá diálogo. La capacidad
de dialogar tiene como referencia la seguridad que tenga en sí mismo cada uno
de los interlocutores.
Hay que tener presente que la familia es un punto de referencia capital para el
niño y el joven: en ella puede aprender a dialogar y, con esta capacidad,
favorecer actitudes tan importantes como la tolerancia, la asertividad, la
habilidad dialéctica, la capacidad de admitir los errores y de tolerar las
frustraciones.
La importancia de la comunicación
Si es importante el diálogo en las relaciones interpersonales, lo es aún más la
comunicación. La comunicación está guiada por los sentimientos y por la
información que transmitimos y comprendemos. La comunicación nos sirve:
- Para establecer contacto con las personas.
- Para dar o recibir información.
- Para expresar o comprender lo que pensamos.
- Para transmitir nuestros sentimientos.
- Para compartir o poner en común algo con alguien.
- Para conectar emocionalmente con otros.
- Para vincularnos o unirnos por el afecto.
Facilitadores de la comunicación
Estos son algunos facilitadores de la comunicación:
▪ Dar información positiva.
▪ Ser recompensante.
▪ Entrenarnos para mejorar nuestras habilidades de comunicación.
▪ Empatizar o ponernos en el lugar del otro.
▪ Dar mensajes consistentes y no contradictorios.
▪ Saber escuchar con atención.
▪ Expresar sentimientos.
▪ Crear un clima emocional que facilite la comunicación.
▪ Pedir el parecer a los demás.
Enemigos de la comunicación
Cuanto más estrecha sea la relación, más importancia tendrá la comunicación
no verbal. Cuando un miembro de una familia llega a su casa puede percibir un
mensaje de bienestar o tensión sin necesidad de mirar a la cara al resto de la
familia. En ocasiones, la falta de verbalización (de hablar) supone una grave
limitación a la comunicación. Muchas veces la prisa de los padres por recibir
alguna información les impide conocer la opinión de sus hijos
...