La Configuracion Internacional Del Neoliberalismo
Enviado por mama07 • 12 de Octubre de 2011 • 3.383 Palabras (14 Páginas) • 3.502 Visitas
La realidad de la crisis ecológica
La crisis ecológica, resultante de la acción del ser humano sobre la naturaleza, ha alcanzado proporciones que pueden poner en peligro la supervivencia de nuestra especie. Debido a los intereses económicos de una pequeña minoría, enfrentamos, por un lado, un mayor número de modos de producción, cuyas consecuencias ambientales no han sido investigados correctamente, y, por el otro, la descarada continuación de viejas formas de producción a pesar de que sus efectos nocivos son conocidos. El telón de fondo de esto son las crecientes consecuencias de la tecnología sobre la naturaleza, es decir su creciente capacidad para trastornar o destruir el medio ambiente.
La revolución industrial, surgida del desarrollo del capitalismo en el siglo XIX, aumentó la contaminación ambiental mediante emisiones y desechos industriales, creando, a la vez, peligros adicionales contra la salud de los trabajadores y del conjunto de la población urbana. En general, multiplicó los destrozos ecológicos de origen humano y sus perspectivas.
Sin embargo, la crisis ecológica de nuestros días no es el resultado lineal del desarrollo industrial del siglo XIX. Es el resultado de un salto cualitativo acontecido durante la expansión económica de los años 1950-60, a causa del inmenso incremento del consumo de petróleo, del gran desarrollo de las industrias automotriz y química y de la penetración generalizada de ésta en cada sector de la actividad humana, especialmente en la agricultura a través de los fertilizantes e insecticidas. Este salto cualitativo se agudizó en los setenta con la crisis económica de las economías planificadas burocráticamente, exacerbando los aspectos irracionales de su funcionamiento y, de un modo particularmente dramático, con la combinación de crisis económica e industrialización vehemente y salvaje en el llamado “Tercer Mundo”.
Las causas estructurales de la crisis ecológica
Aunque no pueda situarse fuera de las leyes naturales, el modo de producción capitalista está, de diferentes maneras, en total contradicción con la naturaleza y con los procesos naturales de desarrollo. Para el capital, el factor determinante en este proceso es meramente cuantitativo, definido por la relación tiempo de trabajo / dinero, por la ley del valor. El capitalismo no puede tomar en consideración las relaciones cualitativas y globales.
A su vez, la producción capitalista se basa en procesos cíclicos que buscan ser completados en el lapso más breve posible y en los que la suma invertida debe multiplicarse. La repetición constante de este ciclo de producción del capital (que exprime todo el jugo a los recursos) y la creciente parcelación, como condición del rédito, conducen a un gran aumento de entropía. El resultado de esta contradicción es que el modo capitalista de producción impone, desde afuera, un régimen de tiempo y espacio a los procesos naturales. La explotación de los recursos existentes no puede tomar en cuenta el tiempo requerido para su producción y regeneración natural.
La racionalidad capitalista determina las acciones del capital individual. Sin embargo, la competencia entre diferentes grupos hace que el sistema en su conjunto sea irracional. La inteligencia utilizada en el desarrollo de la producción, así como en el uso de los recursos y la protección ambiental no rebasa el umbral de la fábrica. Esto tiene efectos destructores en todas las esferas en que nadie se considera responsable: el aire, el agua y la tierra.
La crisis ecológica en las metrópolis imperialistas
Es en los países capitalistas desarrollados donde la explotación económica –es decir, el proceso de cuantificación económica- del sustrato natural, social e histórico preexistente está más avanzada. La producción de mercancías domina ya todos les sectores de la vida social, mientras que el proceso social de producción se halla cada vez más fragmentado y las relaciones de propiedad –que la competencia entre propietarios de medios de producción impide que queden fijadas por completo- están cada vez más centralizadas.
La causa fundamental de la pobreza y de la crisis ecológica es el modo capitalista de producción. En los países dependientes, las bien conocidas estructuras de dependencia del imperialismo y del mercado mundial dominado por aquél han sometido a la naturaleza a una explotación económica mucho más directa y brutal que la experimentada en los países imperialistas. Tal es el caso, por ejemplo, de la exportación hacia el Sur de los residuos industriales o nucleares de los países capitalistas avanzados, que transforman a los países dependientes en gigantescos basureros de materiales tóxicos o radioactivos; o también el de la biopiratería de las empresas capitalistas –sobre todo farmacéuticas- que se apropian y patentan los conocimientos tradicionales de las poblaciones indígenas y con las tradiciones de vida.
Imperialismo ecológico. El interminable saqueo de la naturaleza y de los parias del sur del mundo
Renán Vega Cantor
En los actuales momentos de expansión imperialista hasta el último rincón del planeta, ocurre una acelerada destrucción de los ecosistemas y una drástica reducción de la biodiversidad. Es un resultado directo de la generalización del capitalismo, de la apertura incondicional de los países a las multinacionales, de la conversión en mercancía de los productos de origen natural, de la competencia desaforada entre los países por situarse ventajosamente en el mercado exportador, de la caída de precios de las materias primas procedentes del mundo periférico, de la reprivatización de las economías, en fin, de la lógica inherente al capitalismo de acumular a costa de la destrucción de los seres humanos y de la naturaleza.
El capitalismo es una relación profundamente desigual y el gran desarrollo productivo y la capacidad de consumo se concentran en los países centrales (Estados Unidos, la Unión Europea y Japón), donde se producen también millones de toneladas de desperdicios. No otra cosa son los automóviles, teléfonos, televisores, neveras, pilas… que, rápidamente inservibles, van a parar a la basura... y a los países pobres considerados receptáculo de las deyecciones que origina el consumo desenfrenado de los opulentos del Norte. Según el ecologista Barry Commoner, el planeta está dividido en dos:
El hemisferio norte contiene la mayor parte de la moderna tecnosfera, sus fábricas, plantas de energía eléctrica, vehículos automóviles y plantas petroquímicas y la riqueza que la misma genera. El hemisferio sur contiene la mayor parte de la gente, casi toda desesperadamente pobre. El resultado de esta división es una dolorosa ironía global: los países pobres del sur, a pesar de estar
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