La Dispraxia Verbal
Enviado por paulapcorreag • 3 de Julio de 2014 • 1.374 Palabras (6 Páginas) • 409 Visitas
La dispraxia verbal
Como sabemos, el proceso de comunicación posee un carácter activo en términos de transmisión y recepción de información, considerando que tanto emisor como receptor, pueden (y deben) intercambiar constantemente sus papeles en pro de una comunicación efectiva. En ese orden el concepto de ‘’comprensión’’ se erige como un elemento vital en la interacción social, toda vez que permite a los interlocutores situarse eficazmente en el contexto en que se desarrolla el proceso comunicativo. Ahora bien, ¿qué ocurre cuando nos encontramos con modificaciones negativas del lenguaje? El trastorno específico del lenguaje, es uno de los problemas más recurrentes en nuestros niños. Desde esa perspectiva, es posible hallar múltiples categorizaciones en lo que a alteraciones lingüísticas se refiere, las cuales merman el proceso de comunicación por medio de problemas de articulación, comprensión e incluso de fluidez verbal. Uno de los trastornos del lenguaje es la dispraxia, la cual afecta el campo verbal del niño. En este punto, ¿qué efectos sociales tiene esta enfermedad, en cuanto a la situación de enunciación? La dispraxia impide dilucidar la intención comunciativa del hablante, afectando la comprensión del contexto y el correcto uso de los actos de habla, es decir, el área pragmática
La dispraxia verbal, como trastorno específico del lenguaje, forma parte de la rama del ‘’síndrome del niño torpe’’. Ésta, afecta al sector cerebral que determina el habla, perjudicando varios apartados del proceso mismo de comunicación Así, en los niños con esta alteración, hallamos una comprensión básica (o limitada) de la información, una condicionada capacidad de fluidez verbal y una articulación profundamente afectada, pues ellos saben qué desean decir, pero no son capaces de dominar los músculos que requieren para ello.
Respecto de este tema, AQUÍ EL NOMBRE DEL AUTOR DE TEL rescata el postulado de Befi–Lopes (2005) sobre la capacidad de conversación que tienen los niños con trastorno específico del lenguaje, asegurando que:
(…) éstos tienen un déficit funcional en el uso de la lengua, que se caracteriza por alteraciones en la iniciación de toda actividad comunicativa, además de problemas con el establecimiento de temas y utilización de los contextos de conversación.
Esto, nos permite desprender que el problema además de afectar a la producción de sonidos, agrede también a la organización de etapas de los mismos pues, por ejemplo, un niño con dispraxia verbal, al intentar emitir un enunciado o una pregunta, vierte una frase radicalmente distinta a la que desea espetar.
Esta limitante dificulta enormemente la tarea comunicativa, pues no permite diferenciar las distintas intenciones del emisor. Así, el entendimiento se vería mermado al no existir una declaración, por parte del emisor que sufre dispraxia verbal, consecuente con lo que realmente desea declarar. Sobre ello, y siguiendo los postulados de Austin (1911-1960), la dicotomía constatativa-realizativa se ve postergada dada la ausencia de una materialización efectiva de los actos de habla, ya que un paciente con el trastorno específico en cuestión, perfectamente podría prometer que sin falta desde el día lunes comienza su dieta, cuando en realidad desean disculparse por llegar tarde, por ejemplo.
Por otro lado, al no lograr concretar verbalmente estos enunciados realizativos, existe una carencia de acción, pues Austin señala que este tipo de enunciados no describen únicamente situaciones, sino que también se utilizan de forma activa para hacer cosas. Esto, desde Langshaw, nos permite realizar una división de los enunciados y desprender que el problema que los condiciona (en este caso) es el mismo, pues si bien los elementos constatativos se enmarcan en el valor de la verdad y los de carácter realizativo subyacen ante las condiciones de ‘’felicidad’’ (o grado de pertinencia), todo tipo de habla posee un sustento intencionado, por lo que el niño, al verse imposibilitado de manifestar apropiadamente su parecer, caería en el error (inconsciente e involuntario) de ‘’descontextualizar’’ la conversación, propiciando una ruptura de la situación comunicativa y una confusión en términos de actos de habla, lo que se traduciría al error pragmático de la comunicación.
Austin propone tres tipos de actos de habla que están presente en las situaciones de comunicación: acto locutivo, ilocutivo y perlocutivo. Sin embargo, los niños con trastornos
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