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La Historia Añaños


Enviado por   •  3 de Septiembre de 2013  •  Informe  •  367 Palabras (2 Páginas)  •  248 Visitas

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¿Cuántos puestos de trabajo ha creado Kola Real hasta ahora en los cuatro

países donde opera? Varios cientos, sin duda, e, indirectamente muchos más, y,

a la vez que creaba empleo y riqueza, ha inyectado una corriente dinámica de

creatividad en un ramo de la economía que parecía adormecido en los brazos

de los dos grandes gigantes que se repartían a los bebedores de gaseosas. La

que representan los Añaños es una cara del capitalismo que en América Latina

prácticamente

es desconocida o negada: su cara popular, sus raíces humildes,

el de esos campesinos expulsados de sus tierras por la guerra o la sequía o

los tinterillos, y de los obreros que perdieron sus salarios porque las fábricas

quebraron o se quemaron o las saquearon, y debieron inventarse un trabajo para

poder comer, y, del mismo modo que lo hizo esa familia ayacuchana, abrieron

talleres, tiendas, artesanías, comercios, fábricas, enfrentándose a los abrumadores

obstáculos que la burocracia, el mercantilismo, y la desconfianza, cuando no el

odio de los Estados hacia la empresa privada y el mercado han puesto en el

camino de los desvalidos latinoamericanos que no tienen padrinos y quieren,

en vez de ser parásitos del Presupuesto, trabajar por cuenta propia.

Es verdad que no muchos tienen el éxito de los Añaños. Pero muchos más

lo tendrían si en América Latina hubiera una política que, en vez de desalentar y

hostilizar, alentara la iniciativa individual y celebrara el éxito de una empresa, de

un empresario, como un logro del conjunto de la sociedad, como un beneficio de

toda la ciudadanía, en vez de recibirlo con desconfianza, rencor y envidia. Es

verdad que en América Latina muchas veces el éxito empresarial no resulta del

talento y el esfuerzo sino del privilegio, de las corruptelas entre gobiernos y empresarios

que terminan pagando los desamparados consumidores, pero eso

ocurre, en gran parte, por el miedo cerval hacia el mercado, hacia la libre competencia,

por los tentáculos que el Estado proyecta por todos los resquicios de

la vida económica, asfixiándola y corrompiéndola. Ahora que, aquí y allá, el populismo

de ingrata memoria y trágicas credenciales comienza a rebrotar una vez

más en tierras latinoamericanas –Venezuela a la cabeza del error–, vale la pena

divulgar por el continente la historia de la familia Añaños, como una vívida recordación

de lo que podría ser América Latina, si, como esos valientes ayacuchanos,

se lo propusiera.

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