La Isla Abisse, La Historia De Un Joven
Enviado por joibuko • 10 de Julio de 2014 • 3.129 Palabras (13 Páginas) • 185 Visitas
La isla Abisse
1
Cada noche después de la cena, Torio se prepara una copa de vino y se sienta frente a la ventana a contemplar la noche antes de irse a la cama. Es de sueño tranquilo, nunca despierta a media noche, ni tiene pesadillas. Ni siquiera recuerda haber soñado alguna vez. Pero aquella noche, algo le molestaba. Era como si algo no encajara en su lugar.
La noche estaba inusualmente oscura. No había luna, y debía esforzar la mirada para lograr contemplar la silueta que dibuja la aldea en el horizonte. Intentó primero con el campanario, que es la punta más alta de la calle, pero esa noche, parecía que las sombras fueran todas iguales. El campanario se veía exactamente igual que la cabaña del Sr Lim, o el de la Sra. Zhang, al otro lado de la calle, la panadería donde Torio trabaja, que es la más pequeña, se divisaba larga y angosta, al igual que todas las casas que lograba o creía reconocer.
Sin dejar de observar como las sombras de la aldea parecían moverse y cambiar de forma se acerca la copa de vino a sus labios, y antes de lograr descifrar que el aroma del vino era inusual bebe un sorbo, escupiendo inmediatamente el líquido con repulsión y espanto. ¡¡¡Salado!!! Dijo. Desconcertado, se levanta de su libán y observa su copa, sin encontrar nada extraño. Pensó que el cansancio del día estaba causando estragos con su mente, además su cabeza se sentía a punto de estallar.
Dejando la copa en el suelo, se acerca a la cama y se recuesta encima, sin cubrirse o quitarse la ropa. Se sentía mareado, demasiado fatigado y el sueño pronto se apoderó de él.
Para Torio no hay mejor placer que el dormir, pero aquella noche nada estaba en su lugar. La cama se sentía muy incómoda, hacía frío, y un zumbido extraño comenzó a oírse a lo lejos. El dolor de cabeza era insoportable, trataba de acomodarse, se agarraba la cabeza con las manos como queriendo contener una inminente explosión de su cráneo. Y ese ruido, no era nada que pudiera reconocer. Se acercaba... luego se alejaba...
De pronto, siente sus pies fríos, intenta moverse, abrir los ojos, pero es inútil. Un frío intenso que comienza a avanzar por las piernas, como si se hundiera en el hielo o en agua muy fría. Piensa en el vino y su extraño sabor. Quizás fui envenenado, piensa, y ese sabor...
Sus pensamientos son interrumpidos por el frio intenso que vuelve aparecer, pero esta vez, llega hasta su torso. Necesito moverme, dice. Intenta mover su mano derecha, concentrándose completamente en mover un sólo dedo a la vez. El frio vuelve a acercarse, esta vez llegando casi al cuello. ¡Necesito moverme! Logra hundir sus dedos en la arena, ¿arena? ¿En la cama? Desconcertado comienza a darse cuenta que no es un sueño, y que no está en su habitación. Abre sus ojos para verse inmerso en medio de una playa!! Las casas que pensaba ver a lo lejos no era más que un bosque de largos árboles, el vino que pensó beber era una poza de agua de mar que estaba a centímetros de su boca, y el frio que invadía su cuerpo es el océano!
No, no. Esto no está pasando, se decía. La marea estaba subiendo, y si no lograba moverse pronto, el agua lo sumergiría completamente en pocos minutos. El estupor del cuerpo comenzaba a ceder, ya lograba arrastrarse débilmente alejándose del agua que ya había logrado sumergir su cabeza en dos ocasiones.
Luego de salir de ese peligro inminente intenta recordar lo sucedido. Sentado en la arena, con el bosque a su espalda, y de frente el mar, su cabeza gacha entre las manos intenta recordar aquel día y las circunstancias que lo llevaron a esa playa.
Recordó el vino y su peculiar sabor, quizás fui envenenado, pensó. Pero no, esa imagen de su habitación no era real, ese era un sueño. Intenta cavar más hondo en su memoria, y recuerda estar de pie, fuera del molino, mirando sus manos... Levanta su mirada y ve al guardia del pueblo darle con un palo en la cabeza...
Eso explicaría su dolor de cabeza, pero cómo llegó ahí y por qué, aun no estaba claro. De pronto recuerda sobre una antigua leyenda de su pueblo, acerca de una isla donde enviaban a todos los criminales más peligrosos de toda la región. Ladrones, torturadores, violadores, asesinos a sangre fría. Nadie estaba seguro de su ubicación, o de su verdadera existencia, pero mantenía a la gente alerta, y en tranquilidad.
De pronto oye voces acercarse. Su primer impulso fue gritar pidiendo ayuda, pero se contuvo y pensó que quizás si estaba en aquella isla, la gente que se acercaba no venía en su rescate. Sigilosamente se acercó al bosque, y se ocultó detrás de unos matorrales, mientras las voces se acercaban. A medida que se acercaban logró ver un par de siluetas, y comenzaba a comprender su conversación. Hablaban de cómo se entretendrían quebrando los dedos de cada extremidad de la persona que encontrasen en la playa, que luego cortarían las orejas, y seguirían cortando hasta que la victima quedase completamente desangrada. Torio horrorizado sentía como su corazón latía cada vez más fuerte, a medida que se acercaban más y más esas siluetas.
Casi paralizado del miedo, repentinamente siente una mano caer sobre su hombro, y un susurro al oído decir: Corre!
2
Al darse vuelta solo ve una figura internarse por el bosque. No sabía si hacer caso o no a ese susurro, pero ante tal escenario prefirió apostar por esa silueta.
Era muy difícil correr a través de las ramas y el suelo escarpado, con la vista fija en aquella silueta, trataba de mantener su paso. La fatiga llego pronto, y de a poco comenzó a perder el aliento. La silueta continuaba avanzando sin detenerse, Torio no quería gritarle por miedo a los posibles persecutores (nunca supo si lo vieron o si lo seguían), pero la fatiga, el hambre y sed comenzaron a sucumbirlo. Cada vez costaba más mover los pies, se sentían más pesados, la silueta estaba a punto de perderse en el horizonte, alza un su brazo como para lograr alcanzarla y cae desmayado...
...Lo logré!!! La maté!!! Gritó Torio mientras bajaba corriendo por la puerta del molino. El sol de la mañana lo encegueció por un instante, por lo que tuvo que detenerse en el umbral de la puerta. Fue en ese momento que observa sus manos y se da cuenta que están cubiertas de sangre. Al levantar la mirada ve al guardia del pueblo corriendo hacia él golpeándolo en la cabeza con el palo... En ese momento Torio se da cuenta que estaba soñando nuevamente.
De espaldas en el suelo, abre los ojos, y ve la silueta mirándolo hacia abajo. Era una mujer, de cabellera larga y oscura, delgada y con una lanza en la mano en posición de ataque.
No
...