La Isla La Pelicula
Enviado por SptnJefe • 14 de Octubre de 2014 • 7.145 Palabras (29 Páginas) • 364 Visitas
Introducción
En las últimas seis décadas, comenzó una acelerada carrera para posibilitar el trasplante de órganos a pacientes enfermos. Con el avance de los inmunosupresores –que redujo el riesgo de rechazo- se planteó la posibilidad concreta de trasplantar órganos sanos, sin importar si estos provenían de sujetos vivos o muertos.
Esta nueva posibilidad biomédica trajo aparejada toda una problematización respecto de las decisiones éticas vinculadas, principalmente, con el sujeto donante. Así, cuestiones inherentes a la promoción de la donación y la volición del donante, la diferencia entre pacientes en lista de espera y cantidad de órganos disponibles (lo que llevó a problematizar la prioridad de los beneficiarios), la determinación de la muerte encefálica [1] y el consentimiento informado [2] , cobraron relieve. Al mismo tiempo, en una sociedad condicionada por el poder económico de sus integrantes, el tráfico ilegal de órganos pasó a ser, también, parte de los problemas que debían tomarse en cuenta [3].
La población occidental fue tomando conciencia, a través de los medios masivos, de las posibilidades abiertas con los trasplantes. Y también fue conociendo la limitación, producto de la baja disponibilidad de órganos sanos frente a la alta demanda por parte de los pacientes. La decisión sobre quién tiene derecho a recibir un trasplante y cuál es el sujeto que habrá de donar el órgano genera toda una problemática en el área bioética. Un tema del que, también, la población va tomando conocimiento de modo cada vez más generalizado.
En la película “La Isla” (Bay,2005), se muestra un dispositivo de poder, basado tanto en intereses económicos como en el deseo de ciertos sujetos de prolongar su vida a cualquier precio. El planteo que supone la creación de clones –indiferenciables, por otra parte, de sujetos nacidos por vía no artificial- con el sólo fin de ser asesinados cuando sus órganos sean requeridos, lleva el dilema bioético hasta posiciones extremas. El dispositivo ideado para los clones, totalmente disciplinario, se complementa con la realidad del mundo exterior, donde el darwinismo económico impera.
Si bien la película no tuvo el éxito económico que sus productores esperaban (por el altísimo costo de producción), en pocos meses recaudo más de 160 millones de dólares. En los EEUU, llegó a exhibirse en más de 3000 salas. Este sólo hecho da cuenta de que, a nivel del público, ya estaban en juego representaciones sociales pasibles de ser interpretadas, y que se despliegan en “La Isla”. Ofrecemos a continuación un análisis de esta obra, cuya pregnancia psicosocial fue evidente, desde el punto de vista de las decisiones bioéticas de sus protagonistas.
La limitación biológica del trasplante: el donante
En los Estados Unidos, se computa que desde el 1° de enero de 1988 hasta el 31 de marzo de 2012, se efectuaron, 542.416, trasplantes, siendo 425.004, de donantes muertos y 117.412 de donantes vivos, según datos de la United Network for Organ Sharing (UNOS). La realidad es que la cantidad de personas que mueren y son posibles donantes de órganos es siempre inferior a la cantidad de personas que necesitan esos órganos. Actualmente, en los EEUU, hay 99.015 personas en lista de espera para trasplante de riñón y un total de 3.132 donantes. Esto implica una sustancial diferencia y un problema difícil de resolver. “Tomando como referencia el caso de España, que tiene desde hace casi veinte años la mayor tasa mundial de donación de órganos para trasplante, con 32 donantes por millón de habitantes en 2010, el informe constata que a pesar que la tasa de donaciones va en aumento, también se ha incrementado la demanda de órganos”. (Badi,2012:161).
A menos que se revirtiera la ecuación por razones no deseadas, como muertes masivas de personas con órganos sanos, el problema seguirá vigente, al menos hasta tanto se consiga la producción de órganos sintéticos –y compatibles con los sujetos receptores- a escala industrial. Esta dificultad no sólo no es ningún secreto, sino que tiene estado público y notorio. A nivel masivo, encontramos referencias al tema ya en pleno siglo XX, como en el film “Coma” (Crichton,1978), que ya anticipa en parte los problemas que darán lugar al film “La Isla”, objeto del presente trabajo.
De hecho, se llevan a cabo numerosas iniciativas para que las personas acepten la donación de sus órganos en forma voluntaria en caso de muerte. Por ejemplo, la actividad de Procuración de Órganos para Trasplante en Argentina, como programa institucional, comienza a finales de la década de los 70, con la creación del CUCAI (Ley 21.541). El desarrollo del CUCAI fue en crecimiento, empezando por el área metropolitana y expandiéndose a todas las provincias. Sin embargo, no fue tan significativo comparados con otros países de la región, hasta que en 2003 se reimpulsó el proyecto y a fines de 2008 lograron alcanzarse, según datos oficiales, buenos resultados [4].
No obstante estos avances, el desbalance entre órganos disponibles y órganos demandados subsiste en todo el mundo occidental. Y, como se mencionó más arriba, este desbalance da lugar no sólo a acciones de orden legal –en el plano nacional e internacional- sino a conjeturas desde la creación artística. En efecto, el desbalance es bien conocido por cualquier sujeto de la población que conozca la dinámica de donación-recepción de órganos. Es por ello, probablemente, que el tema se preste a distintas formas de ficcionalización, en las que, por ejemplo, un dispositivo de poder determine quienes deben morir (aun estando sanos), a fin de que otros puedan vivir.
A la anterior observación debe superponerse otra, no menos importante. Desde 1979-80, el avance de las prácticas más salvajes del capitalismo (con el auge del neoliberalismo), fue acompañado de una retracción cada vez mayor del Estado y de un avance, en igual o mayor medida, de las corporaciones económicas. En la lógica imperante en estas últimas tres décadas, el sujeto con mayor capacidad de generar poder económico podría, en ausencia –o ante la mirada indiferente- del Estado, acceder, por ejemplo, a órganos a través del pago. En concurrencia con una oportunidad de negocio, una o más corporaciones asociadas podrían encontrar allí un mercado propicio para multiplicar sus ganancias.
De aquí que el mundo futurista de “La Isla” tenga natural pregnancia en el público espectador, que no desconoce (con mayor o menor detalle) estos hechos de la economía y la política actuales. Es en tal sentido en el que se puede apelar a las representaciones sociales, que “objetivan, en todo discurso, la estabilización de los
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