La Memoria De Los Peces

Veo a los peces al ir a la playa, y sin querer pregunto: ¿Recordarán que los moleste?; la memoria de los peces es una cualidad admirable. Es tan corta que mientras uno ha dicho cien palabras distintas, ellos han nadado cien veces sobre la misma piedra.

Como cualquier psicólogo diría: “La memoria es un proceso cognitivo, a la par de interesante, menospreciado”. Hay que envidiar a los peces por ello, de tener su memoria todo se haría por primera vez. El cuarto beso igual de inocente que el primero; disfrutaríamos de la vigésima galleta preparada por la abuela; hasta la prostituta más experimentada sería virgen de mente; y el dolor lo olvidaríamos con tan solo pestañear.

Pero, la poca memoria vendría con una vacío: ¿Quién es aquel que descansa junto ami?, ¿Mi esposo o mi amante, o solo alguien de una noche?; ¿Quién es la extraña que cocina para mí?, ¿es la criada o mi madre?; las palabras perderían su significado, y el lenguaje no existiría o se reinventaría cada minuto. Haciendo imposible la comunicación.

La memoria es un proceso cognitivo, quizás el más importante. Puesto que el guardar y recordar momentos define nuestra, digamos, integridad; permitiendo la comunicación y el avance. ¿Qué es la historia, si no más que el recuerdo del pasado?, ¿Qué es lo que hace un taxista, si no recuerda las calles de la ciudad?, la falta de memoria equivaldría a la desgracia para todos.

Y en aquellos momentos que decimos “¿Por qué a mí?”, nos permite aferrarnos al recuerdo de un pasado mejor, sirviendo de salvaguarda a la vida y como una de las tantas justificaciones a la existencia de la psicología cognitiva. Ahora me contradigo, ¿Habré olvidado mi argumento principal?

La memoria de los peces les hace dignos de envidia, a la par que los hace digno de la lastima: “Qué pobres, ni sus pasos recuerdan”, deberíamos jactarnos.

Veo a los peces al ir a la playa, y sin querer pregunto: “¿Qué habré querido decir con todo esto?”

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