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La Meurte Y Sus Desventajas


Enviado por   •  8 de Mayo de 2014  •  1.794 Palabras (8 Páginas)  •  367 Visitas

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Primer ejemplo. La diversidad de organismos que habitan el planeta es exuberantemente exagerada: así, hay bichos que vuelan por los diáfanos aires tropicales y bichos que reptan por las obscuridades del intestino de los cerdos, que viven a decenas de grados bajo cero en los casquetes polares o a temperaturas cercanas a la ebullición del agua en las bocas de fuentes termales, que pesan menos de un miligramo o que desplazan ciento cincuenta toneladas, que atraviesan el Atlántico a nado o pasan su existencia enclaustrados en la grieta de una roca, organismos que tienen savia, hemolinfa o sangre, que observan con ojos una realidad estereoscópica y a colores o que no tienen la menor sensibilidad a la luz, que pueden consumir hidrocarburos de petróleo o que se intoxicarían con ellos, que siguen desde hace cientos de millones de años sin cambiar casi su estructura o que adoptaron la actual hace menos de un siglo, que son hembras o machos, que celebran el Día de las Madres o que las devoran en cuanto nacen, que meditan sobre metafísica o que no tienen siquiera una neurona. Pero, a pesar de esas diferencias tan extremas, todos ellos comparten la característica de ser mortales.

Por eso a primera vista sorprende que la muerte, con ser uno de los fenómenos biológicos más universales y sin duda el más drástico, pues tiene absoluta prioridad e interrumpe cualquier otro proceso vital, sea uno de los temas menos estudiados por la biología. En comparación, la producción de seda, que sólo ocurre en ciertas células de ciertas glándulas de ciertos gusanos, ha sido muchísimo más investigada y comprendida por la biología que la misma muerte.

En cambio la muerte ha sido tratada frecuente, amplia e intensamente por la teología y todas y cada una de las manifestaciones del arte, desde la dramaturgia a la plástica y desde el folklore ancestral hasta la literatura erudita. Pero la sorpresa pierde su impacto si se tiene en cuenta que, precisamente, la muerte ha sido siempre considerada como algo ajeno a esa vida de la que se ocupa la biología, y que ha sido tomada en cambio como resultado de un designio divino, de una enfermedad circunstancial, de un contagio azaroso, de una contingencia bélica o de un accidente fortuito; es decir, de algo extravital que viene a interrumpir el curso de una vida intrínsecamente eterna.

En los últimos años, como parte de ese proceso de biologización casi total del conocimiento, que tiende a considerar al hombre poco menos que como una marioneta de la evolución, el estudio de la muerte por parte de la biología ha cobrado un ímpetu notable y ha comenzado a describir un panorama inusitado, que nadie imaginaba, que tiene profundas implicaciones tanto biológicas como culturales, y que describiremos someramente en este libro.

Segundo ejemplo. La muerte te concierne porque tú vas a morir... a no ser que la observación del escritor Jorge Luis Borges te estimule a acariciar esperanzas: "Las pruebas de la muerte son estadísticas; luego nadie está a salvo de llegar a ser el primer inmortal." Conviene que te enteres de que todas y cada una de tus células llevan genes programados para matarla en cuanto surja la necesidad, es decir, genes que se coordinan para matarla. Ahora bien, la evolución tiende a eliminar los genes que confieren cualidades negativas (las que hacen que el organismo sea espástico, o no resista infecciones, o tenga un mecanismo de coagulación imperfecto). En cambio, los que son imprescindibles para vivir, u otorgan alguna ventaja en la lucha por la vida tienden a conservarse. Más aún, algunos genes aparecieron tempranamente en la evolución, cuando el organismo más complejo de la Tierra constaba apenas de una célula y no existían aún las neuronas, y es tanta la ventaja que esos genes otorgaron a los seres, que de ahí en adelante todos los organismos vinieron equipados con ellos (decimos: se conservaron). Pues bien: los genes que participan en la muerte celular programada aparecieron muy tempranamente y se conservan hasta hoy en día. Cabe entonces la pregunta ¿qué ventaja otorga la muerte? En este libro trataremos de explicarte qué saben hoy los biólogos y psicólogos de esa muerte determinada por los genes de la muerte, y si es cierto que los científicos le estamos encontrando ventajas, o si es una manera impertinente y cursi de plantear las cosas.

Tercer ejemplo. Al finalizar un siglo y sobre todo un milenio, los historiadores miran hacia atrás y señalan peculiaridades como: "Los siglos VI al IV antes de Cristo, se caracterizaron por el apogeo de la cultura griega, que sentó las bases de la filosofía"; "El XV estuvo marcado por el descubrimiento de América"; "El XIX fue el siglo de la dinámica". Luego, cuando tratan de predecir cómo habrán de señalar dentro de mil años el siglo XX, el que aún estamos viviendo, afirman: "Fue el siglo en el que comenzó a desentrañarse la estructura del átomo", o "Se descubrió el código secreto del genoma". Esos fueron logros trascendentales, qué duda cabe, pero estamos seguros de que también se habrá de señalar al presente como el Siglo de la Muerte. Con eso queremos decir que, hasta ahora, la muerte había sido considerada como algo ajeno a la vida, un misterio siniestro cuyo mismísimo nombre se eludía recurriendo a eufemismos ("La Parca", "La Pelona", "La Guadaña", "El Sueño Eterno", "El Más Allá") y hasta se le negaba ("A las 8:25 Eva Duarte

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