La Mina Maldita Leyenda
Enviado por elaineviviana • 13 de Abril de 2014 • 528 Palabras (3 Páginas) • 1.645 Visitas
La Mina Maldita
Esta mina paso a la historia y iba a ser vendida a el primer soldado que lograra arrebatar un cañón español, jamas se supo si alguien cobro la recompensa, pero si paso a la historia el nombre de un armero que saltaba a el campo de batalla con sus simples herramientas para poder ganar pan, llamado Martín Vega, que hizo una promesa con la Virgen. El ofreció poner un altar a ella si encontraba la famosa mina rica en plata.
Y así fue como paso, la encontró y lo primero que hizo fue crear una virgen en un santuario al cual ordeno a un joven hacer misa en ella. Cuando venia de vuelta con el cura encontró a un extraño saqueando la mina. El extraño le pidió a ruegos un poco de plata,pero Martín no cedo ya que la plata era de la virgen, como el extraño se dio cuenta de que no podía conseguir su botín se lo trato de arrebatar a la fuerza. Finalmente Vega se paro en la boca de la mina y recito unas palabras en latín desapareciendo la mina de su lugar.
Al tiempo después no se supo nada de Vega, lo que algunos dijeron fue que, murió solo y pobre como todo minero.
El labriego Martín Vega, de Rungue, pasando el arado descubrió unos riquísimos rodados de plata y como era devoto de la Señora de las Mercedes, hizo voto solemne de erigir una capilla a la Virgen de su amor, sí le guiaba hasta descubrir la veta real de que aquellos indudablemente se habían desprendido. La Reina del Cielo escuchó las súplicas de su humilde criado y la portentosa veta fue descubierta en una colina que, siguiendo el curso del estero de Rungue hacia el nordeste, se distingue en el horizonte. Agradecido el labrador, apiñó unas cuantas piedras, labró una tosca cruz, trocó una imagen de bulto de la santa por su peso en plata y erigió de prisa una capilla provisoria, dandose lugar para edificar allí más tarde una iglesia digna de su fe y de su opulencia.
Como era natural, la Orden de la Merced suministró el primer capellán al rústico oratorio y vino un domingo a decir misa un fraile joven y galopador. Consumado el santo sacrificio, pasaron el minero y el fraile a visitar la mina, en los momentos en que asomaba por su boca un robusto apir trayendo sobre su espalda en un capacho, una pepa de plata nativa que pesaba dos o tres arrobas. Despertó la codicia del fraile aquel tesoro y pidióla sin, rodeos a su dueño. Repúsole éste que era una ofrenda de la Virgen y que, como tal, la guardaría.
Insistio el fraile. Enfadose el rústico con la porfía y notando que aquél se adueñaba de la piedra como un botín legítimo, acercóse a él y le dio en el rostro una bofetada?... Palideció el monje delante del sacrílego, y acertando a castigarlo en lo que era más caro, volvióse a la boca-mina y levantando su brazo, la maldijo... Sintióse, entonces, un rumor de piedras como si los montes se dieran entre sí batalla, y desde aquel momento, nadie ha podido descubrir la
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