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La Minería En México


Enviado por   •  25 de Enero de 2012  •  2.166 Palabras (9 Páginas)  •  822 Visitas

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La Minería en México

En la época prehispánica las primeras civilizaciones creían que la belleza poseía un carácter sagrado, reflejaba la presencia de las deidades en la tierra. Creían que la materia y, sobre todo los minerales, habían sido creados por una inteligencia superior, por una entidad divina. Hacia el año 4000 a.c., ya se extraían la plata y el plomo, y mil años después, se lograba conseguir bronce fundiendo minerales de estaño. Asombrados por la naturaleza, los hombres buscaban el oro en el lecho de los ríos, en la arena de los torrentes, o bien, después de la lluvia, en las laderas de las montañas, brillando ante el sol como tesoros.

Durante la América precortesiana el oro era un sol enterrado en la tierra. Para los hombres de Mesoamérica, hablar con los dioses, era hablar con el mundo. Atraídos por un imán irresistible, la luna y el sol se devoran la una al otro para crear la noche y el día. La ascensión de la pirámide era la ascensión hacia las divinidades. En el corazón del planeta latía cada metal y la belleza no connotaba un carácter utilitario. El Cinabrio (protosulfuro de mercurio) era el color para que las pirámides brillaran ante la mirada de los dioses; extraerlo era recibir los dones de la naturaleza, descender para buscarlo con Azadas, Anzuelos, Hachas o Punzones implicaba el conocimiento de los tesoros que guardaba la tierra.

La naturaleza hablaba. Al pasar, el río contaba sus secretos, y los hombres lavaban las arenas para hallar el oro en forma de granos solares, como doradas gotas caídas del cielo. Al repujar (labrar con martillo) Penachos, Orejeras, Cascabeles, los antiguos mexicanos honraban a las inteligencias supremas. Trabajar los metales implicaba la realización de una ceremonia. Al adornarse de joyas, el sacerdote y la doncella adquirían los poderes para representar a los dioses en la tierra. Lo sagrado no tenía una vida secreta y la plata y el oro, el cobre y el estaño eran excrecencias del cielo y de la tierra. Los hombres, en lugar de servirse de ella, eran como los mayordomos de la tierra. Los metales eran tesoros extraídos de las entrañas de un cuerpo vivo, es decir, siempre eran preciosos, estaban cargados de religiosidad.

Con antelación a la era cristiana, ya existían explotaciones mineras en lo que actualmente se denomina distrito minero de Soyatal, en la Sierra de Querétaro. Antiguos habitantes de esta tierra obtenían allí la calcita (carbonato cálcico), el ya citado cinabrio (protosulfuro de mercurio), además de la inquietante fluorita, la plata y el plomo. Con denuedo, y apenas instrumentos de piedra, se excavaron grandes socavones e inmensas galerías. Algunos de estos trabajos se llevaron a cabo, con mucha intensidad, a partir del siglo IV a.C. con una duración de casi 2000 años. América y Europa no se habían encontrado, y aquí ya existían minas abiertas en la región del Balsas ¿qué instrumentos se utilizaban para tales trabajos en aquellos lejanos años? Se pueden mencionar entre otros, los martillos de diorita o de andesita, con mangos de madera, o bien se empleaban huesos excepcional y finamente afilados para extraer, actividad sumamente minuciosa, los minerales más puros de las fisuras de las rocas. También se inventaron y se aplicaron en la minería precortesiana cucharas de barro, obsidiana en forma de navaja y resistentes cuñas de madera para así romper la roca.

El atractivo de los metales preciosos fue un factor importante en la conquista de la nueva España, se fueron descubriendo las grandes minas de plata. Zacatecas, descubierta en 1546 se convirtió en la segunda ciudad más importante de la nueva España. En 1552, las minas y Pachuca empezaron a explotadores. En 1554, descubren las minas de la región del Norte. En 1564, comienzan a explotar se las minas de Guanajuato.

El minero se enfrentó a muchos problemas en el siglo XVII, la escasez de mano de obra indígena se resolvió tratando de equilibrar las demandas de los mineros con las necesidades de los pueblos de indios en 1631, se autorizó un repartimiento limitado al 4% de los varones indígenas de un pueblo mayores de 18 años para las minas; también se facilitó la obtención de negros esclavos; trató de atraerse a las minas trabajadores asalariados ofreciendo un jornal de cuatro reales diarios, superior al pagado por muchos agricultores. Sin embargo, la mano de obra faltó. En el siglo XVII, decae sensiblemente la producción de plata.

Fue durante el Imperio que Carlos III trazó un vasto plan para llevar técnicos y expertos que promovieran la minería en la Nueva España. Así pues, el 1 de julio de 1776, se originó una Real Cédula por medio de la cual se ordenó la erección en México de un Real Tribunal General de la Minería, autorizado para crear un banco de avíos cuyos fondos deberían ser aplicados al fomento de las minas y el sostenimiento de un Colegio Metálico.

Uno de los Pioneros de la minería en México fue el importante jurisconsulto don Francisco Javier de Gamboa (1717-1794) quien comprendió que era necesaria una revisión del estado en que se hallaba la industria minera de la Nueva España, desde el punto de vista histórico, científico, legal y jurídico. Este importante personaje escribió sus Comentarios a las Ordenanzas de Minas (1761) que son un verdadero tratado histórico y técnico de la minería y del beneficio de los metales. Ello permitió que, para 1774, los propietarios de minas de la Nueva España solicitaran, para su mejor organización, que se creará un Tribunal de Minería. Pidieron, además, que se fundará en la ciudad de México un Colegio o Seminario Metálico con el propósito de preparar individuos para el laboreo de las minas, así como el beneficio de los metales, sobre todo para que los minerales pobres que de ordinario eran desechados, pudiesen ser aprovechados y que, en el beneficio de la plata, el empleo de mejores métodos, disminuyese su desperdicio.

A lo largo de los 30 años de paz porfiriana, la industria minera cambio de rostros, fue del centro al extremo norte: Mulegé, Cananea, Monclova, etc. En 1910, la producción de plata impuso una cifra excepcional: 2,300,000 kgs. Unos años antes la fundidora de hierro y acero de Monterrey llegaba a las 300 toneladas de fierro. Anécdota relevante: creyendo encontrar la ruta de la plata, Vázquez del Mercado, descubridor del cerro del Mercado padecería una frustración gravísima al percatarse de que su magnifico cerro era, diríase literalmente de puro hierro. Al avanzar la industrialización, en el porfiriato, a la tradicional productividad de oro y de plata, se añadiría la de plomo, carbón, mercurio, zinc, antimonio, etc. A pesar del crecimiento minero el país padecía grandes contradicciones de carácter social y las huelgas de 1906, de Cananea, en el ramo minero, y la de Río

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