La Otra Cara Del Mundial

El pueblo brasileño no espera con alegría la fiesta del futbol, las desigualdades sociales y los altos costos del Mundial han hecho despertar a Brasil ya que reclama al gobierno más inversión en salud y cultura, entre otras demandas sociales.

El jueves 12 de Junio se dio inicio al Mundial de Futbol en Brasil, un país con gran tradición en este deporte. La expectativa internacional esperaba una fiesta no sólo de deporte y competencia, sino de una fiesta increíble en donde los colores, ritmos y música de carnaval mostrarían a todos los países las claridades de una nación cuya economía fue incuso considerada como una potencia emergente con amplias posibilidades de desarrollo. Fue durante el gobierno de Luiz Inácio Lula Da Silva que Brasil se posicionó en el concierto internacional. Las reformas económicas y la apertura comercial, junto con programas sociales que buscaban disminuir las diferencias sociales, acompañadas de un fuerte campaña de relaciones públicas a nivel internacional mostraron a un país que podría ser anfitrión de los eventos deportivos más importantes del mundo. El Mundial de Futbol en este año y las Olimpiadas en el 2016 han significado la construcción de una infraestructura de la que carecía este gigante país sudamericano y ahí es donde empezaron los problemas.

Las crisis económicas internacionales golpearon fuertemente y se priorizó la organización de los eventos deportivos. El enorme gasto que ha significado la organización del mundial contrasta con las enormes diferencias sociales y grandes niveles de pobreza en todo el país. La reacción social no se ha podido contener y desde hace meses las noticias de manifestaciones en contra el desarrollo de este Mundial han sido constantes, incrementándose cada día más.

Resulta lamentable que el dinero se maneje para cosas secundarias y no para el bienestar de los habitantes de dicho país. Y lo que resulta más contradictorio, es que eventos internacionales que antes servían como exhibición de promociones económicas y turísticas, ahora se reviertan y muestren la parte más triste de un país: la pobreza, los bajos salarios, la inseguridad, una economía informal y el descontento social.

La generación de expectativas de crecimiento económico a los países en desarrollo es una historia ya muy vieja, que siempre resulta disfrazada por la realidad social que ahí esta y que son ignoradas por el poder, o en el peor de los casos, desconocidas. En nuestro país, la expectativa que se generó en 1993 por la firma del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá fue confusa. Lo que es incuestionable, es que ante la corriente de información que los tiempos actuales permiten, con uso de redes sociales e internet, resulta imposible que la gente no exponga su inconformidad y es así como lo hacen las personas que han invadido las calles de diversas ciudades de Brasil. La crítica social a los gobiernos de Lula y

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