La Persona Humana
Enviado por conecta • 4 de Abril de 2014 • 1.982 Palabras (8 Páginas) • 397 Visitas
La persona humana
Conexión con la clase anterior
En la clase anterior revisamos las tres primeras notas que definen a la persona humana: La intimidad, La manifestación y El diálogo o condición social. Ahora corresponde ver las otras tres: el don o amor, la libertad y la trascendencia. Es importante recordar que aunque es posible decir que las notas definitorias son características, no se debe olvidar que en realidad son mucho más que eso, son radicales esenciales de la persona humana.
1. La capacidad de dar
La cuarta nota definitoria es el don, la capacidad de dar y darse, o, llamándola por su mejor nombre: amor. El concepto amor es una idea hoy en día muy ambigua, se usa y mal usa para muchas realidades diferentes, por ello que para darle su verdadero sentido, debemos en todo momento considerarlo como la capacidad de dar.
¿Pero qué o a quién amamos? En la nota definitoria anterior, el ser dialógico, vimos cómo las otras personas, miembros de nuestra especie, tienen para mí un valor especial, y a todo aquello que le tenemos un aprecio particular le correspondemos con un trato especial, por ello el hombre ama a los otros hombres, a pesar de que también le asignamos valores a otras cosas como objetos materiales, recuerdos familiares, a los animales, etc. Ninguno de ello representa para el hombre un valor tan radical como las otras personas. A los objetos y al resto de los seres vivos podemos desearlos, apreciarlos, respetarlos, cuidarlos, etc. Pero no amarlos, sólo se puede amar a lo que tiene un sentido de reciprocidad, y eso lo puede dar un igual o un superior como Dios.
Normalmente cuando se usa el concepto de amor pareciera que nos estamos refiriendo al amor de pareja entre un varón y una mujer, pero esa es una manera muy reducida de usarlo, ya que existen varios tipos de amores: el amor de padres a hijos (paternal), de hijos a padres (filial), el amor de amistad (fraternal), el conyugal o unitivo (sexual), el amor a los congéneres, etc.
La capacidad de dar implica varias cosas:
1. Para amar, que es don, se debe entregar algo, esto significa desprenderse de lo que le pertenecía y decidirse a darlo, sino se está dispuesto a donar no se puede amar, precisamente lo contrario de amor es el egoísmo.
2. La grandeza del amor se puede medir por el grado de desprendimiento que tenga al dar, así el mejor regalo que podemos dar es nuestra propia persona, esto implica el mayor grado de desprendimiento posible, por eso que el grado más sublime de amor es el darse, que significa dar el ser.
3. Hay una diferencia entre “querer” y “amar”, aunque ambos términos se usan generalmente como sinónimos, querer tiene relación con el “necesitar”, es decir con algo que no tengo y que deseo tener. En el querer el acento está puesto en uno, por ello el querer es egocéntrico. Por ejemplo, si debo escribir algo urgente y no tengo un lápiz, entonces “quiero un lápiz”, cuando lo tengo estoy satisfecho, pero no por el lápiz, sino por mí ya que ahora puedo escribir, el lápiz me interesa solamente en función de la utilidad que me presta, si ya escribí o al lápiz se le acaba la pasta, entonces ya no lo
quiero. Cuando necesito algo es porque carezco de ello y todo aquello que me satisface mi vacío lo quiero.
En cambio amar significa “sobrar” (sobrar en el sentido de desbordar de uno mismo, es tanto lo que tengo y quiero dar que me desprendo de mi), esto pone el acento en el otro, el amado, el amor máximo es cuando el amante sale totalmente de sí para el otro en una entrega sin condiciones y sin esperar algo a cambio. Para poder amar se debe sobrar y para poder sobrar se necesita tener, quien no tiene no “sobra”.
4. Finalmente, es propio del buen amante tener la capacidad para “aceptar”, en otras palabras recibir el amor de los demás.
2: La libertad
Las notas anteriores nos han indicado, ya que es la misma persona quien va definiendo y enriqueciendo su intimidad, a la vez que decide también con quién compartirla. Ello nos demuestra que cada uno es dueño de sí mismo, de su intimidad y de los actos que nacen de ella. En otras palabras, la persona goza de libertad, pues en ella radica la capacidad de definirse, de elegir su propio camino de vida, de crear sus diálogos y de escoger a sus receptores. En fin, cada uno tiene la libertad –y por ello, también la responsabilidad- de definirse a sí mismo y de presentarse ante los demás con la identidad que él mismo se ha construido.
Sin duda, en el uso habitual, la libertad es un concepto que pareciera que sirve a todos, así en aras de la libertad se emprenden guerras, se instauran gobiernos, se producen revoluciones, se violan los derechos humanos o simplemente alguien decide hacer lo que se le antoja. ¿Libertad es hacer lo que uno quiera? En cierto sentido esta definición es correcta, verdaderamente la libertad es hacer lo que uno quiera, sin embargo, se debe complementar para no confundir con hacer lo que se me antoja, que tiene la gran diferencia en que la primera atiende a hacer el bien y en el segundo caso eso no está garantizado.
Para Bossuet: “Ser libre no es hacer lo que uno quiere, sino querer todo lo que se debe”. Otro pensador francés, Thibon, complementa aún más las dos definiciones anteriores: “La libertad no es la facultad de hacer lo que uno le da la gana, sino la facultad de realizarse de acuerdo con la propia naturaleza, desarrollarla. El hombre tiene la libertad de hacer cualquier cosa, pero si lo que hace destruye su propia esencia, está destruyendo su libertad”.
Finalmente, ¿qué se entiende por libertad? Libertad es la capacidad de la persona (no de los animales, ya que sus actos están guiados por sus instintos) de poder elegir el bien querido. Esto último implica dos “R”: renuncia y responsabilidad. Por ejemplo, si decido libremente entrar a clases, estoy optando por el bien querido (entrar a clases)
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