La Profeesionalización De La Gestión Directiva
Enviado por gal2012 • 21 de Septiembre de 2012 • 1.072 Palabras (5 Páginas) • 400 Visitas
Un Dios para todos
Es bueno reflexionar sobre Dios, porque entre las personas que tenemos la convicción de repetar los principios universales del bien, siempre es posible el acuerdo.
Iniciando el mes de agosto del verano de 1954, en el pueblo de Empalme -en esa época con 20 mil habitantes- Don JI -un obrero cofundador del sindicato de ferrocarrileros y de la Sociedad Mututalista de Obreros Benito Juárez- se hayaba por enésima asediado por Don Cuco, el cura del pueblo. El Sr. Cura, quien por cierto era un exobrero, catalogado como hombre bueno, con una genuina vocación religiosa, y caritativo, recurrentemente abordaba al Don JI a quien cuestionaba diciéndole “JI, ¿porqué tu siendo un buen padre, hombre noble, honrado y de buen corazón, nunca vas al templo y nunca te has confesado, qué no temes al juicio de Dios?” Don José ya fastididado de tanto asedio le dijo “mira Cuco, yo no necesisto intermediarios para acercarme a Dios; sé, porque lo he vivido, lo he sentido y así lo vi en mis padres, que la forma más directa y efectiva de estar cerca de él, es solo hacer cosas buenas, no más. Así que ya deja de tratar de asustarme con infiernitos y chingaderas de esas”
Don José, aunque pese a su condición obrera y el haber asistido solo hasta 4º año a la escuela, le gustaba leer y enterarse; pero a esas alturas el no había leído a Baruch Spinoza, quien pensaba que:
Dios hubiera dicho:
" Deja ya de estar rezando y dándote golpes en el pecho! Lo que quiero que hagas es que salgas al mundo a disfrutar de tu vida.
Quiero que goces, que cantes, que te diviertas y que disfrutes de todo lo que he hecho para ti.
¡Deja ya de ir a esos templos lúgubres, obscuros y fríos que tú mismo construiste y que dices que son mi casa.
Mi casa está en las montañas, en los bosques, los ríos, los lagos, las playas. Ahí es en donde vivo y ahí expreso mi amor por ti.
Deja ya de culparme de tu vida miserable; yo nunca te dije que había nada mal en ti o que eras un pecador, o que tu sexualidad fuera algo malo.
El sexo es un regalo que te he dado y con el que puedes expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría. Así que no me culpes a mí por todo lo que te han hecho creer.
Deja ya de estar leyendo supuestas escrituras sagradas que nada tienen que ver conmigo. Si no puedes leerme en un amanecer, en un paisaje, en la mirada de tus amigos, en los ojos de tu hijito... ¡No me encontrarás en ningún libro!
Confía en mí y deja de pedirme. ¿Me vas a decir a mí como hacer mi trabajo?
Deja de tenerme tanto miedo. Yo no te juzgo, ni te critico, ni me enojo, ni me molesto, ni castigo. Yo soy puro amor.
Deja de pedirme perdón, no hay nada que perdonar. Si yo te hice... yo te llené de pasiones, de limitaciones, de placeres, de sentimientos, de necesidades, de incoherencias... de libre albedrío ¿Cómo puedo culparte si respondes a algo que yo puse en ti? ¿Cómo puedo castigarte por ser como eres, si yo soy el que te hice? ¿Crees que podría
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