La antropología, rama de las ciencias sociales
Enviado por gcasals • 26 de Mayo de 2014 • 2.675 Palabras (11 Páginas) • 301 Visitas
La antropología, rama de las ciencias sociales, nace, como disciplina científica, en la segunda mitad del S. XIX, en un momento de plena expansión imperialista, razón que genera que se produzca una interrelación entre la necesidad de la antropología de estudiar la diversidad cultural y el deseo de los imperios por conocer mejor las sociedades dominadas; dicha antropología se preocupaba por establecer leyes generales de la evolución humana y de la difusión de bienes culturales basando sus teorías en los paradigmas propios de ese momento(evolucionismo y difusionismo) los cuales afirmaban que todo el material concerniente a los denominados “pueblos salvajes” era concebido como documento de una forma de vida antigua y primitiva. Pero, llegado el S.XX, Malinowski, produce una transición crítica en los estudios antropológicos al introducir “método etnográfico”, a partir de aquí abre paso a la corriente antropológica funcionalista la cual surge ligada a la concepción moderna de ciencia (Descartes) y a la sociología de dos franceses (Comte y Durkheim) y propone un conocimiento sincrónico de la sociedad, en el cual los distintos elementos que la constituyen son estudiados significativamente dentro de un contexto. Un discípulo directo suyo es el profesor Evans- Pritchard, una de las principales figuras de la antropología social inglesa, quien describe a ella como una parte limitada de la antropología, que se ocupa de investigar particularmente las sociedades y las culturas primitivas utilizándolas como objeto de estudio. Malinowski hizo un giro al proponer el primer trabajo de campo, estudiando a una comunidad de nativos de Nueva Guinea. Este ultimo proponía un enfoque global que abarcaba todo tipo de relación social, entre los que se encontraba su objeto de estudio el Kula en su texto ”Los Argonautas del Pacifico Occidental”, el cual sería un sistema de comercio que estaría impregnado por aspectos tanto culturales como sociales y tendrían una importante influencia en la vida misma de la comunidad. Para completar lo referido a la antropología es necesario nombrar a la antropóloga Rosana Guber, quien toma como temática la etnografía, basándose en el trabajo de campo como sinónimo de la observación participante, aportando así datos acerca del trabajo del antropólogo y terminando con la paradoja resultante al desglosar las palabras que componen esta técnica(observar y participar) haciéndolas ver como dos formas de accesos a la información (una interna y otra externa) aludiendo tanto a una tensión epistemológica propia del conocimiento social entre lógica teórica y lógica practica como también a las lógicas practicas que convergen en el campo, permitiendo recordad que se participa para observar y que se observa para participar, dejando claro que involucramiento e investigación son partes de un mismo proceso de conocimiento social, logrando obtener una reflexividad distinta a la propia. Además en sus escritos reconoce que el sentido de la vida social se expresa a través de discursos que emergen en la vida diaria, es entonces cuando afirma la importancia de la lengua y le otorga lugar a la entrevista, viéndola como una situación cara a cara donde se encuentran distintas reflexividades, pero, también, donde se produce una nueva reflexibilidad que permite obtener datos que dan acceso al mundo. En resumen entonces se puede afirmar que estos autores a partir de diferentes herramientas, métodos, objetos, técnicas pudieron llevar a cabo el objetivo de la antropología que es el de detectar las situaciones en que se expresan y generan los universos culturales y sociales en compleja articulación y variedad.
2- Al igual que muchas otras palabras, el termino religión posee una polisemia de sentidos. Bernand, Carmen y Serge Gruzinski, explican a este fenómeno a partir de ciertos trabajos auxiliares (Las Casas, Torquemada y Acosta) obteniendo una recopilación de datos que permiten ampliar nuestra visión a la hora de comprender lo que representa el fenómeno religión en comunidades nativas. A lo largo del texto hace mención de una red teórica lascasiana la cual permite un enfoque que no nos condena a un enfoque simplista y que está influenciada y hasta obstaculizada por las culturas propias de las islas basando sus estudios en los territorios de México y Perú. Si bien Colon ya había notado la falta de organización religiosa, los españoles descubrieron alguno cultos y prácticas, aunque Las Casas afirme que estas prácticas se daban en pequeñísimas dosis al igual que la idolatría existente, además de acotar que “su religión se reduce a la idea de un dios a la cual se mezclan, con ayuda del diablo, algunos errores”, reconociendo su proximidad al monoteísmo y a la vez la proximidad o la delgada y estrecha separación existente entre lo que representa a dios y al diablo; es esta paradoja la que pone en manifiesto el interrogante sobre si se está habla de latría o de idolatría. Toda esta cuestión llevo a los investigadores tanto a utilizar términos indígenas (ej.: taino) como a acuñar conceptos nuevos (ej.: cemi). Otro aporte brindado por Las Casas es que los sacerdotes indígenas poseen los rasgos propios de adivinos-médicos o de médicos-brujos más que como los representantes de un clero instituido. Señala además una regencia continua hacia las fabulas de los indígenas (mitos). Estos autores resaltan el valor de lo primitivo, siendo la obligación sacrificial producto de una ley natural propia de todos los hombres. Es necesario, luego de haber comprendido el número de dioses americanos establecer una clasificación, para lo cual utiliza el modelo grecorromano intentando establecer analogías y semejanzas entre las mitologías de los dos mundos permitiendo la interpretación de ambos. Para Torquemada, el elevado número de dioses es producto de la “diversidad de las lenguas” la cual disfraza la existencia del demonio con diversos nombres; esta característica es la que nos lleva a brindarle cierto grado de importancia al nombre de la divinidad dejando en el de manera explícita su especificidad, generando a partir de una etiqueta cierto orden jerárquico de lo divino, permitiendo a la red proyectar un dualismo entre “lo espiritual y lo corporal”, entre lo real y lo imaginario. Se puede afirmar también que los ejes propios sobre los que esta red gira coinciden en algunos aspectos con el cristianismo y además es necesario enfatizar el hecho de que lo que se pone en relieve es una exegesis del signo, destacando que lo primordial a la hora de investigar lo religioso en los indígenas es, citando a el autor del texto, el “ropaje” siendo este el disfraz con que se enviste a la divinidad.
Por otro lado los Bernand y Gruzinski identifican las jerarquías en que se encuentran ordenados los santuarios y sacerdotes (describen además las formas en que se designaban
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