La asesoría, una experiencia que hay que “vivir para contarla”

Carta a un ATP

La asesoría, una experiencia que hay que “vivir para contarla”

Tengo 30 años de servicio, en los cuales me desempeñe como docente frente a grupo, directora y posteriormente me invitaron a formar parte de la unidad académica de la Dirección de Educación Preescolar en la que realice, durante nueve años tareas de asesoría; recientemente me reincorpore a un jardín de niños y participe en la promoción para Asesor Técnico Pedagógico.

Deseo compartir la experiencia vivida; la figura del asesor en el nivel de educación preescolar nace, en el año de 2004, con la necesidad de orientar a los profesores en el uso del nuevo programa educativo, en el manejo de contenidos y enfoques, aunado también con la nueva visión de formación de los docentes en servicio.

Es entonces, cuando en  el estado se crea oficialmente un grupo de asesoras, conformado por maestras con cambio de actividad o bien aquellas que destacaban por su desempeño, resultando un conjunto muy diverso y heterogéneo; el propósito final radicaba, en contar con una figura responsable del asesoramiento, acompañamiento y seguimiento a los colectivos docentes para difundir la información necesaria sobre los planes y programas para su reflexión e implementación en las aulas; la tarea asignada al ATP se concretó en la reproducción de cursos de capacitación, aplicación de cuestionarios y elaboración de informes sobre el proceso de actualización curricular.

Instalada la reforma y por consiguiente la figura del asesor, el trabajo se diversificó ya no solo era impartir cursos, se requería diseñarlos, dar seguimiento al trabajo docente, a los aprendizajes de los alumnos y evaluar el impacto de la asesoría en la transformación de la práctica; de igual manera el ATP, debía crear espacios para apoyar a cada docente en los problemas que se le presentaban, todo ello  en un clima donde el dialogo y la confianza profesional permita reconocer las fortalezas y las áreas de oportunidad.

Está por demás señalar que las necesidades de formación de quienes realizamos esta función, se fueron resolviendo día con día y como trivialmente se dice “a gritos y sombrerazos”, se llevaba a cabo la asesoría.

Desafortunadamente, también sucedió que el ATP pasó a ser un auxiliar de las supervisoras en lo administrativo-organizativo y su función limitada a las decisiones de sus autoridades inmediatas.

Sin embargo, te comento, que poco a poco el ATP se perfila como un líder académico, el cual apoya a los docentes en su desempeño con el asesoramiento y el acompañamiento, es decir legitima su función como el vínculo entre la teoría y la práctica docente, apoya y fortalece la profesionalización del maestro. De ahí su importancia y la necesidad de formalizar esta función, se incluye la función en la ley para el SPD y su nombramiento es considerado como promoción mediante un concurso de oposición.

Como recordarás, recién participe en este concurso y para quienes resultamos seleccionados en esta primera etapa, nos hemos embarcado en una aventura que si bien es conocida, vivimos momentos de incertidumbre e indefinición porque aun cuando existe un documento que establece los perfiles, parámetros e indicadores, las tareas para nuestras autoridades, no son claras ni precisas y dado lo instituido por usos y costumbres, requerimos reconstruir la función y posicionarnos dentro de un esquema establecido.

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