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La educación como práctica de la libertad


Enviado por   •  8 de Octubre de 2019  •  Apuntes  •  1.790 Palabras (8 Páginas)  •  130 Visitas

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La educación como práctica de la libertad

Ricardo Muñoz Vázquez

Encontrar un paralelismo a los logros obtenidos por el trabajo realizado por Paulo Freire en torno a la educación sería una tarea en extremo complicada, pues la forma en que llevo a cabo tantos procesos educativos, con la alfabetización como su base, adquirió triunfos inusitados, al menos en el ámbito latinoamericano.

La misión de su quehacer comenzado en la década de 1940 permitió, desde su posición privilegiada socioeconómicamente, observar una perspectiva diferente a la mayor parte de quienes están en el poder, una que buscada encumbrar a la clase más vulnerable mediante herramientas educativas que les permitieran un avance y desarrollo “democrático”. En la mayor parte lo logró mientras le fue permitido, llevando a Brasil a tener un avance trascendental para la economía del siglo XXI. No obstante las situaciones en la realidad son afectadas por muchas variables que modifican lo que en teoría podría parecer más sencillo, no lo fue en Brasil y claro es, tampoco en México. Zevedei Barbu es incluido como uno de los teóricos que comparte ideas en el escrito de Freire, en este caso mediante el decir que “mind in all its manifestations is never only what it is, but also what it was”; así entonces y para el desarrollo de mi escrito tomo esta cita para decir que es agradable leer acerca de casos exitosos, del avance y los medios que utilizo Freire y Brasil para lograrlo, pero así como la mente de cada persona interpreta de forma diferencial los fenómenos de la realidad que vivimos –precisamente por lo que fuimos, por nuestro pasado-, los Estados como regiones con su multiplicidad de características diferenciales, también lo viven de una forma característica; México no es Brasil y 1940-1950 no es el 2019.

La experiencia de triunfo –en su mayor parte- narrada a lo largo del escrito de Freire quien nos lleva por una breve reseña histórica de lo que llevó a su país a requerir los cambios que lo dirigieron hacia la creación y puesta en práctica de sus ideas, es parecida a la que nosotros vivimos: las situaciones precolombinas, la conquista de un país ibérico con cultura similar a la española, y la adecuación de estas tierras como colonias son algunas de sus similitudes; no obstante existen muchas más diferencias, teniendo la preminencia de la esclavitud como una básica, una que cambió radicalmente lo que sería de nuestros países llevándolos a transitar su camino diferencial.

No me enfocaré entonces en la parte positiva –ni positivista-, por tanto tampoco lo haré en los métodos utilizados para la consecución de los objetivos alfabetizadores, pues aunque podrían ser la base de un trabajo -a ser adaptado claramente- para los mexicanos analfabetas -4 millones 740 mil 057 personas en el levantamiento intercensal (INEGI, 2015)- me parece más interesante encaminarse en el análisis de otras ideas que desarrolla a lo largo de su texto. Habiendo delimitado mi lectura entonces me permito adentrarme a través de una cita más que dirigirá mi pensamiento a lo largo de las siguientes líneas: “No hay nada o casi nada en nuestra educación que desarrolle en nuestro estudiante el gusto por el estudio” (Freire, 1967).

En la actualidad nuestra población es mayormente capaz de utilizar el lenguaje, tanto de forma oral como escrita, ya sea para obtener información como para producirla y compartirla; por tanto la focalización sobre el fenómeno de erradicar el analfabetismo ha tomado una ruta secundaria. Por los números -5.5% de la población- no es un fenómeno estadísticamente relevante, no en el sentido de que requiera una atención inmediata y con todo el poder financiero o gubernamental detrás de la problemática, se sigue atendiendo y claro que es un problema cultural de nuestra actualidad mexicana, pero es irrefutable el hecho de que no es preponderante en la agenda política mexicana.

Así y dejando de lado la idea central del escrito de Freire, retomo para mi lectura conceptos y nociones que me ayudarán a cimentar la idea detrás de mi ensayo, la escuela actual está cumpliendo cabalmente el cometido de educar a la población, sin embargo esta educación es parcializada y se enfoca a consumar varios puntos centrales de lo que criticaba tan duramente Freire al enfrentar las problemáticas sociales de su país. Los avances pedagógicos y andragógicos, lo logrado por los avances de las ciencias de la educación y mediante la integración de entre otras las TIC, han permitido que los procesos educativos sean cada vez más eficientes y sí la elección de esta palabra es totalmente intencional pues cumplen –cumplimos en realidad todos los que formamos parte del sistema educativo- con tareas que cada vez más especializadas nos llevan a producir, en menor tiempo y con mayor “calidad” a nuestros aprendices quienes igualmente, en menor tiempo y con mayor “calidad”, obtienen sus grados y certificaciones para finalmente, unirse al sector laboral. Durante mi presentación intenté reseñar brevemente a qué me dedico y porque estoy en el doctorado, y nuevamente lo ratifico, “sí por un desarrollo personal pero he de ser honesto y tengo que aceptar que también por el papel”… como parte de mi trabajo, una de las máximas para poder claramente enfrentar –y dar resolución- a las condiciones que suceden en nuestra psique es verbalizar aquello que personalmente me he dado cuenta y a partir de dar con esas verdades buscar sus nacimientos, relaciones y consecuencias, así como aspirar a solventar lo que me sea problemático –claro sin afectar negativamente a terceros-. Así, estoy seguro que la educación tiene –se quiera o no, se haya aceptado o no- un tinte claramente capitalista, pues de fondo y por más que disfrutemos el aprender y estudiar -porque es una característica que sí tenemos los humanos, claro con ciertas particularidades-, no podemos negar la función instrumentalista del ser parte de un proceso educativo formal, de estar siendo fragmentos de una construcción educacional que pueda proveernos de un aliciente que, en forma de “capital institucionalizado”, podamos luego intercambiar por un capital económico. Sí, por supuesto que disfrutamos el aprender, pero si lo hiciéramos SIEMPRE por el simple hecho de hacerlo –que nuevamente no digo que no lo hagamos pero no es en todos los momentos-, lo llevaríamos SIEMPRE a través de procesos autónomos sin la necesidad de una Institución formalizada; una en la cual TODOS hemos –y seguimos- formando parte.

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