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La gestualidad: más allá de la oralidad y la escritura


Enviado por   •  21 de Abril de 2013  •  3.581 Palabras (15 Páginas)  •  371 Visitas

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La gestualidad: más allá de la oralidad y la escritura

Introduccion

Texto

Tal vez podría ser así, si las palabras lo fueran todo. […] Las palabras son hermosas, fascinantes e importantes, pero las hemos sobreestimado en exceso, ya que no representan la totalidad ni siquiera la mitad del mensaje

― Flora Davis―

El siguiente trabajo consiste en exponer lo que considero las principales tesis de Walter Ong acerca de laoralidad primaria y sus mecanismos de memoria. Esto con la intención de señalar, posteriormente, las deficiencias e inconsistencias de su discurso con base en las consideraciones teóricas de Jacques Derrida. Asimismo, ahondaré en una hipótesis personal fundada en la gestualidad que puede enriquecer la discusión en torno al proceso de comunicación y el lenguaje.

En su texto Oralidad y escritura, Walter Ong propone abordar el tema de la oralidad primaria, desde una oralidad basada únicamente en la experiencia de las personas que desconocen por completo la escritura. Ésta expresión se contrasta con lo que el autor llama: oralidad secundaria, la cual pertenece a la cultura contemporánea constituida por alta tecnología, lo que decanta una nueva manifestación de oralidad que nunca prescinde del todo de la escritura.

Ong señala que hoy en día la oralidad primaria es casi inexistente puesto que toda cultura tiene al menos un tipo de experiencia de la escritura, aunque ésta sea mínima. Asevera que el lenguaje es un fenómeno oral sonoro, no solamente en el proceso de comunicación sino también en el terreno del pensamiento.

Sin embargo, en un sentido profundo el lenguaje, sonido articulado; es capital. La comunicación y el pensamiento mismo, se relacionan de un modo inherente con el sonido “[…] La condición oral básica del lenguaje es permanente”. [1]

Ong afirma que a pesar de los despliegues que ha tenido, y tiene la escritura, todavía le es esencial la palabra hablada, es decir, para todo tipo de texto es necesaria la relación con el sonido. Así, la sonoridad es considerada el ambiente “natural” del lenguaje mediante el cual es posible transmitir significados. En este sentido, la escritura no puede excluir a la oralidad; inclusive, si seguimos al autor, “leer” un texto implica convertir la grafía en sonidos; ya sea en la imaginación o en voz alta. En el primer capítulo del libro se menciona que en las culturas orales primarias —siglos atrás— la escritura no poseía conexión alguna con dicha oralidad. Ong justifica su postura a través del análisis de estudios que se remontan a la época de Homero.

El autor remarca que a pesar de las raíces orales de toda articulación verbal, durante miles de años el análisis científico y literario de la lengua ha evitado, ignorado y subordinado a la oralidad, salvo en décadas recientes. Esto se debe, según Ong, a que la tendencia cultural moderna se limita al estudio del lenguaje en un sentido analítico, lo que resulta una estrategia imposible de contrastar con sociedades orales primarias, puesto que, de éstas no se podría afirmar que se estudiasen en rigor. El error principal que se en cometió innumerables ocasiones a lo largo de la historia, dice Ong, fue analizar una composición oral a través de un texto escrito. Para nuestro autor existe una importante diferencia entre una disertación de la oralidad y una acerca de la escritura. Tal es el caso de la Ilíada, la cual en sus orígenes, fue un discurso esencialmente oral. Asimismo, Ong reclama a los literatos por haber privilegiado el estudio de lo escrito sobre el estudio de la oralidad; a su vez, demanda la injusticia que éstos cometieron al entender ambos tipos de discurso como si fueran uno mismo.

A pesar de que en la actualidad, la oralidad primaria es hipotética, el autor afirma que diversas culturas y subculturas aún conservan una parte considerable del “molde mental” de la oralidad primaria. Ong se remite a lo que llama Pre-alfabetismo para referir al arquetipo de la oralidad. A su vez, el autor ratifica que la mente humana no contiene originalmente ningún recurso caligráfico.

De acuerdo con la opinión de Ong, es importante retomar el discurso de Ferdinand de Saussure, ya que dicho pensador fortalece su tesis, dado que también consideraba que la escritura era simplemente una representación en forma visible de la lengua hablada. Posteriormente, Ong aclara lo que entiende por escritura, es decir, “un sistema codificado de signos visibles por medio del cual un escritor podría determinar las palabras exactas que el lector generaría a partir del texto”.[2]

Walter Ong continúa con el estudio de Julian Jaynes y declara que en la Antigüedad e incluso antes de este período, existió un estado primitivo de conciencia original llamado “bicameral”. Éste estado de conciencia consistía en que el hemisferio derecho del cerebro producía voces y el hemisferio izquierdo las transformaba en habla. Dicho estado fue desintegrado a causa del descubrimiento de la escritura. Empero, es factible asemejar esta fase bicameral con la oralidad primaria; el autor menciona que tal estado de la psique es “sencillo y comprobable en función del paso de la oralidad al conocimiento de la escritura”.[3]

Ong asegura que en la cultura oral primaria, la reducción de las palabras al sonido no determinaba solamente los modos de expresión, sino que también los procesos de pensamiento. Se sigue que, en los humanos con oralidad primaria, el fenómeno de la memoria tiene características especiales asociadas a un mecanismo que prescinde de toda escritura. Y, éste proceso mnemotécnico se caracterizaba primordialmente por fundamentar el pensamiento en la comunicación, en la repetición oral y en el ritmo. Según lo expuesto, la economía oral de pensamiento para dichas sociedades fue apenas una regulación dinámica y actual. En términos más claros, los asuntos del pasado que ya no gozaban de relevancia para el presente caían con frecuencia en el olvido, por ende, el pasado no era considerado como una categoría temporal verificable, a diferencia de la actualidad, donde la temporalidad constituye a los seres humanos que están atravesados por la escritura.

Por su parte, la teoría de Jacques Derrida se fundamenta en distintas tesis opuestas en apariencia a las de Walter Ong. En primer lugar, Derrida hace también un reclamo a la tradición, curiosamente totalmente contrario al de Ong, que afirma que a lo largo de la historia siempre ha existido un fonocentrismo. En otras palabras, la tradición filosófica ha conservado el privilegio de la voz sobre la escritura. La metafísica, desde Platón con el mito de Thot en el Fedro ya identificaba a la voz con la presencia y a la escritura con la ausencia y se presentaba una represión originaria en la escritura.

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