La historia de vitcha
Enviado por Nicolas Andrades • 1 de Mayo de 2017 • Práctica o problema • 678 Palabras (3 Páginas) • 88 Visitas
Sin duda tenía que contárselo a alguien.
La inquietud que sentía se reflejó en una caminata, como si con cada paso se ordenaran un poco más mis pensamientos. No me he caracterizado por ser alguien chismoso, mucho menos cizañero, pero quedarme con esto guardado era una tortura que no estaba dispuesto a vivir. Por eso caminé, caminé y caminé, hasta que encontré aquella iglesia que, con los años, se veía cada vez más abandonada. Nunca he sido muy religioso, pero sabía que adentro habría alguien dispuesto a escuchar.
Entré y fui directamente a aquel confesionario, nunca había hecho esto, así que simplemente tomé asiento y esperé.
-¿Qué te trajo por aquí hijo mio?- escuché aquella voz misteriosa.
-Eehh... padre? (...) quisiera dejar en claro que esto no se trata de una confesión de pecados, tal vez lo es... pero yo no lo veo así, es más bien una confesión para desahogar el alma...
-Hijo mio, no estoy aquí para juzgar, puedes contarme lo que sea
-Muy bien, gracias, esto pasó ayer....
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Muchas veces salgo y me encuentro con Manolito, siempre con ese aspecto rojizo como si se hubiese quemado por un fuerte sol, pero quienes lo conocemos de chico sabemos que es su característico rubor. Ayer no fue la excepción, salí a regar mis plantitas cuando lo vi con una actitud inquieta, ahí parado solo, sin nada que hacer.
-Hola Manolo!- le grité desde mi portón
-Ho-ola vecino...
-Qué tai haciendo ahí parado? estai esperando a alguien?- le dije un tanto pícaro, a Manolo nunca se le ha conocido noviesita, es un chiquillo solitario, así que más bien lo tiré como talla.
-No! pa na'! s-sólo estaba aquí, eeeh quiere que lo ayude con las plantitas?
-Traqui Manolo, son poquitas, si ya me voy a entrar.
Y eso fue todo, me entré igual pensando que fue raro, él ahí parado sin nada más que mirar las calles, algo se traía este cabro, pero no me iba a meter, nunca sospecharía nada malo del Manolo, usted lo debe conocer, es un buen muchacho.
Seguí haciendo mis cosas, me iba a fumar un puchito en el jardín de atrás cuando la vieja de la otra casa me grita "Oiga ya basta de la humandera que me tiene! siempre, todos los días! me deja hediondo el patio!", a pesar de vivir solo, no es lo mio fumar dentro, así que decidí devolverme al portón. Cuando lo abro ahí vi al Manolo, lo vi, besándose con un cabro re grande, pálido y fornido, yo no lo podía creer, pero ese cabro grandote había sido compañero mio en la enseñanza media y no era cualquier muchacho, era alguien a quien yo le entregué mucho, su nombre era Vitcha....
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