La paz en Colombia, una utopía latente
Enviado por Angelica Morales • 22 de Mayo de 2016 • Ensayo • 912 Palabras (4 Páginas) • 98 Visitas
ENSAYO “LA PAZ EN COLOMBIA, UNA UTOPÍA LATENTE”
MARÍA ANGÉLICA MORALES AMADOR
ALFREDO SIERRA BALLESTEROS
FUNDACIÓN UNIVERSITARIA TECNOLÓGICO COMFENALCO
FACULTAD DE INGENIERIAS
PRODUCCIÓN INDUSTRIAL
ELECTIVA II
SECCIÓN 5
CARTAGENA DE INDIAS
2016 - II
La paz en Colombia, una utopía latente
“Nunca se ha visto que una guerra prolongada beneficie a ningún país” Sun Tzu, el arte de la guerra.
Colombia, un país de gente soñadora, emprendedora (como dirían los paisas echados para adelante), ha sido blanco de críticas a nivel mundial por su problemática interna, algunos especulan, otros solo opinan, pero lo cierto es que este país esconde secretos que para muchos son indescifrables, uno de ellos, el conflicto armado interno el cual históricamente ha servido para restringir libertades y para violar derechos, acciones que son justificadas por los actores del conflicto, que desde diferentes perspectivas, buscan penetrar y conquistar espacios de acción civil se ha mantenido durante más de cincuenta años.
Las Farc uno de estos grupos al margen de la ley, ha logrado penetrar enormemente en la mente de muchos, en sus ideales y forma de ver la realidad, algunos desde pequeños son obligados a militar en sus filas aun sin tener clara qué ideología seguir, un régimen de terror que se legitimó poco a poco cercenando las esperanzas de millones de colombianos de tener una patria libre de odio, una guerra absurda que se ha llevado a muchos por delante y que aún sigue dejando huellas. Por otra parte el paramilitarismo, otro de los grandes grupos contribuyentes al conflicto armado, quizá con ideales opuestos ha cobrado también muchas víctimas.
Esta guerra que Colombia sufre desde hace más de 50 años, deja en evidencia no sólo la incapacidad de los ejércitos enfrentados de conseguir la victoria, sino las malas intenciones de quienes con sucias maniobras han logrado perpetuar el conflicto, poniéndolo como algo natural, logrando aplazar así viejos anhelos como el de afianzar y fortalecer la democracia, mantener un estado en paz e igualitario, donde se acabe eso de “los ricos más ricos y los pobres más pobres” atacando de manera clara y efectiva la concentración de la riqueza y su consecuente correlato, la pobreza.
Esta paz de la que tanto se habla, pareciera ser el “gran sueño americano” para los colombianos, algo utópico que desde 1982 ha sido un tema recurrente en la discusión política y que ha hecho que los últimos presidentes hayan desarrollado iniciativas de paz con el fin de buscar soluciones políticas al conflicto armado por la vía de la negociación, pero estas alternativas, hasta ahora no han tenido mayores resultados, tanto que solo unos pocos creen en el actual proceso de paz.
Es por ello que el papel del estado frente a las propuestas debería redefinirse posibilitando una mayor participación de la sociedad civil, no dejando el conflicto en manos de unos pocos que durante años no han logrado mayor cosa, hay además que evaluar la problemática a fondo, quizá desde la raíz, encontrando que el principal problema de la sociedad colombiana ha sido la falta de educación integral por parte de los padres, quienes en su afán por la vida han delegado sus funciones a escuelas y demás no asumiendo su rol de guías. Todo esto ha repercutido negativamente, ya que el real problema parte desde el hogar, donde quienes deberían educar y fomentar personas con valores para luego si enviarlos a la escuela para que se les fomente el pensamiento crítico y analítico, han cambiado sus roles, pero aun así este problema requiere una evaluación mucho más profunda, mirar con lupa la cicatriz, partir desde la cúspide del estado, donde desde arriba son manejados todos como marionetas, un estado que no invierte en educación de calidad, quedando así para muchos el camino más fácil “la delincuencia”, escudándose así en la falta de oportunidades y en la exclusión social, terminado de hecho por ser la paz nada más allá que un simple concepto. Por ello debe haber una revolución cultural que debe iniciarse desde las élites regionales y la dirigencia nacional, reconociendo los errores cometidos, su participación y responsabilidades en el surgimiento y en la extensión del conflicto interno, pudiendo así quizás mitigar el impacto y huellas que ha tenido para toda una patria tanto conflicto, tanta guerra y tanta sangre derramada de gente que la mayoría de las veces no ha tenido participación directa y mucho menos responsabilidad alguna, y que por el contrario ha estado en la mitad de un conflicto cuyos ideales no son propios de quienes han sido víctimas.
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