La zona de confort

Trabajo. La zona de confort

Desde que somos niños hasta que terminamos el instituto, nuestras decisiones y los pasos que tenemos que dar están prácticamente escritos; un examen, un trabajo, la ESO, después Bachillerato…incluso una vez que terminamos el instituto a los 18 años se da por sentado que continuaremos nuestra formación en la Universidad o en un Grado Superior.

Sin embargo, habiendo finalizado nuestros estudios medio/altos, la mayoría de los jóvenes nos encontramos ante un abismo en el que no habíamos reparado anteriormente. ¿Y ahora qué?

En mi caso,  siempre me he considerado una chica ambiciosa y bastante polifacética a la que le han interesado disciplinas muy diversas como las Ciencias, la Sanidad, la Educación y las Artes, entre otros. Por eso, al elegir el grado que quería cursar tuve serias dudas. Finalmente, me decanté por la rama de la Educación porque reunía todos los requisitos que debía tener mi futuro empleo: creatividad, trato humano, innovación y aprendizaje continuo. Una vez finalizados los cuatro años de Grado en Educación Primaria en la Universidad del País Vasco, valoraba diferentes posibilidades, asi como estudiar un master, cursar Educación Infantil o irme al extranjero a trabajar en algo no relacionado con la Educación.  Tras un tiempo de reflexión me di cuenta de que no podía seguir estudiando y especializándome en algo que no conocía, por lo que decidí empezar a trabajar. Así, tuve la suerte de ser contratada en una Ikastola de Bilbao como profesora de Música (una de mis grandes pasiones) en la etapa de infantil.

Éste gran cambio que supuso dejar atrás la vida estudiantil y adentrarme de lleno en la vida laboral fue un auténtico reto, sin duda alguna. Para empezar, iba a empezar a trabajar en una etapa que no controlaba (puesto que había estudiado Primaria), y que no sabía si iba gustarme o no. Además, sentía mucha inseguridad por el hecho de no tener nada de experiencia laboral. Tampoco podía parar de pensar en que tenía que estar a la altura y cumplir las expectativas que el centro había depositado en mi. En definitiva, Los Miedos llamaron a mi puerta y a lo largo de estos meses he tenido que hacer un gran ejercicio emocional para poder sentirme a gusto y cómoda conmigo misma y con el trabajo que estaba realizando.

Para ello, he tenido que recurrir a mis pilares fundamentales: mi familia y amigos, mi motivación y vocación, y mis conocimientos. Estas tres fuentes me han ayudado a superar el reto de enfrentarme por primera vez a la vida laboral y a mi profesión. A día de hoy, la que hace 6 meses fue mi zona de pánico se ha convertido en mi zona de aprendizaje diario, en el que me siento segura de probar cosas nuevas, de fallar y de intentarlo de nuevo.

Gracias a la oportunidad que se me ha brindado en la etapa de infantil, he podido descubrir que, efectivamente, la Educación Infantil es una disciplina que me gustaría estudiar y profundizar, y es por ello por lo que he decidido comenzar este Grado.

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